Este artículo contiene spoilers de ‘Antes de que no haya tiempo’.
Hemos vuelto a escuchar las manecillas del reloj avanzando a la velocidad de la luz. Hemos vuelto a recorrer los pasillos del (nuevo) Ministerio, aunque haya sido tan solo por algo más de 10 minutos. Los ministéricos estamos de enhorabuena. Este mismo lunes 20 de abril se ha estrenado en RTVE.es ‘Antes de que no haya tiempo’, corto precuela de la cuarta temporada de ‘El Ministerio del Tiempo’, que esperamos de cara a los próximos meses. Un aperitivo en el que Javier Olivares y compañía han sabido recoger todos los elementos esenciales de la serie y volver a situar al espectador en el punto en el que se encontraba cuando la tercera entrega llegó a su fin.
En este corto, además de tirar de nostalgia y de sentimientos para reconectarnos con la historia, se nos presenta el conflicto del que presumiblemente partirá la cuarta temporada. Un conflicto que ya nos adelanta el regreso de uno de los personajes más queridos de la serie: Julián. O casi. Ahora parece llamarse Eulogio Romero y, aparentemente, vive al margen del Ministerio, lo que le convierte en un posible enemigo de quienes fueron su familia.
Junto a este esperado regreso, que terminará de producirse con el estreno de la cuarta temporada de ‘El Ministerio del Tiempo’, este corto ha traído de vuelta también los homenajes, los guiños, la unión de épocas y la divulgación, señas de identidad de la serie. En una labor de guión magnífica, a la altura de las expectativas o incluso superándolas, ‘Antes de que no haya tiempo’ aúna todo lo que eleva a la serie de Televisión Española y todo lo que el público echa de menos. Abriendo el apetito y conectando de forma directa con los sentimientos del espectador y con la unión de éste con los personajes y con la propia historia.

Vuelve, Benito, vuelve
Dejando a un lado el celebrado regreso de Julián, todas las miradas se han dirigido inevitablemente a un inesperado y divertido Benito Pérez Galdós. En su año, este literato hace su primera aparición en la serie interpretado por el siempre natural y cercano Manolo Cal y metiéndose a todo el público en el bolsillo. De la misma manera que en un principio nos sorprendió ver a Velázquez pintando retratos robots, ahora Javier Olivares nos sorprende transformando al genio de las letras en un genio de otro tipo de código. Un experto en IT.
De nuevo, ‘El Ministerio del Tiempo’ ha eliminado toda la distancia existente con nuestra historia y nuestras figuras, acercándonos ahora a este escritor y poniéndole a solucionar problemas informáticos mientras escribe unos nuevos Episodios Nacionales. Basados en nuestra época, en 2020. Así, Olivares y compañía vuelven a despertar nuestro interés y a conseguir que nos pique el gusanillo del conocimiento, a veces aplacado por fuerzas externas o internas. Y, de repente, con unos pocos minutos y un guiño que nos invita a pensar en un posible romance con Angustias (¿soy la única que lo he visto?), queremos leer la opinión de Galdós acerca de nuestro siglo y de nuestra sociedad.

Volvemos a ser protagonistas
Si hay algo en lo que ‘El Ministerio del Tiempo’ marcó la diferencia en su día, fue en convertir al espectador en protagonista. La serie de TVE siempre fue una especie de serie 4.0, en la que no sólo se nos entregaban capítulos para disfrutar, sino que también se nos proponían retos, convirtiéndonos en agentes del Ministerio. Y en la que, también, se nos introducía en el otro lado, en los guiones, en la dirección, en la concepción de la serie como tal. Una revolución en nuestra ficción de la que seguimos disfrutando como si fuera la primera vez.
Este ‘Antes de que no haya tiempo’ es otra muestra del papel primordial del espectador para el equipo de la serie. La propia existencia del corto es un regalo para los fieles seguidores que han sabido esperar a un regreso que por momentos pareció imposible. Pero su protagonismo, nuestro protagonismo, va más allá aquí. Con un juego de cámaras, el espectador regresa al Ministerio -ahora en otro edificio- dentro del cuerpo de Pacino, mirando con sus ojos y caminando con sus pies. Ese primer paseo por los nuevos pasillos, casi como si de un videojuego se tratara, no es sólo el mejor regreso posible, sino un claro mensaje para los espectadores: seguimos formando parte de este maravilloso equipo.
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