Es un tema recurrente, pero es evidente que se sigue sin aceptar. En el mundo del cine se suele observar que la muerte está siempre presente de una manera u otra, ya sea con un amor que se acaba, un final inesperado o la propia muerte. Aceptar el destino, ese que no se puede cambiar. Es complicado poder expresar tanto en tan poco tiempo, pero en el corto  ‘El pas de Sant Joan’ se confirma que se puede narrar una historia tan profunda en tan poco tiempo.

En algo más de 18 minutos, en este corto de la directora Ana Ortiz nos acerca a un hecho que es inevitable. La muerte es un hecho, y lo hacen con tres perspectivas: quién la busca, quien se la encuentra y de quién se la está encontrando. En ‘El pas de Sant Joan’ nos encontramos con un corto rompedor y que nos adentran a una realidad que se tiene que aceptar. En la vida lo único claro es la muerte y todos acabaremos en el mismo sitio.

‘El pas de Sant Joan’ es una oda al proceso de la muerte. Lo hacen interactuando con el propio ejemplo y mito del conocido “túnel”. Desde una perspectiva distinta y diferente no tienen miedo a representar todos los procesos que se encuentra la persona en el final de sus días. Con una magnífica interpretación de Francesc Ferrer en la que logra transmitir una veracidad envidiable, y sobre todo, consigue que el espectador consiga entender el tránsito y la aceptación de un final que está escrito. Las preguntas que no tienen respuesta, la emoción de todas las personas implicadas y  la serenidad de los involucrados están presentes.

Un emotivo corto

La muerte está siempre presente. En ‘El pas de Sant Joan’ han sabido representarla a la perfección gracias a una imagen única y especial, de esas que te arropan y que emociona en todo momento. El tratamiento de la imagen ha sido el adecuado y lo hacen con el mimo de estar controlando todo siempre, creando así una atmósfera muy particular.

‘El pas de Sant Joan’ es uno de esos proyectos audiovisuales que por mucho que lo veas no te cansarás nunca de ello. En cada visionado aprendes algo nuevo y lo haces enamorándote de unos personajes que son prácticamente perfectos. En este corto de Ana Ortiz nos adentra en lo más profundo del ser humano: sus miedos. En nuestro día a día hay un tabú que no es más que una negación a aceptar un destino que ya está escrito.