Hay voces que nos trasladan a lugar y a momentos únicos. Sin importar lo que canten y cuándo lo hagan, tienen ese poder sobre nosotros y sobre nuestro subconsciente. A mí personalmente me ocurre con la de Luke Hemmings. Pasé parte de mi post-adolescencia escuchando las canciones de 5 Seconds of Summer en bucle, también cuando ni siquiera habían logrado lanzar su primer álbum y tenía que contentarme con algún EP y covers que aún me siguen emocionando, como ‘I Miss You’. Ahora, años más tarde y en un punto completamente diferente de mi vida, en todos los niveles, sigo disfrutando de la música de la banda australiana, que ha sabido adaptarse a los cambios del mercado y, sobre todo, sobrevivir al boom de los comienzos. Prueba de ello es su cuarto álbum de estudio, ‘CALM’, que ha llegado al mercado este mismo viernes 27 de marzo. 

En un momento tan cambiante para la industria musical, en el que salen artistas y grupos de debajo de las piedras y lo hacen con una difusión que antes era complicado hasta soñar, mantenerse en la cresta de la ola sin perderse a uno mismo es una tarea casi imposible. Por eso, este ‘CALM’ tiene mucho más valor de lo que puede parecer en un principio. No sólo es un hito para la banda, que les confirma como uno de los grupos más sólidos de la última década, sino que es una muestra clara de que los cuatro australianos siguen sabiendo quiénes son y qué música quieren hacer. Mantienen su sonido original, pero sin que éste se haya quedado estancado. Mantienen su esencia, pero mostrando una importante evolución a nivel personal y profesional. Y mantienen intacta su pasión por la música, que ha sabido sobreponerse a la fama, a los cambios y a los obstáculos. 

En ‘CALM’ seguimos escuchando los sonidos que bañaban su primer disco, pero ahora llegan acompañados de la onda pop de los 80, de algo de música electrónica y de su propio sello, esa unión de instrumentales cañeros con letras profundas. Siguen siendo los mismos de siempre, pero han crecido y con este álbum presentan una importante declaración de intenciones: no van a dejar de hacerlo. Y nosotros, o al menos yo, encantados de que sea así. 

¡Qué gusto!

La música de 5 Seconds of Summer está cargada de virtudes y de personalidad. Recoge los sentimientos y los pensamientos de diferentes generaciones y los convierte en las palabras que muchos no encuentran. Pero, por encima de todo esto, es un disfrute. Da gusto escucharla, tumbado en la cama o dando saltos por la habitación. La banda australiana tiene la capacidad de sacar lo mejor de quien escucha sus canciones a través de su música, que siempre transmite cosas buenas, incluso cuando gira en torno a los sentimientos más oscuros. Y no es fácil conseguir esto, sobre todo no es fácil hacerlo en todos y cada uno de tus temas. 

Una importante parte del peso de todos esos sentimientos positivos se encuentra en los instrumentales. La banda australiana se apoya enormemente en la parte instrumental, en la que siempre experimentan, saliéndose de su zona de confort. En ‘CALM’ vuelven a hacerlo, sobre todo en temas en los que unen la batería de Ashton Irwin con una electrónica que años atrás jamás habríamos imaginado escuchar en su música y que tanto nos convenció en el pasado disco. Ahí vemos la evolución de 5SOS, en canciones rompedoras como ‘Red Desert’, con la que nos meten de lleno en el álbum desde el primer contacto, pero también con temas como ‘High’, con el que se despiden de manera dulce y dejando un sabor de boca muy, pero que muy bueno. 

Este ‘CALM’ tiene perlas, como la ya escuchada ‘Easier’, que está llamada a ser uno de los grandes éxitos de la banda, o la maravillosa ‘Old Me’, donde nos encontramos de frente con los orígenes de la banda, a nivel personal y profesional. Todo el álbum en sí es un recorrido por una vida y por el gusto musical de los cuatro componentes de la banda, que vuelven a brillar y a equilibrar la balanza de manera perfecta. Todos destacan, todos rozan la excelencia en sus puestos y todos trabajan en pos de la unión que siempre ha definido a 5 Seconds of Summer. 

Dentro de la evolución y la madurez que muestran en este cuarto álbum, no puedo evitar quedarme con la honesta y sensible ‘Best Years’. Siempre he sido muy de baladas y siempre he creído firmemente que, detrás del espectáculo de luz y color que baña los temas más movidos de la banda, es en ellas donde sacan su auténtica fuerza, que a veces reside en lo más delicado.