Una Navidad extraña, en la que no había demasiadas ganas de celebrar, llegué a ‘Citas’ sin buscarlo. Sin saber qué iba a encontrar en ella. Y me enamoré. La serie creada por Pau Freixas, que explora el mundo de las primeras citas (y, a veces, de las segundas y las terceras), resultó ser una propuesta fresca, emocionante y entretenida. Un refugio perfecto para tiempos raros, en el que encontré cosas en mí que nunca antes había encontrado. Además de descubrir perlas a nivel de interpretación de las que, años más tarde, sigo disfrutando en otras ficciones.

Supongo que no hace falta que estés viviendo un momento extraño para que ‘Citas’ te acoja como me acogió a mí. Pero si lo estás haciendo, hay algo que ya puedo garantizarte: es una medicina inmejorable para recuperar la ilusión. Y es que este sentimiento, generalmente dominante en las primeras citas, está perfectamente recogido en cada capítulo. Al menos en uno de los personajes protagonistas, que llega al local con la esperanza de encontrar el amor que tanto quiere y está buscando. Una ilusión que baña cada restaurante y cada paseo y que termina inundando una Barcelona de la que también es imposible no enamorarse.

Nunca he sido demasiado romántica. Me gustan las ficciones de amor, pero no suelo encontrarme en ellas. Sin embargo, sí me vi en ‘Citas’. En los nervios, en las dudas y en los miedos. Y también en esas repentinas ganas de enamorarme que se apoderaron de mí en los primeros compases de la primera temporada. Rompiendo la cuarta pared, la serie de Pau Freixas despertó en mí no la necesidad, sino las ganas de vivir una primera, una segunda y una tercera cita. De volver a sentir el estómago del revés y la sorpresa que provoca conectar con alguien desde un comienzo. Y de conocer a gente nueva, diferente y con mucho que contar.

Barcelona

Además de conectarme de nuevo y de devolverme la ilusión, así como de generar un extraño impulso de instalarme alguna aplicación para encontrar a mi alma gemela, ‘Citas’ despertó en mí un profundo amor por Barcelona. Por sus calles y sus locales, por su gente y por su diversidad. Y por la vida que se respira en una ciudad que nada tiene que ver con las que la rodean. Si tú también has caminado por ella hasta las 4 de la madrugada, has cenado en sus locales más humildes y en los restaurantes de moda y has disfrutado de fiestas en los lugares más inimaginables, me entenderás. Barcelona es única.

Esto es algo que también se respira en cada episodio de la serie, en cada encuentro y en cada historia. ¿Podría haberse ambientado en cualquier ciudad? Probablemente. Pero el resultado sería bastante diferente. Se perdería una importante parte de la esencia y de la autenticidad de la ficción, en la que la ciudad, aunque no lo parezca, tiene un papel muy importante. O, al menos, así lo entendí yo aquella Navidad fría, en la que pasé noches enteras en vela, entre citas que no eran las mías e historias que sentía como un reflejo. Con el apetito y la curiosidad más despiertos que nunca.

¿Por qué ‘Citas’?

Son muchas las ficciones que giran en torno al amor. Tantas que podríamos recomendar una cada día del año y nos sobrarían para otro año más. Pero ‘Citas’ es original, es fresca y no se queda simplemente en el amor como el concepto generalizado que tenemos. Nos habla de la atracción, de las relaciones que se cocinan a fuego lento y sin flechazos, de las ataduras que ni siquiera sabemos que tenemos, de los prejuicios y el daño que nos hacen, del auto-descubrimiento y la necesidad de que se produzca, del placer del sexo por el sexo y del placer del sexo con amor. A través de las diferentes historias, conocemos el amor de muy distintas maneras.

Su originalidad y su frescura ya son razones suficientes para darle una oportunidad. E imagino que también cuenta como razón todo lo que he confesado antes, incluso las ganas de instalarme una app de citas. Pero no puedo dejar fuera de la ecuación su elegante dirección, su acertado guion, su bellísima fotografía y las grandes interpretaciones que recorren sus dos temporadas. En esta serie podemos disfrutar del arrollador talento de Laia Costa y descubrir a un intérprete salvaje como es Isak Férriz, por poner dos ejemplos entre decenas.

Eso sí, sólo te pido una cosa. Si decides darle una oportunidad y poner a prueba tu corazón de piedra, hazlo en versión original. Es la única manera de que ‘Citas’ llegue a ti como tiene que hacerlo.