Este artículo puede contener spoilers de ‘Da 5 Bloods: Hermanos de armas’.

Aún falta mucho para los próximos Oscars. Tanto que ni siquiera tenemos claro cómo van a ser. La situación extraordinaria a la que nos estamos enfrentando ha provocado que la incertidumbre sea nuestra fiel compañera. Una fiel compañera que no nos impide seguir teorizando y rellenando las quinielas favoritas de las cinéfilos. A más de medio año de distancia de la entrega de los galardones más prestigiosos del cine, ya empiezan a sonar nombres entre los favoritos. Y entre ellos se ha colado el del veterano Delroy Lindo. 

El actor estadounidense de origen británico da vida a Paul en ‘Da 5 Bloods: Hermanos de armas’, la última película de Spike Lee. Estrenada este mismo viernes 12 de junio en Netflix, ya se habla de la cinta como una de las que aterrizarán sin ningún tipo de duda en el Dolby Theatre a principios de 2021. También se habla de la primera estatuilla a Mejor Dirección para Lee, que llegaría con esta visión afroamericana de la Guerra de Vietnam y de sus consecuencias. Y, por supuesto, se habla de que el sobrecogedor trabajo de Delroy Lindo tiene que verse recompensado con, al menos, una nominación a los premios de la Academia.

Si Spike Lee demuestra un total dominio del séptimo arte y de sus técnicas en este largometraje, Lindo hace lo propio con la interpretación. En un salto al vacío sin paracaídas, se introduce en la atormentada alma de Paul, un veterano que no ha conseguido dejar Vietnam atrás. Un hombre al que la vida no ha tratado bien y que no ha sabido mirar hacia delante. Una persona vapuleada en tantas ocasiones que se ha perdido a sí misma. Sus palabras nos lo dicen, pero es su mirada perdida e inundada de ira la que nos lo grita. 

De la locura, una genialidad

Pensé en los genios y las genialidades durante los compases finales del visionado. Después de haber presenciado el declive definitivo de Paul, de ver cómo él mismo se situaba al borde del precipicio y se dejaba caer, aun a sabiendas de que ninguna red le salvaría del golpe definitivo. Entendí que no tenía nada que perder, porque ya lo había perdido todo. Incluso a sí mismo. Y, aunque finalmente esto cuente con su propia confirmación dentro de la cinta, nunca fue necesaria. Delroy Lindo controla y dirige al personaje con maestría por el camino de autodestrucción que él mismo escoge. Y, según va dando pasos y más pasos, su mirada se va vaciando más de humanidad e inundando más de una ira que termina dominándola. Es materialmente imposible olvidar sus ojos. 

Como también lo es olvidar ese monólogo más cercano al teatro que al cine. No es como si quisiera hacerlo. Fue precisamente en esa secuencia en la que mi veredicto se hizo firme. Fue ahí cuando quise parar el tiempo, algo que me ocurre en muy pocos visionados, y observar de cerca la locura, la angustia, la desesperación y las consecuencias del odio, el abandono y el maltrato. Supongo que en parte llevada por el morbo, pero sobre todo por la intensidad de una mirada, de una voz quebrada y de una interpretación que no sé si vale un Oscar, pero sí el título de genialidad. 

Paul no tiene mucho más protagonismo que sus compañeros de viaje. Pero Delroy Lindo se lo acaba quedando todo. No conozco el rostro de la locura, ni su sonido, ni su olor, pero he creído verlo todo en su interpretación. He creído encontrar en él la viva imagen del que lo ha perdido todo, del que se ha rendido a su manera, del que ha sido tan menospreciado que ha olvidado su valor y sus valores. He visto el dolor y el odio. Y la rabia contenida durante siglos por toda una comunidad que sigue siendo pisoteada hasta quedar sin respiración. 

‘Da 5 Bloods: Hermanos de armas’ está disponible en Netflix.