Una práctica bastante peligrosa que, en mi caso, no salió como esperaba. En la película que yo misma creé en mi cabeza, DiCaprio y Pitt compartían mucho más tiempo en pantalla y Margot Robbie tenía un papel mucho más importante y profundo. Sin embargo, con Tarantino uno nunca puede prever nada. Estamos hablando de un director que, pese a que le conocemos y conocemos su cine, sigue dándonos sorpresas -buenas o malas- en todos sus largometrajes.
En este caso, entre estas sorpresas se encuentra la relación existente entre Rick Dalton y Cliff Booth, los personajes de DiCaprio y Pitt. Cuidado, a partir de aquí comenzarán a llover los spoilers.
Necesidad mutua
En sus inicios, la unión entre Rick Dalton y Cliff Booth fue ‘obligada’, por motivos laborales. El segundo, especialista, fue contratado como doble de acción del primero en una serie de televisión. A partir de ese momento, probablemente por el mucho tiempo que estaban forzados a pasar juntos, acabaron acostumbrándose a su presencia y los lazos fueron creándose poco a poco.
Quizá, lo más correcto sería decir que se acostumbraron el uno al otro y que terminaron siendo necesarios. Al menos esto es lo que podemos sacar en claro de las primeras escenas que ambos comparten, en las que sobre todo vemos cómo Rick depende emocionalmente y en muchos otros sentidos de su doble, que ha terminado convirtiéndose en su ‘amigo’.
Me veo obligada a añadir las comillas porque en los primeros compases de la cinta no termino de estar segura de si lo que veo es una amistad. Por parte de Cliff, es evidente la preocupación, pero Rick en muchas ocasiones le trata como un simple empleado (algo que también es). Al contrario de lo que, en teoría, debería ocurrir en una amistad, no vemos que Rick se preocupe por los problemas de su compañero, no hace nada por conocer sus preocupaciones. Pero a Cliff tampoco parece importarle.
Sin embargo, la necesidad existente entre ellos hace que continúen juntos en esa extraña relación en la que, sorprendentemente, también existe un importante cariño. Cliff necesita a Rick para seguir trabajando, para ingresar algo de dinero al mes, y Rick parece necesitarle para todo lo demás. A nivel profesional, es evidente que le necesita para sus escenas más comprometidas, pero a nivel personal le necesita para no desmoronarse. Es su única compañía y su único apoyo, la persona que conoce sus fantasmas y hasta quien le arregla la antena. Una especie de extensión de sí mismo.
Sin juicios
Una vez terminada la película y mirándola desde lejos, como ya he mencionado, el cariño existente entre ambos es evidente. Pero en ciertos puntos de la cinta podemos llegar a pensar que cada uno va por un lado, que se mantienen juntos por esa necesidad que existe, pero sin quererse. Quizá porque no consideran necesario mostrar este cariño o porque han construido un muro en torno a sí mismos, pero lo cierto es que no vemos el lazo típico de una amistad de tantos años.
Pese a esto, uno de los puntos que más ha llamado mi atención es que en ningún momento se juzgan entre ellos. Cliff no juzga el torbellino de autodestrucción en el que se ha introducido Rick, aunque le intenta ayudar, y éste no se interesa por el oscuro pasado de su amigo, ni juzga su forma de vida o las peleas en las que se mete más a menudo de lo que debería. Se tienen el uno al otro y no tienen interés en atacarse, en juzgarse, son quienes son y se respetan, sin intentar cambiarse.
Una extraña amistad
Con todo esto, termino comprendiendo que Rick y Cliff se quieren a su manera y no pueden vivir el uno sin el otro. Es una extraña amistad, porque entre medias existen un contrato y un sueldo, lo que a veces hace que dude de su autenticidad. Pero en el fondo comprendo que ambos se han convertido en un elemento fundamental de la vida del otro, sin el que prácticamente no podrían vivir. Como si fueran dos hermanos que se han encontrado algo tarde y que han aprendido a vivir juntos, sin meterse en los asuntos del otro, sin juzgarse, pero sin abandonarse.
De hecho, en los últimos compases de ‘Érase una vez en Hollywood’ podemos ver cómo ninguno de los dos quiere separarse del otro. Aun a sabiendas de que Rick le había despedido, Cliff continúa sirviéndole por última vez, antes de irse juntos a cenar y a disfrutar de la noche de Los Ángeles. Es precisamente en ese final, en el que el especialista se marcha en ambulancia al hospital, cuando terminamos de comprender que detrás de la relación de necesidad y detrás del contrato laboral había una amistad de verdad, de las que no necesitan muestras de cariño continuas.
Los dos saben que las cosas han cambiando, Cliff tendrá que encontrar un nuevo trabajo y Rick ahora tiene la compañía de su mujer -le falta quien le haga los recados-, pero no tienen pensado separarse del todo. Aunque en un principio es lo que piensan que tendrían que hacer, los acontecimientos ocurridos en su casa, en la que irrumpe la familia Manson, les abren los ojos. Y planean volver a verse, en una habitación de hospital o donde la vida les lleve.
¿Cómo acaba su relación?
Según se ha comentado, los personajes de Rick Dalton y Cliff Booth podría estar inspirados en Burt Reynolds y Hal Needham, quien también fue su doble de acción. Si seguimos su historia, que termina con Needham dirigiendo a Reynolds en ‘Los caraduras’, en una nueva etapa del especialista como director, podríamos deducir que en el futuro ambas carreras se reconducen y que ambos logran el reconocimiento que han buscado, cada uno a su manera. Pero con Tarantino, que ha sido capaz de cambiar el pasado y darle un futuro a la desaparecida Sharon Tate, nunca se sabe.
Lo que el final de ‘Érase una vez en Hollywood’ nos puede hacer pensar es que Rick Dalton recuperará poco a poco su fama, gracias a una inesperada amistad con Tate y su marido, Roman Polanski, y que esta nueva juventud profesional del actor le empujará a volver a contar con su doble, su amigo y su hermano, Cliff.
Como si de dos siameses se tratase, aunque ya no lo veamos en pantalla, nos imaginamos a Rick y a Cliff viviendo más aventuras juntos, algunas más brillantes que otras, y satisfaciendo esas necesidades que ambos tienen y que ninguno reconoce.
Comments