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River y Joaquin Phoenix, la contradictoria historia de dos hermanos que nunca lo tuvieron fácil

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Sólo unos cuantos afortunados han podido ver ‘Joker’, pero ya se habla de Joaquin Phoenix como principal candidato para hacerse con el Oscar a Mejor Actor. Todo apunta a que su interpretación, en la que, según dicen, ha vuelto a dejar una parte de su alma, va a ser la mejor del año. Y sin siquiera haber disfrutado de ella, confiando ciegamente en el criterio de los profesionales que sí han podido hacerlo, cruzo los dedos a escondidas por que estas predicciones se cumplan. Habría algo de justicia divina en que Joaquin Phoenix se llevara por fin su -merecido- Oscar y, sobre todo, habría mucho de justicia divina en que lo hiciera por un personaje como este, atormentado por culpa de una sociedad cruel que rechaza al diferente y moldeado por el dolor y por esta crueldad. 

Creo que no me equivoco si afirmo que somos muchos, miles, los que nos encontramos en esta situación. Igual que ocurrió con DiCaprio en su día, se ha generado una especie de unión entre los amantes del cine, que nos empuja a pedir ese Oscar para Joaquin y que nos hace vivir sus éxitos el doble. Algo curioso, si tenemos en cuenta que no es, ni mucho menos, el actor más carismático de su generación. Al contrario, se caracteriza más por su hermetismo, que poco a poco va diluyéndose. 

Si la tragedia no se hubiera cruzado en su camino hace casi 26 años, entre esos miles de amantes del cine que esperamos casi con ansiedad escuchar su nombre como ganador de la estatuilla, también se encontraría su hermano River. Para los más jóvenes, para aquellos que se inician ahora en esto del séptimo arte, casi un desconocido. Y para quienes tuvieron la suerte de disfrutarle en vida, una leyenda que podría haber sido el mejor actor de su generación y uno de los mejores de la historia del cine, así como un alma que nunca estuvo preparada para una fama que detestaba y de la que huía. 

Me topé con la historia del talentoso, guapo y siempre diferente River Phoenix cuando yo misma comencé mi romance con el séptimo arte. Fue leyendo acerca de Leonardo DiCaprio cuando encontré por primera vez su nombre, y como atraída por un imán gigante no pude evitar investigar. A partir de ahí, todo se sabe. Joven prodigio de la interpretación, dispuesto a romper todos los moldes de Hollywood, nominado al Oscar a Mejor Actor de Reparto con solo 18 años y fallecido a los 23 víctima de una sobredosis de hasta 5 drogas. Una acera de Los Ángeles le vio sucumbir finalmente a un infierno que pocos conocían, la puerta de The Viper Room, un club nocturno propiedad de Johnny Depp en ese momento, fue el escenario de su verdadero acto final. Allí estaba un jovencísimo Joaquin Phoenix, perdiendo a su hermano, sin ser consciente de que ya había nacido el mito. 

Dos vidas

La de River Phoenix fue una de esas muertes capaces de impactar y dejar en shock a toda una sociedad, que en ocasiones parecer ser o querer ser ciega. Aparentemente, lo tenía todo para ser feliz. Una carrera exitosa, en la que además se podía permitir escoger los papeles. Un físico perfectamente encajado en los cánones de belleza de la época. Un nutrido grupo de amigos con los que disfrutar de ese éxito y esa fama que había cosechado desde su adolescencia. Y unos hermanos que le adoraban y que eran el eje en torno al que giraba su vida. Por eso sorprendió, por eso supuso un duro golpe para aquellos que no habían visto o no habían querido ver. 

No es oro todo lo que reluce, el refrán que mejor se puede aplicar a la vida de las estrellas de Hollywood, es perfecto para la historia de River Phoenix. Detrás de su cara bonita y de su talento camaleónico, se escondía una complicada vida y un tormento que nunca llegamos a conocer a fondo. Era el mayor de cinco hermanos y llegó a este mundo que tanto quería y tanto protegía en el seno de una familia hippie que no tardó en unirse a la secta Hijos de Dios. Esta decisión de sus padres acabaría condicionando por completo su vida y su desarrollo. 

