Han pasado más de dos años desde que nos despedimos de ‘El Ministerio del Tiempo’ y, aunque los ministéricos han mantenido muy presente la serie, el paso del tiempo, por redundante que suene, hace mella en nuestra memoria. Por eso, desde RTVE y HBO España, donde ya están disponibles las tres temporadas iniciales de la ficción, han hecho hincapié en su recomendación de revisionar estas entregas. Una manera inmejorable de volver a reconectar con la patrulla y con sus misiones y, sobre todo, de refrescar la ya mencionada memoria, para entrar en la cuarta temporada totalmente preparados. 

Por mi parte, no he dudado a la hora de escuchar la recomendación de la cadena y la plataforma, volviendo a disfrutar del viaje en el tiempo y en la historia que supone la serie. He vuelto a ver las tres temporadas, prestando especial atención a la tercera y a los principales acontecimientos de la misma, que probablemente conectarán con los nuevos episodios. Una entrega que estuvo marcada por las despedidas, por una gran batalla final y por cambios en la patrulla que aún tendrán su reflejo en la cuarta temporada. 

En esta entrega ahondamos más en los conflictos personales de personajes como Pacino o Alonso de Entrerríos y, evidentemente, viajamos a diferentes puntos de la historia y conocimos a personajes históricos de los que siempre hemos escuchado hablar: Luis Buñuel, el Papa Luna, Alfred Hitchcock o Adolfo Suárez. Repasamos a continuación las principales tramas argumentales, para que llegues al estreno del martes 5 de mayo completamente preparado y sin perderte nada. 

Despedidas y una (re)incorporación

La tercera temporada de ‘El Ministerio del Tiempo’ ya comenzó con una despedida. La muerte de Julián en plena Batalla de Teruel, la mirada perdida de Amelia y la seguridad de que, en esa ocasión, no había dobles juegos no se nos olvida. Ya nos habíamos despedido anteriormente del personaje interpretado por Rodolfo Sancho, pero sabíamos que no era algo definitivo y eso provocaba que las despedidas fueran menos duras. Acostumbrados a todo tipo de regresos en la ficción, un hasta luego no significa demasiado. Pero la muerte es algo diferente. 

A la marcha de Julián se le sumó la de una Amelia que debía elegir entre su familia de sangre y su familia ministérica. Y, aunque la Amelia que conocimos cambia enormemente con el paso del tiempo y como consecuencia de las experiencias vividas, su familia sigue siendo primordial. Por ellos deja la patrulla y desaparece por completo, sin la promesa firme de un regreso, pero en esta ocasión sí con la sensación de que es una posibilidad. 

En el otro extremo, en el de los antagonistas, encontramos el adiós de la Lola Mendieta adulta. Sus viajes ilegales por el tiempo afectaron a su cuerpo poco a poco, sin que ella fuera consciente, hasta generarle un cáncer incurable. El ocaso de una gran antagonista, de la que honestamente me hubiera gustado disfrutar más, pero que en este caso no se va del todo. Porque, contra todo pronóstico, Salvador se salta todas las normas del Ministerio y la recluta por segunda vez. Con apenas 20 años y como parte de la Resistencia, Lola ayudaba a salvar las vidas de los perseguidos por la extrema derecha en Europa. Y no sabía nada del Ministerio, al que traicionaría en el futuro o, mejor dicho, en un futuro ¿alternativo?

La gran batalla

Junto a las tramas capitulares, el nudo argumental de la tercera temporada es básicamente el enfrentamiento del Ministerio del Tiempo con los Hijos de Padilla y con el Ángel Exterminador. A través de los diferentes choques que se producen entre unos y otros, conocemos a fondo las motivaciones de ambos grupos, así como sus orígenes y su modus operandi. Y, a la vez, nos centramos en la estratagema del Ángel Exterminador para acabar de una vez por todas con el Ministerio y con lo que significa. 

Este conflicto se va desarrollando, como señalo, poco a poco, en un segundo plano que paulatinamente va comiéndose todo lo demás. Hasta que, gracias al ingenio de Salvador y compañía, se produce la batalla final. Como no podía ser de otra manera, en la sede del Ministerio y con el mismo como vencedor. Una especie de clímax, que no es ni mucho menos el cierre, pero que quita de en medio a los dos principales rivales de la institución en esta fracción de la serie. 

Tal y como hemos podido ver en la precuela de la cuarta temporada, ahora el peligro parece llegar desde otro lado, concretamente desde el regreso de Julián reconvertido en Eulogio. Una trama a primera vista distante de lo que hemos visto en entregas anteriores.

Más personas

En la tercera temporada vemos, además, cómo se da un mayor espacio a las personas que hay detrás de los personajes. Cada uno de ellos sigue ejerciendo una función en la serie y en la patrulla, nos siguen haciendo reír y siguen siendo un fiel reflejo de su época. Pero ahora tenemos la oportunidad de bucear algo más en su interior, en los conflictos que lo oscurecen y en las preocupaciones que lo perturban. 

Así, ahondamos en los traumas y la ilusiones de infancia de Pacino, en las dudas de un Alonso que no está 100% convencido de poner el honor y el compromiso con su patria por delante de todo, en la angustia de una Amelia entre dos mundos o en la incertidumbre de una Lola que quiere apostar por el buen camino, pero a la que acosan los fantasmas. 

Una profundización en las personas que, tal y como se adelantó en la rueda de prensa de presentación de la cuarta temporada de ‘El Ministerio del Tiempo’, es un aperitivo de lo que veremos en la nueva entrega. Aunque los viajes en el tiempo y los episodios históricos rescatados seguirán teniendo un papel protagonista, ahora los personajes y su interior tendrán un mayor espacio y serán la columna vertebral de toda la trama. Una vuelta de tuerca en el regreso de la serie, que se renueva sin perder su esencia.