Las comedias nunca han sido mi debilidad. De hecho, soy de esas personas que no se ríen demasiado viendo películas o series. Sonrisas se me escapan, pero cuando sale una carcajada puede considerarse casi un milagro. De ahí que la primera vez que vi ‘Resacón en Las Vegas’ terminara de hacerlo completamente confundida. Y con agujetas en el estómago. Llegué al largometraje de Todd Phillips gracias a la recomendación de mi hermano y más escéptica de lo que pueda parecer ahora. Y salí con un nuevo deseo desbloqueado: vivir una fiesta sin límites en la ciudad de los casinos. Aunque no sea de reírme, parece que me va el riesgo. 

Me sorprendió enormemente la cantidad de veces que reí a carcajadas ante las ocurrencias de Phil, Stu y Alan, así como ante las diferentes referencias que inundan la película. Y, sobre todo, me sorprendió lo sencillo que era hacerme reír. Y es que lo que hace que ‘Resacón en Las Vegas’ sea tan divertida es la presencia continua de todo tipo de despropósitos. De esas situaciones que ves venir, que parecen evidentes y a la vez imposibles y que arrancan las carcajadas de los espectadores con facilidad. Humor absurdo, humor sencillo y en ocasiones incluso humor básico. Pero más que efectivo. 

Esto no implica que la cinta sea una cinta simple. Su humor sencillo contrasta con una trama bien construida, repleta de giros bien introducidos y tremendamente adictiva. Como también lo son sus personajes, en los que hay tópicos, pero en los que también encuentro un gran carisma. ‘Resacón en Las Vegas’ bien podría haber terminado con su punto y final. Pero todo lo que he señalado empujó a público, productora, estudios y demás a apostar por una segunda parte igualmente satisfactoria. 

Una comedia para todos

Y para siempre. Ya cuando la vi por primera vez, supe que ‘Resacón en Las Vegas’ sería uno de esos títulos a los que, de tanto en cuanto, apetece regresar. Y, sobre todo, de esos a los que no importa volver. Cuando nos los encontramos haciendo zapping solos o en compañía. Una película capaz de hacernos reír años después, cuando muchas bromas ya no son aceptadas de la misma manera y cuando, además, las conocemos al dedillo. Quizá funcione así por su amabilidad, dentro de lo gamberro, o porque va a por ese humor que llega fácilmente. Moviéndose cerca de lo exagerado y en ocasiones vulgar, pero rozándolo mínimamente. Como para causarnos una vergüenza momentánea que da paso a más risas. 

También supe desde el inicio que esta sería una cinta de recomendación fácil. Así lo debió sentir mi hermano cuando me pidió encarecidamente que la viera. A mí, que desde ‘Los padres de ella’ no había llegado a reírme como tal con una comedia. Ese carácter universal es algo que sigue transmitiéndose en cada visionado. Y que tiene su prueba en la audiencia que reúne la película cada vez que se emite en televisión (y no son pocas veces). Los amantes de la comedia llegaron rápido a ella, supieron ver ya en el tráiler su valor y su efecto. Pero todos los demás también hemos ido llegando. Por el boca a boca, por su presencia en canales y plataformas y porque poco a poco se está convirtiendo en un moderno imprescindible. 

Funciona cuando la ves en soledad y también cuando lo haces con amigos. Pero es que incluso lo hace cuando la ves con tus padres, con un ojo pendiente de sus reacciones, a veces desproporcionadas. Y, más allá de esas carcajadas fáciles que arranca a los espectadores o del extraño cariño que le cogemos a este curioso grupo de amigos, creo que en esta universalidad está la magia de ‘Resacón en Las Vegas’. 

Es muy pronto para hablar de clásico. Al fin y al cabo, acaba de cumplir once años, una cifra irrisoria si queremos utilizar la palabra mágica. Pero todo apunta a que terminará colándose definitivamente en las listas de mejores comedias cinematográficas de la historia.