El mundo del espionaje siempre ha estado rodeado de una mística facilitada por el secretismo y por las historias de ficción que nos han enamorado. Supongo que, al no pertenecer a ese mundo, cada uno imagina a los espías de una manera. Quizá más como James Bond o como los particulares caballeros de Kingsman. O puede que se parezcan más a Bourne. El caso es que siempre ha persecuciones locas por los tejados, muchos tiros y alguna que otra explosión. Además de un glamour que, gracias a lo que he conocido en ‘Encubierta’, sé que nada tiene que ver con la realidad de los agentes de campo. Ni mucho menos con las oficinas.
Amaryllis Fox, ex agente de la CIA, comparte con el mundo su experiencia y su vida a través de estas memorias que, por momentos, se sienten como una novela apasionante. Cargada de mucha más realidad de la que encontramos en los relatos clásicos de espías, pero con una sensibilidad que sólo puede surgir de la verdad. Un concepto en torno al que, curiosamente, gira todo su relato. Parte de él, liberando de su memoria los recuerdos más especiales y también los más dolorosos de su infancia. Entregándonos una parte fundamental de su ser, para que comprendamos cómo llegó a dedicar su vida a la inteligencia. Qué fue lo que realmente la empujó a dejarlo todo atrás, incluso a sí misma, para proteger al mundo.
A través de este relato, acertado en la forma y en el contenido, el lector no sólo tiene la oportunidad de descubrir un mundo que ha estado velado durante mucho tiempo. Sino también de conocer sus luces y sus sombras. La entrega individual de unos y la despreocupación pintada de patriotismo de otros. Las buenas intenciones que, generalmente, olvidamos, metidos de lleno en una guerra de la que, en realidad, no sabemos nada. Con ‘Encubierta’, me he encontrado fascinada por los métodos de formación de la CIA y por el control que nos rodea y que se esconde entre la cotidianidad. Pero también he sentido rabia, al comprobar cómo, efectivamente, unas vidas valen más que otras. Y me he emocionado, ante la empatía infinita de una Amaryllis con la que, para mi sorpresa, me he sentido enormemente identificada. Y a la que, en muchos aspectos, me gustaría parecerme.
¿Para quién es ‘Encubierta’?

Principalmente, para quien busque encontrar un relato cargado de verdad. Una verdad que contrasta enormemente con el secretismo que reinó en la vida de esta ex agente durante en torno a una década. Y que, como colofón a todo, logró encontrar en sí misma. En su infancia, en una adolescencia en la que la sed de conocimiento y la empatía ya eran protagonista, en una juventud temprana en la que el paso a la acción lo cambió todo. Y también en esa madurez demasiado pronta, en la que, entre identidades, creyó perderse a sí misma.
Aunque lejano, porque la vida de un agente de la CIA poco o nada tiene que ver con la vida de una persona ‘corriente’, su historia se siente cerca y se siente auténtica. Porque, en su faceta de escritora, no se ha dejado nada en el tintero, no ha cubierto absolutamente nada. Ni de sus acciones, ni de su trabajo, ni de sus sentimientos o sus miedos.
‘Encubierta’ también es para quien sienta esa sed de saber que sentía Amaryllis de niña. En estas memorias, conocemos las entrañas de la CIA, pero también aprendemos acerca de geopolítica. Y asistimos a algunos acontecimientos históricos desde una perspectiva diferente, como por ejemplo ocurre con el 11S. Viajamos por el mundo, conversamos, a través de la voz de la estadounidense, con personas de diferentes procedencias y con distintas historias. Y nos bañamos de (casi) toda una vida, con lo que ello conlleva.
Esta es una lectura emocional y emocionante, enriquecedora y, también, muy cómoda. Además de demostrar una increíble destreza en el terreno y una empatía imprescindible para su trabajo, Amaryllis Fox es buena con la pluma. Muy buena. Y utiliza un lenguaje directo y cercano, que sabe adaptar a un estilo más literario sin que pierda su eficacia. Logrando así que el lector entre desde su primer capítulo, perfectamente seleccionado para generar esa conexión y esa especie de intriga que se mantiene hasta las últimas líneas.
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