Si pensabas que después de Strange Pictures ya estabas vacunado contra las rarezas de Uketsu, prepárate: aquí no hay dibujos perturbadores, pero sí casas que parecen diseñadas por un arquitecto con delirios de grandeza y un toque homicida. Strange Houses no te agarra de la mano; te lanza al interior de planos imposibles, te encierra en habitaciones sin salida y te hace preguntarte si en tu propio piso hay muros que preferirías no atravesar.
El misterio arranca con un plano. Un espacio sin puertas ni ventanas, escondido entre paredes como un secreto familiar mal guardado. Y a partir de ahí, Uketsu se divierte: va desplegando una sucesión de casas que esconden horrores y silencios tan densos que podrías cortarlos con un cúter. El resultado es un thriller cerebral, casi quirúrgico, que convierte al lector en un investigador de pasillos, esquinas y habitaciones que no deberían existir.
No hay héroes con carisma ni villanos de manual. Aquí solo hay gente corriente atrapada en un juego de sombras arquitectónicas. Uketsu no te da tregua: mientras tú intentas resolver el enigma, él ya está un paso más allá, riéndose desde algún rincón oculto del plano. El ritmo es pausado, sí, pero cuando las piezas encajan, la sacudida es de esas que te hacen cerrar el libro para procesar lo que acabas de leer.
Y aunque la historia es menos visceral que la anterior, la tensión sigue ahí, reptando por los pasillos de tu cabeza. Porque cuando un autor consigue que mires las paredes de tu casa con desconfianza, sabes que ha hecho algo bien… o algo muy retorcido.
Ahora solo hay una pregunta que me quita el sueño: ¿qué demonios nos va a hacer Uketsu en la próxima entrega? Sea lo que sea, la quiero YA. Porque si algo tiene claro este autor es que, cuando piensas que ya lo has visto todo, siempre queda otra puerta cerrada esperando a ser abierta.
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