Janice Hallett vuelve a demostrar su maestría narrativa en El Examinador, una novela que no solo atrapa por su intrincada trama, sino por la originalidad de su formato. Tal como ya lo hiciera en El misterioso caso de los ángeles de Alperton, donde quedé absolutamente encandilado con su pluma, aquí reafirma su talento para construir universos envolventes a través de recursos poco convencionales.
La historia se desarrolla íntegramente mediante intercambios de correos electrónicos, mensajes de texto, transcripciones de audio y notas personales entre distintos personajes. Este enfoque no solo renueva la experiencia de lectura, sino que genera una conexión íntima con la trama: uno se siente casi como un intruso que husmea conversaciones ajenas, descifrando pistas, sospechas y verdades ocultas a medida que se despliegan.
Lo realmente fascinante de El Examinador es cómo Hallett logra que cada voz sea tan única, tan cargada de personalidad, que uno no necesita etiquetas para saber quién habla. A través de estos fragmentos de comunicación —a menudo contradictorios, cargados de tensiones y dobles intenciones—, el lector se convierte en un detective más, obligado a leer entre líneas y a reconstruir los hechos desde múltiples perspectivas.
La trama, compleja y astutamente construida, se va entretejiendo capa por capa, dejando siempre un detalle suelto, una nueva revelación o una sospecha que reconfigura todo lo anterior. El ritmo no decae en ningún momento, porque cada nuevo documento que se presenta abre una puerta inesperada o derrumba una certeza.
El Examinador no es solo una novela de misterio; es una experiencia literaria que te desafía, te atrapa y te hace sentir parte del caso. Si ya habías quedado hechizado con “El misterioso caso de los ángeles de Alperton“, este libro no solo cumple con las expectativas: las supera con creces.
SINOPSIS
Seis estudiantes. Un asesinato. Empieza la cuenta atrás…
Gela Nathaniel, directora del nuevo curso de Arte Multimedia en la Universidad Royal Hastings, necesitaba seis estudiantes de diversos perfiles para su nuevo programa de posgrado si no quería que la universidad le retirara los fondos. Los estudiantes que encontró, sin embargo, se revelaron problemáticos desde el primer día. Cuando un examinador externo analiza el resultado del posgrado, y todo lo que ha sucedido en él durante el año, descubre que un alumno incendió la obra de otro, rumores de infidelidades matrimoniales y relatos de desastrosas excursiones en grupo. Pero durante el análisis de los trabajos finales, incluidos correos electrónicos y mensajes en los foros internos, el examinador intuye algo mucho peor… ¿Es posible que uno de los alumnos haya muerto y los demás estudiantes lo hayan encubierto? Nadie es quien dice ser, y todos ocultan algo.
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