Después de unos meses tocaba recordar lo que puede pasar en el centro subterráneo de Barcelona. La navidad se acerca y la ciudad ya está decorada con luces esterales y fuentes coloreadas de un rojo pasional. Un rojo tan vivo como el telón del Campari Milano Cocktail Bar  donde Cece Giannotti y su grupo de mosqueteros afinan sus instrumentos para dar comienzo al concierto.

Un espectáculo de vibraciones que empieza pausado y con calma (como de costumbre), sorprendiéndonos con canciones tan reminiscentes como Walk on the Wild Side, de Lou reed,  en una versión un tanto especial que hace que no podamos dejar de mantener la atención. Una atención muy cauta, que escucha al milímetro el rozar de esas cuerdas o teclas. Francesc Chaparro a la batería, Raúl del moral a las distintas guitarras, Fernando Tejero al teclado, Mínguez dominando su bajo, y Cece aportando una cálida voz como melodía entre el caos de percusión ordenada. Como decía el cantante en una entrevista anterior “la melodía es como una reina abeja que lo dirige…”, y en eso se convierten las canciones mientras pasan, en aleteos de abejas que posan su dulce en nuestros momentos.

(Aunque esta vez no se hayan traído un instrumento un poco más curioso y atípico para dejarnos a cuadros) no podía faltar la ferviente actuación de Raúl del Moral con un ukelele. Aunque eso, el ukelele aparece como un juguete en el escenario con el que sonreír, y su sonido afina las emociones, y la gente se empieza a entusiasmar.

Las cabezas toman ritmo por sí solas, y las manos se aplauden entre ellas, “Call me the breeze” empieza a sonar, rimando  con mi Honey Bee recién servido por el camarero, un ron afrutado y combinado con diferentes sprites o tónicas.

¿Cómo es posible que lo bueno se convierta aún en más bueno? Porque cuando parece que una canción ha sido la mejor, luego viene otra que la supera por sorpresa. La música sigue sonando y la gente animándose a ponerse de pie o a gritar más. Cuando todos se mueven con el ritmo en el cuerpo, se aceleran las ganas, y acaban vibrando hasta sus pensamientos mientras Cece nos despide con una canción sórdida y pegadiza.

Parece que el viaje de los 5 compañeros a Montreal por el Festival Internacional de Jazz y Blues les unió profesionalmente pero también personalmente. Y esas secuelas se respiran en sus sonrisas cómplices durante toda la actuación, esas sonrisas que marcan su mejor ritmo improvisado, arma con la que juegan en cada espectáculo. Se puede percibir que los conocimientos musicales de cada uno de los integrantes son de un nivel bien alto, y así lo demostraron también frente la multitud canadienses durante el mes de Julio.

Su último objetivo; realizar la presentación de su próximo disco “Deja Voodoo” en un pequeño teatro alrededor de algún día de Marzo – quizás por el Barrio de Gracia-, donde, esperan, reencontrarse con su público más arraigado, o que el público repetidor se reencuentre con ellos para seguir disfrutando de un par de horas o más de música en puro estado.

Redacción: Cristina Leonelli