No hay advertencias. No hay preparación posible. Black River te atrapa desde la primera página con la precisión de un depredador paciente: primero te rodea, luego te empuja al bosque y, cuando te das cuenta, ya estás demasiado dentro para retroceder. En cada línea se escucha el crujido de las ramas, el murmullo de algo que acecha y la certeza de que nada es tan inofensivo como parece.

Dusty, 17 años, vive atrapada en un rincón donde el silencio pesa más que las palabras. Su madre desapareció sin dejar respuestas, su padre y su hermana sobreviven como pueden, y ella habita entre árboles y sombras, en ese punto exacto donde la calma se vuelve sospechosa. Hasta que una mañana despierta distinta: sentidos agudos, impulsos nuevos, y una sed que no entiende… pero que la entiende demasiado bien.

Lo que empieza como un despertar inquietante pronto se convierte en un viaje hacia lo desconocido: cuerpos que cambian, verdades enterradas y un chico nuevo, Will, cuya presencia parece desenredar hilos que llevaban demasiado tiempo tensos. No es una historia de romance edulcorado ni de miradas eternas bajo el sol: aquí la tensión es densa, casi física, y la oscuridad no se esconde, espera.

Ruby Jean Cottle entrelaza el coming of age con el suspense sobrenatural y un aire vampírico que evita clichés. La naturaleza se erige como un personaje silencioso pero omnipresente; el bosque no es un decorado, es un escenario vivo que observa y, en ocasiones, reclama. Los secundarios tienen peso real, Dusty brilla sin perder su vulnerabilidad y la autora construye la intriga con precisión quirúrgica: nunca da todo, pero siempre da lo suficiente para que quieras más.

Y sí… hay un gesto intencionado, un anzuelo lanzado con destreza a los lectores de Crepúsculo. Los elementos están ahí: el bosque, el chico enigmático, la transformación. Pero aquí no hay brillo ni suspiros adolescentes sin consecuencias. Aquí la historia se oscurece, se tensa y avisa: si vas a entrar, no esperes que te rescaten.

En resumen:

• Naturaleza viva.
• Deseos inconfesables.
• Un inicio de saga que no pide permiso, susurra… y muerde

Black River es una lectura envolvente, con la cadencia de una amenaza que se acerca despacio. Una historia que no solo quiere entretenerte: quiere que mires al bosque y te preguntes qué te devolvería la mirada.