Recomendación Del DíaViernes

‘Cuestión de justicia’ y todo lo que cambió en mí

0

El ruido de los pocos objetos que habitan en las celdas de los condenados a muerte golpeando los barrotes de las mismas se ha quedado dentro de mí. Si cierro los ojos, lo escucho. Como un goteo incesante que grita, sin hacer demasiado ruido, y que araña con una profundidad incurable. La primera vez que vi ‘Cuestión de justicia’, sentí su repiqueteo como un martillo pilón que atacaba todos mis muros. Todas mis certezas y mi propia realidad. Hasta romperla como si fuera un enorme cascarón que, sin ser consciente de ello, me había mantenido distante de una realidad que ni siquiera debería existir.

La cinta dirigida por Destin Cretton no es, ni mucho menos, la primera que veo acerca de la pena de muerte. Como otros muchos, he crecido con visionados como el de ‘La milla verde’, pero a veces la edad y el momento sí son factores determinantes. Con ello, no quiero afirmar que la película protagonizada por Tom Hanks no me llegara. Al contrario. En mi primer encuentro, me afectó tanto que decidí desterrarla por un tiempo de mi filmografía personal. Pero, aunque sentó una importante base en mi conocimiento y mi opinión acerca de esta terrible práctica, no me rompió y me abrió como sí lo hizo ‘Cuestión de justicia’.

Quizá en este punto ya haya quedado claro que me opongo rotundamente a la pena de muerte. En todos los casos y en todos los supuestos. Pero manteniendo la senda de sinceridad con la que he comenzado este artículo, confieso que hasta hace bien poco no había dedicado demasiado tiempo a pensar en ella. Existía en mí como un tema sobre el que tenía una opinión formada, pero no bien cimentada. Ni siquiera basada en información, simplemente en mi concepción de la vida y el valor que le otorgo a la misma. Fue ‘Cuestión de justicia’, con el repiqueteo de las tazas contra los barrotes, la razón que me impulsó a informarme y formarme. A pensar y repensar en esa realidad que nos pilla tan lejos. Y a dedicarle la atención que merece y que mi posición privilegiada le había negado durante demasiado tiempo.

El valor de la película


Cuestión de justicia

Pocas películas te cambian o te tocan como me ha tocado a mí ‘Cuestión de justicia’. Mi vida sigue igual, no he decidido dar un volantazo y dirigirme hacia un destino que no contemplaba. Pero ha dejado en mí una huella mucho más grande de lo que fui capaz de ver en los días posteriores al primer visionado. Una huella que se ha traducido en esa mayor formación y en la creación de una opinión firme mucho mejor cimentada. Pero también en una conciencia que quiero transformar en activismo, después de mucha reflexión. Tras años oculta en un rincón interior que sólo poseemos los privilegiados, la pena de muerte se ha asentado en mi mente. Y la lucha contra la misma, entre mis prioridades.

Me recuerdo saliendo de la sala de cine con angustia en el pecho y conteniendo los sollozos. Pero también con la certeza de que, en la medida de lo posible, quiero hacer algo con mi vida que importe. Que merezca la pena. Bryan Stevenson sólo hay uno, aunque un mundo repleto de personas como él sería mucho mejor. Pero desde ese visionado no he dejado de pensar en cuál es mi papel, en qué puedo hacer para marcar la diferencia. Aunque sea mínima.

Y de ahí han surgido páginas webs, redes sociales, plataformas de apoyo y la posibilidad de comunicarme con aquellos que, como Walter McMillan o Herbert Richardson, esperan su sentencia entre cuatro paredes. Personas que han sido despojadas de su humanidad y torturadas durante años, en los que esperan en silencio a que llegue una fecha que ninguno tenemos programada. Seres humanos que, pese a haber cometido delitos horribles por los que deben pagar, jamás deberían ser pagados con una moneda envenenada como es la pena de muerte. Nunca. Pero menos ahora, en pleno siglo XXI, con una sociedad supuestamente concienciada y avanzada. Y consciente de los muchos fallos que ha habido y sigue habiendo en el maldito corredor de la muerte.

Supongo que este relato, que quizá no te haya aportado nada, es la prueba del valor de una película como ‘Cuestión de justicia’. De su historia, real y potente, pero también de su narración. Humana y comprometida, directa y sin anestesia, realista y claramente posicionada. Perfecta para que el relato llegue y marque, para que impacte tanto como le impactó al bueno de Bryan Stevenson su primera vez en el corredor.

La película


Cuestión de justicia

De nuevo, tirando de sinceridad, espero haber encendido tu curiosidad con todo lo anterior. Que estés deseando terminar de leerme para ponerte a ver ‘Cuestión de justicia’. Y para conocer esa historia que tanto me ha marcado a mí. Pero, por si no es así, quiero hablarte un poco más de la película. A través de ella, tenemos la oportunidad de conocer la figura de Bryan Stevenson y sus inicios. Un joven abogado afroamericano licenciado en Harvard, con numerosas ofertas laborales por delante, que decide dejarlo todo para ofrecer ayuda legal gratuita a los condenados a pena de muerte en Alabama. Probablemente, uno de los rincones más racistas de todo Estados Unidos.

Es allí donde conoce a Walter McMillan, un hombre condenado por un asesinato que asegura no haber cometido. Sin ningún tipo de prueba, con decenas de testigos que le sitúan a kilómetros de donde se cometió el crimen y con un solo testimonio, cuanto menos sospechoso, que le incrimina. En definitiva, un caso que parece inventado en pos de darle emoción a la historia. Pero que es tan real como todo lo que vemos en ella. Y que, además, representa otros tantos casos insostenibles que, a día de hoy, siguen dándose en Estados Unidos.

En la mirada de Michael B. Jordan, encargado de dar vida a Stevenson, se encuentran fácilmente su determinación y su compromiso con la justicia. También el dolor que se siente al perder una inocencia que ni siquiera sabemos que poseemos. O la rabia, el asco y la desesperación que le produce comprobar lo poco que valen las vidas humanas. Sobre todo las de los afroamericanos. Pero sin hacer distinciones que otros sí hacen y utilizan en su favor. El actor se entrega a una historia y a un proyecto estrechamente relacionados con él. Y eso aparece perfectamente reflejado en una interpretación que, bajo mi óptica, merecía mucho más reconocimiento. Como ocurre en el caso de Jamie Foxx, que interpreta a McMillan, o Rob Morgan, que da vida a Herbert Richardson.

Mirándola desde la distancia, y después de varios visionados, creo que ‘Cuestión de justicia’ es una experiencia de inmersión. A través de un ritmo calmado, pero constante, entramos nosotros mismos en ese corredor. Conocemos la angustia y la sentimos, la palpamos, probablemente por el realismo y por la potencia de las historias que hablan de algo tan básico como la vida y la muerte. Y la emoción se apodera de nosotros. Sin caer en el sentimentalismo o en la lágrima fácil, que podrían haber sido unos recursos que echaran a perder la película.

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

A Girl Called Eddy lanza el videoclip de ‘Jody’

Previous article

Crítica: ‘Maldita’ es una historia vista mil veces, y carece de fuerza

Next article

Comments

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Login/Sign up