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‘El último hombre negro en San Francisco’: una historia de personas

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Nunca me había parado a pensar en la población de San Francisco. Una ciudad que, generalmente, llama la atención de todo el mundo. Por sus enormes cuestas y por sus pintorescas casas victorianas. Y también por la tecnología, claro. Curiosamente, tampoco he pensado demasiado en ella como destino turístico o como ciudad soñada. Nunca he sentido esa atracción que sí sienten millones de viajeros, ni siquiera aparece entre mis destinos deseados dentro de Estados Unidos. Quizá por eso, no me había percatado de que prácticamente no alberga población afroamericana, al menos no en el núcleo de la ciudad. Esa fue la primera sorpresa que me llevé con ‘El último hombre negro en San Francisco’.

Supongo que, el título, ya parece decirlo todo. Y, en parte, lo hace. Nos señala directamente a esa situación extraordinaria que habla de segregación, aunque ahora se trate de una segregación silenciosa. Y, probablemente, ignorada por la mayoría. Una segregación que empuja a la población afroamericana a vivir en las afueras, en barrios antiguos y con altos niveles de pobreza y desempleo o empleo precario. No voy a hablaros de esto hoy, aunque bien podría. Pero digamos que, aunque no lo diga con palabras, ‘El último hombre negro en San Francisco’ hace bien en señalar esa realidad que los privilegiados tendemos a ignorar.

La siguiente gran sorpresa que me llevé con la película de Joe Talbot llegó en forma de dos interpretaciones que me cautivaron casi desde el inicio de la cinta. Jimmie Fails se interpreta aquí a sí mismo, a un joven cuyo único propósito en la vida es recuperar la casa victoriana que su abuelo construyó en San Francisco. Una casa que visita semanalmente y a la que cuida todo lo bien que puede. A la que destina todo su tiempo y sus pocos ingresos. Quizá por ser su propia historia, Fails está auténtico y parece completamente transparente, honesto y cercano. Junto a él, un fiel escudero dulce y encantador, con un aire fantástico e inocente que sólo podía llegar de la mano de Jonathan Majors. Lo confieso, este último descubrimiento de Hollywood me tiene totalmente atrapada. Y me alegra saber que no soy la única.

Las personas y nuestros deseos


El último hombre negro en San Francisco
Foto: A24

‘El último hombre negro en San Francisco’ guardaba otras muchas sorpresas para mí. Empezando por una narración original y muy distinta, muy diferente. Que no esperaba encontrarme. Y siguiendo por una dirección que sentí igualmente atrevida, por salirse del molde. Pero la gran sorpresa, como siempre suele ocurrirme, llegó de la mano de la propia historia. Y de las reflexiones que instaló en mi mente.

A priori, por la originalidad de esa narración, puede parecer que esta es una película extraña. Lejana, que a veces nos habla en otro idioma. Pero, en realidad, es una historia que nos habla de nosotros mismos, de los seres humanos y de la fuerza que tienen nuestros anhelos. Unos anhelos que pueden convertirse en el motor de nuestras vidas, pero también convertirnos en alguien diferente. Pueden cambiar nuestra percepción de todo y generar un autoengaño del que quizá un día fuimos conscientes. Pero que acabamos olvidando.

‘El último hombre negro en San Francisco’, a través de la historia de Jimmie, nos muestra la importancia de pertenecer a un lugar, físico, pero también espiritual. De tener una historia propia y alguien con quien compartirla. Asimismo, aparece la importancia de los propósitos, que, bien gestionados, pueden sacar lo mejor de nosotros. Y de la sinceridad y la honestidad, con uno mismo y con el resto. Todo ello, bañado con una paleta de colores maravillosa, que te mece de un lado a otro de la ciudad. Y acompañado por una crítica que no podía faltar, una crítica hacia ese racismo y hacia esa segregación que siguen estando presentes y muy vivos en las calles de Estados Unidos.

Esto de recomendar se me está antojando complicado últimamente. Porque no puedo saber si todo lo especial que he encontrado en esta película, o en otra, lo va a encontrar quien lea esto. ¿Para quién es ‘El último hombre negro en San Francisco’? Supongo que para un espectador sensible y humano, que quiera toparse con algo auténtico y genuino y que no le tema a la reflexión y a mirarse en el espejo. Porque esto, esa mirada a uno mismo, es la última parada del viaje, una vez finalizado el visionado.



Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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