By Para quienes nos fascina lo esotérico y lo paranormal, Halloween es la noche más esperada del año. Esa en la que nos sentimos más cerca de las almas errantes, de las leyendas y de los mitos, aunque nunca hayamos llegado a verlos de frente. Una noche en la que todo puede ser posible y en la que el cielo se ve más oscuro que nunca. Y también más brillante. Incluso aquí en España, donde no hay demasiada tradición, se respira un aire especial. Hay nervios y está presente esa sensación de que, quizá, sea la noche en la que tengamos un contacto con lo paranormal. En la que las películas de terror puedan hacerse realidad.
Creo que ha quedado bastante claro que me apasiona Halloween. De hecho, siempre he sentido cierta envidia de los niños estadounidenses, que crecen entre truco o trato y disfraces espeluznantes. También confieso que de pequeña, mientras mis amigas soñaban con ser princesas Disney, yo lo hacía con viajar al mundo de ‘Pesadilla antes de Navidad’. Me comentan en casa que llegaron a aprenderse los diálogos de memoria, por la inhumana cantidad de veces que les obligué a verla. Nunca me cansaba y, para qué mentir a estas alturas, sigo sin hacerlo.
Antes de entrar en mi recomendación como tal, si no has visto la película de Tim Burton, deja de leer y dale al play. Es una experiencia que todo el mundo, niños y mayores, debería vivir. Y yo no quiero privarte de ella. Si, por el contrario, eres de los míos y has bailado en numerosas ocasiones junto a Jack y Sally, puedes continuar y descubrir cuáles son mis títulos imprescindibles dentro del género de terror.
Rescato aquí cuatro películas y una serie que considero fundamentales en mi experiencia con el audiovisual de terror. Esto no quiere decir que sean las mejores y, de hecho, me dejo fuera otros muchos títulos que bien podrían entrar a formar parte de esta selección. Pero son aquellas que han marcado, de alguna forma, mi trayectoria como espectadora. Que me han atraído hacia el género o que, incluso, me han alejado de él. Ahora son tuyas.
‘Los otros’
La de Alejandro Amenábar fue mi primera película de terror. Antes de verla, a una edad que quizá no sea la más aconsejable, acostumbraba a ver vídeos de avistamientos de fantasmas y a escuchar cacofonías con mi hermana. Al comprobar que mi resistencia era bastante importante, fue ella misma la que me invitó a ver ‘Los otros’. Y, aunque pasé más miedo del que me gustaría reconocer, considero que ese visionado sigue siendo uno de los momentos más importantes en mi historia cinéfila. Fue ahí cuando comprendí la belleza del terror y descubrí las emociones que alberga el género. También tuve pesadillas durante algunos días, pero merecieron la pena. La historia de Grace y sus hijos sigue más que presente en mi memoria.
‘El orfanato’
Sí, otra española. A esas personas que continúan repitiendo la absurda frase “no me gusta el cine español”, les sorprendería saber que en nuestra filmografía contamos con verdaderas maravillas. Y muchas. Una de ellas es esta cinta de J.A. Bayona, en la que el director juega en todo momento con nuestra percepción de la realidad. Como ocurría en la anterior, este es un terror psicológico, en el que hay sustos, pero no gratuitos. Y es, quizá, el terror más efectivo de todos, el que se cuela dentro del espectador y no da la cara hasta que éste no está totalmente dentro de la historia. A estas alturas, he perdido la cuenta de las veces que he visto ‘El orfanato’, pero jamás olvidaré la primera. En el cine, a oscuras y en una excursión con mi profesor de ¡religión!
‘Insidious’
Las dos películas anteriores me acercaron al género. Me atraparon y me invitaron a explorar otros muchos títulos. Hasta que llegué a ‘Insidious’. Es curioso, porque muchos amigos y conocidos me han dicho que esta película no es para tanto, que no da demasiado miedo y que es una más dentro del género. Pero a mí me aterró de una manera incluso desagradable. Aún ahora, cuando escucho la canción principal, siento cómo me recorre el cuerpo un escalofrío. No sé si fue porque me pilló en mala época o porque me resultó demasiado siniestra, sobre todo algunas figuras, pero el terror fue tal que me alejé del género durante un tiempo. ¿Por qué la recomiendo, entonces? Porque, a pesar de eso, es una de mis fundamentales. Una de las que más me han hecho gritar y taparme los ojos. Y creo que todo el mundo debería enfrentarse a ella.
‘Expediente Warren: The Conjuring’
Una de las culpables de mi reconciliación con el terror que, además, llega con una etiqueta irresistible para mí. Sobre todo dentro de este género. ‘Expediente Warren: The Conjuring’ está basada en una historia real. Está basada en la experiencia y en las vivencias del matrimonio Warren, demonólogos que se enfrentaron a todo tipo de situaciones. Es por eso que provoca tanto pavor, porque lo que vemos ahí deja de ser ficción en el momento en el que sabemos que, con algunas licencias, ocurrió no demasiado lejos de nosotros. Esas historias que nos hablan de sucesos paranormales que no nacen de la imaginación de los creadores son, para mí, especiales. Porque me acercan a esos primeros visionados con mi hermana, a las historias de fantasmas reales. Mi consejo: empieza con esta, pero sigue buceando en la vida de los Warren.
‘La maldición de Hill House’
Cierro esta particular recomendación con una serie que no creo que sorprenda a nadie. ‘La maldición de Hill House’ ha sido uno de los principales fenómenos de Netflix a nivel mundial. Y ha dado un salto importante que no siempre se da cuando hablamos de terror. Este es un género muchas veces menospreciado, y es raro ver cómo algún título se cuela entre los más destacados del año.
Últimamente, parece que la tendencia va desapareciendo, y lo hace gracias a productos complejos, cuidados y de calidad como la serie de Mike Flanagan. Para mí, uno de los mejores directores de terror del momento. Capaz de jugar con todos los elementos del género y, además, aportar un extra en forma de psicoanálisis, siempre presente en sus historias. En ‘La maldición de Hill House’ todo gira en torno a la muerte y a la aceptación de la misma, un estudio bello y terrorífico que no me cansaré jamás de ver.
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