No era sencillo el reto que se le planteaba a Àlex Monner con ‘La línea invisible’. Siempre que hablamos de interpretar a una persona real, encontramos una dificultad añadida. El actor, por supuesto, siempre tiene cierta libertad creativa, sobre todo cuando hablamos de personas que no son o fueron conocidas a nivel global -no me imagino a Gary Oldman tomándose licencias a la hora de interpretar a Churchill-, pero tiene que ceñirse a una realidad que muchas veces ni siquiera ha podido contemplar con sus propios ojos. En el caso de Txabi Etxebarrieta, al que da vida Monner en la serie de Movistar+, ocurría algo similar. Aunque este líder de la banda terrorista ETA es fundamental en su historia y es enormemente conocido por los estudiosos de la banda y por quienes la han vivido de cerca, ya sea desde dentro o desde fuera, no es un personaje público del que se tengan demasiados archivos. No tenía cientos de vídeos en los que fijarse. Tan solo las palabras de quienes le conocieron y algunos libros. 

Una tarea, como señalaba, nada sencilla que nos ha entregado en forma de resultado magnífico. Tal y como él mismo nos comentaba hace unos días, para construir a este Txabi Etxebarrieta tan complejo y con tantas caras, Àlex Monner se sumergió por completo en la persona detrás del personaje y en su entorno. Se mudó a Euskadi tiempo antes del rodaje, se empapó de sus colores y sus olores, de ese acento que tan bien ha sabido plasmar, sin ningún tipo de exageración, y de sus sentimientos. Lo hizo a la vez que leía sobre la vida de Txabi y sobre su interior, esto último a través de sus poesías, desde las que también construyó su alma. Un trabajo completo y redondo que ha encontrado su recompensa en una interpretación honesta y que desprende una humanidad que muchas veces se pierde cuando hay una pantalla de por medio. 

Quien le descubra ahora, puede sorprenderse por el alma que tiene su interpretación y por la fuerza y la fragilidad que es capaz de transmitir con una diferencia de pocos minutos. Pero quien lleva viéndole crecer en la pantalla desde su adolescencia encontrará en ‘La línea invisible’ una muestra más que reafirma que Àlex Monner es uno de los actores jóvenes más talentosos de nuestro país. Un actor que se mueve siempre en la verdad y que siempre otorga una profundidad única a sus personajes, incluso a aquellos que no cuentan con tanto tiempo en pantalla como sí lo hace Txabi. Un actor del que nunca veremos una escena plana o vacía de emociones. Y un actor valiente, imposible de encasillar, que se atreve con todo y que no entiende de retos imposibles. 

Él mismo asegura que no tiene predilección por un tipo concreto de personajes, y su carrera lo respalda. Tan solo en este último año le hemos visto interpretar a personajes completamente opuestos, cada uno con exigencias totalmente diferentes, y siempre entregándonos trabajos más que correctos. Detrás de esto hay un enorme trabajo de documentación y de inmersión en diferentes realidades y vidas, pero también un talento innato que ya disfrutamos en los inicios de su trayectoria, en títulos como ‘Los niños salvajes o ‘Pulseras Rojas’, con la que tuvo su primer contacto con el gran público. 

Desde entonces, Àlex Monner se ha movido entre películas independientes y trabajos más comerciales, como ‘Sé quién eres’ o ‘Vivir sin permiso’, en todos ellos atreviéndose con personajes diferentes y en los que encontramos el sello del propio actor. Y todos ellos con esa humanidad y ese alma con las que sólo unos pocos afortunados son capaces de bañar sus trabajos. Una humanidad y un alma que no se estudian en clases de interpretación y que no se pueden forzar, que salen del talento natural de los intérpretes y que generalmente marcan la diferencia entre una interpretación correcta y una sublime. La de Txabi Etxebarrieta, sin duda, se encuentra entre las segundas y eleva ‘La línea invisible’, componiendo un cuadro perfecto junto al guión, la dirección, la fotografía y, por supuesto, las interpretaciones de sus compañeros de reparto en la serie de Movistar+.