Junto a ellos, se marchó a América del Sur cuando era solo un niño, y en sus viajes como misioneros la familia fue aumentando. Hasta que los padres, al fin conscientes de la suciedad que escondía esa secta, decidieron separarse de ella y regresar a Estados Unidos. Empobrecidos, utilizando a River como método para ganar dinero cantando en la calle. Una infancia que, sin duda, instauró ciertos demonios en su interior. Unos demonios que nunca se fueron. 

Joaquin siempre tuvo en él a uno de sus mejores amigos, pero también un ejemplo a seguir. De hecho, él mismo ha confesado en numerosas ocasiones que fue el empuje de su hermano el que le llevó a actuar y el que le mantuvo ahí cuando los papeles no llegaban y cuando su estado de ánimo se desplomaba. Y cuando River se marchó, demasiado pronto y de una manera demasiado dolorosa y brusca, perdió su rumbo durante un tiempo, se mantuvo alejado de la pasión que compartía con su alma gemela y por momentos creyó que nunca regresaría. Quizá por eso, el triunfo que vislumbran ya algunos de cara a los próximos Oscar sabe a gloria incluso en la distancia. 

El bullying, la pérdida de su hermano, su adicción al alcohol y otros muchos fantasmas que nunca ha querido compartir con el resto, han marcado su vida, en la que Joaquin siempre ha sabido salir adelante. Su vida y la de su hermano fueron caminos paralelos durante 19 años, y probablemente lo habrían seguido siendo si las drogas no las hubieran roto. Un supuesto que aún resquebraja a los amantes del cine. 

Dos gotas de agua

No, no me he vuelto loca. Soy consciente de que el parecido físico entre River y Joaquin Phoenix es inexistente. Sin embargo, ese aspecto, esa apariencia, les ha marcado a los dos. En el caso de River, fue uno de los motivos por los que se le abrieron muchas puertas, que luego él supo mantener de par en par gracias a su talento. Y también ha sido uno de los motivos por los que se le han cerrado otras tantas a su hermano menor. Es curioso ver ahora cómo ese al que tanto rechazaron, en el ámbito profesional y en el personal, está considerado como uno de los talentos más arrebatadores de su generación. Y sólo de pensarlo viene a mi mente la sonrisa torcida de su hermano mayor. 

En cierta manera, alejándonos de sus diferencias físicas, River y Joaquin fueron efectivamente dos gotas de agua. Dos jóvenes amantes de la naturaleza, que en todo momento tenían -y Joaquin sigue teniendo- presente la importancia del respeto al medio ambiente, apasionados por el cine e introvertidos, alejados de ese mundo de flashes y glamour que otros perseguían. En su momento, fue ese mundo el que engulló a la estrella más prometedora de la Generación X, y ese es el mundo del que Joaquin sigue huyendo a su manera. Nada tiene que ver con otras estrellas de la actuación, que se pasean por eventos y fiestas continuamente. Él es actor, como lo fue su hermano, y entiende esto como su profesión y como su pasión, no como algo que tenga que marcar y definir su vida. 

Dos gotas de agua rebosantes de talento y de sensibilidad. Cuando interpretan, cada uno tiene su estilo, cada uno se acerca a los personajes de una manera, pero ambos comparten esa sensibilidad tan especial que les ha permitido desde sus inicios meterse de lleno en los personajes y convertirse en ellos. Ambos fueron, son y siempre serán, porque el cine es eterno, unas rarae aves, como diríamos en latín, dentro del mundo del espectáculo. 

