A veces, basta con abrir un libro para sentir que acabas de cruzar el umbral de un salón donde la magia se sirve en copas de cristal y las sonrisas esconden más filo que una daga encantada. Los Wycherley me recibió así: elegante, oscuro y con la promesa de enredos que no se resuelven con un simple hechizo.
Annaliese Avery se mueve con soltura en el terreno de la fantasía juvenil: duelos de sonrisas educadas, maldiciones familiares, alianzas prohibidas y un ambiente tan refinado como peligroso. La historia nos presenta a Aurelia Wycherley, una protagonista que carga con un poder maldito y una reputación que nadie quiere rozar. En un mundo donde vincular tu magia a otra persona es cuestión de supervivencia, estar “marcada” no es precisamente ventajoso… pero Aurelia no es de las que se esconden. Es ingeniosa, valiente y, lo mejor de todo, deliciosamente imperfecta.
Frente a ella aparece Jules Nightly, heredero de la familia rival, enigmático y con más capas que una biblioteca encantada. Lo que comienza como una alianza improbable se transforma en un juego de miradas, lealtades y verdades a medias, donde cada paso puede cambiarlo todo.
La ambientación es un festín: mansiones con pasillos llenos de secretos, bailes donde la tensión se palpa más que el perfume caro, runas que respiran historia y una amenaza oscura que crece a cada página. Avery combina romance, intriga y magia con mucho equilibrio, construyendo una historia juvenil que no subestima a su lector.
Y sí, está claramente dirigida a un público más joven… pero me ha atrapado igual. Tiene ritmo, chispa y esa mezcla de encanto y peligro que hace que pases páginas sin mirar el reloj. Los Wycherley no necesita hacer ruido para brillar: te envuelve con sutileza, te lleva de la mano y, cuando termina, te deja con esa deliciosa sensación de que lo mejor aún está por venir.
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