Lo mucho que está por venir y todo lo que nos falta

La crueldad del ser humano, que parece ser un elemento permanente en la vida de los hermanos Phoenix, ha generado ciertas habladurías en torno a la carrera de Joaquin. El rumor, la teoría o como quiera llamarse que asegura que la carrera del protagonista de ‘Joker’ ha sido exitosa por la muerte de su hermano se ha escuchado ya en demasiadas ocasiones. Hay quien opina que el talento de dos familiares cercanos no puede convivir, y que sólo uno de ellos dos habría alcanzado la gloria. En esta estúpida ecuación, porque no se puede definir de otra manera, River ya había salido ganador a finales de los 80. Él ya era toda una estrella del séptimo arte cuando perdió la vida, y son muchos los que creen que esto no habría sido compatible con el ascenso de su hermano, que éste nunca se habría producido. Menuda idiotez, ¿no?

Si hay algo que ha demostrado Joaquin Phoenix desde que regresó a la actuación, tiempo después de ese fatídico 1993, es que tiene talento y pasión de sobra. Que es único para meterse de lleno en los papeles que se cruzan con él, sin la necesidad de que estos se encuadren dentro de un mismo estilo o unas mismas características. Que hace cine con mayúsculas y sin complejos, y que no se cansa de ello. Lo ha demostrado en numerosas ocasiones porque ha tenido que hacerlo, porque parece que necesita convencernos una y otra vez de que es un gran intérprete y, por encima de todo, un artista polifacético e inagotable. 

Y nos queda mucho de él. Empezando por ese ‘Joker’ que ya llega y siguiendo por los otros muchos proyectos que irán apareciendo, en los que seguro Joaquin Phoenix volverá a explorar sus límites y aquellos parajes en los que nunca se ha adentrado. 

Mucho por disfrutar mientras echamos en falta todo lo que nos perdimos. ¿Qué habría sido del joven River si las drogas no se hubieran cruzado en su andadura? ¿Cuántas estatuillas decorarían la estantería principal de su salón? ¿Quién habría sido su director más cómplice? Nos hemos perdido papeles maduros, papeles valientes y papeles transgresores, que seguro habrían formado parte de su carrera. Quizá un ‘Brokeback Mountain’ o incluso un ‘The Fighter’, largometrajes en los que sin duda habría brillado. La vida, el destino, las malas decisiones, las drogas o la maldición de aquellos que están bendecidos con el verdadero talento nos arrebataron estas y otro sinfín de posibilidades.

La gran contradicción

Las vidas de River y Joaquin Phoenix, una demasiado corta y la otra siguiendo su curso natural, han estado plagadas de contradicciones, pero hay una que lo domina todo. 

Aparentemente, tal y como lo veía el público en su momento, River lo tenía todo para ser feliz. Una carrera que no dejaba de engordar como si se tratara de un pavo meses antes de Acción de Gracias, un rostro perfecto, un entorno en el que recibía amor y cariño continuos. Y mientras tanto, su hermano menor, Joaquin, se mantenía en la sombra, buscando la aceptación que muchas veces se le negaba por su aspecto físico y luchando contra un acoso que siempre le marcó. 

Dos caras de una misma moneda que dio un giro inesperado. La lógica nos invitaba a pensar que River viviría una vida de éxitos y felicidad y que Joaquin sería quien, probablemente, sucumbiría frente a sus demonios. He aquí la gran contradicción. Detrás de la lógica, que a veces es ciega, se encontraba la realidad. Una realidad que empujó a River hacia su perdición y una realidad a la que ha vencido Joaquin, que puede presumir de poseer una de las carreras más interesantes e impecables del Hollywood actual. 

Su infancia marcó a ambos, como también lo hizo su amor por el cine y la actuación. La fama también amenazó con marcarles, pero uno supo controlarla y el otro fue engullido por ella. Pero los dos se hicieron con el cine, le convirtieron en su salvación, en su cura, en su motivo y en su aliado. Y el séptimo arte se hizo y se sigue haciendo algo más brillante y más auténtico gracias a sus talentos, unos rarae aves de esos que nunca cansan.

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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