“Comerás flores” es una novela que late desde la primera página y que nació —tras un año de silencio en una carpeta— cuando en un taller con Marta Jiménez Serrano pronunció: “ahí tienes una novela”.
En esta conversación, su autora entra en la zona difícil: la violencia que no deja marcas, el daño sin contacto, la culpa y el silencio que la rodea. Habla de Marina, una protagonista construida con verdades familiares —un padre que es también el suyo— y de Jaime, síntesis de muchos “Jaimes”.
Explica cómo buscó un equilibrio entre ternura y crudeza, usando la belleza como respiradero y, a veces, como asfixia; cómo la amistad de Diana ilumina cuando la relación oscurece; y cómo reescribir, borrar sin miedo y añadir escenas fue el verdadero método. Sobre todo, deja un eco nítido: la víctima no tiene la culpa y nos toca señalar a los maltratadores y esperar, pacientes, para sostener a quien regrese.
Aquí, la autora cuenta el origen, la ética y el pulso de su libro.
1. Comerás flores es una historia que late desde la primera página. ¿Recuerdas el momento exacto en el que sentiste que esta novela quería nacer?
Recuerdo que se me ocurrió el tema y que un mes después escribí una escena que funcionaba casi como una sinopsis. Ese archivo se quedó en una carpeta durante un año, no tenía ninguna prisa y no me veía capaz de abarcar una narración larga. Hasta que me apunté al taller de escritura de Marta Jiménez Serrano y ella me dijo: ahí tienes una novela.
2. La novela explora un tipo de maltrato que no siempre deja huellas visibles. ¿Qué te llevó a poner el foco en esa violencia silenciosa y tan difícil de detectar?
Precisamente por lo difícil que resulta explicarlo, escribirlo me parecía atractivo y necesario. Fue un desafío hablar sobre el daño que se puede hacer sin tocar y de la culpa que se puede sentir cuando crees que no te están haciendo nada pero estás sufriendo. También quería poner el foco en el silencio que hay alrededor de una relación donde el maltrato no deja marcas físicas; por omisión en algunos casos o, en otros, porque es casi imperceptible.
3. Marina es tan real que, como lectora, sentí sus emociones como mías. ¿Qué parte de ti hay en ella y qué parte pertenece solo a la ficción?
La parte de mí más importante que le di a Marina es a mi padre. Su padre es el mío. Sus historias, su pena y su necesidad de recordarlo son las mías. También la música que escucha. Pero por suerte no conozco a Jaime. Sí a muchos Jaimes, pero no a ese. La historia de Marina es tan compleja que preferí crear al personaje a partir de rasgos que me resultasen familiares.
4. Tu prosa acaricia y araña a la vez. ¿Es algo que surge de forma natural o es fruto de una búsqueda consciente de equilibrio entre ternura y crudeza?
La parte más lírica me salió natural en cuanto comencé a escribir. Después sí tuve que ser más consciente y buscar un equilibrio. Quería que las escenas más duras se suavizasen un poco a través de metáforas no tan violentas, para que las partes más duras sean casi un ejercicio de imaginación de la lectora o el lector, que de descripción de la narradora.
5. El duelo, el amor, la dependencia… ¿cómo encontraste la medida justa para que cada emoción tuviera su espacio sin eclipsar a las demás?
Me encantaría tener una fórmula pero lo cierto es que lo conseguí con muchas relecturas y reescribiendo. En el taller y en la residencia literaria aprendí que la parte más importante de escribir es reescribir y ser capaz de borrar sin miedo. También de crear escenas nuevas cuando creías que el estaba acabado, pero hay un momento en el que sientes que todo encaja. Disfruté mucho de ese proceso.
6. ¿Hubo alguna escena que te resultara especialmente difícil de escribir porque removía algo muy tuyo?
Me costó escribir el enamoramiento de Marina porque ahí nos vi a mis amigas y a mí y me dolió mucho recordarnos tan frágiles. Todas tuvimos alguna cita parecida a las suyas, algunas nos quedamos más, algunas menos, pero me resultó muy difícil hacer hablar a Marina con un Jaime al que yo ya detestaba.
Lo más personal que hay en la novela es mi duelo, pero lejos de removerme me ayudó mucho a completarlo.

7. Comerás flores deja al lector con un eco que resuena mucho después de cerrar el libro. ¿Cuál sería el eco que más te gustaría que quedara en quien lo lea?
Que la persona que sufrió o sufre maltrato no es la culpable. Lea mucho o no lea nada, tenga o no un círculo de personas que estén cuidándola o intentándolo. No importa si pasaron por alto señales en un momento vulnerable o si ni siquiera las percibieron. Nadie tiene la culpa salvo el maltratador. Y, por supuesto, del otro lado: que tenemos la responsabilidad de advertir y señalar a los maltratadores. Y de esperar pacientes para arropar a nuestras amigas cuando estén preparadas.
8. La amistad de Diana es un contrapunto de luz frente a las sombras de su relación. ¿Qué significado personal tiene para ti esa presencia luminosa?
Al comienzo, tenía claro que Marina estaba sola y sin ayuda durante los peores momentos. Recuerda a su amiga, la echa de menos e imagina qué contarle, pero su amiga no está. Diana reaparece cuando Marina es capaz de volver a ella.
Con Diana quise representar a esas amigas que sufren en silencio porque no pueden hacer nada más que permanecer en la sombra mientras ven cómo una amiga se pierde, se aísla y se rompe.
9. Has creado un universo donde la belleza convive con la incomodidad. ¿Qué papel juega la estética y la poesía de las palabras cuando la historia duele?
Creo que la belleza ayuda a digerir algunas escenas y, a la vez, según dónde la coloques, puede acentuar la violencia. En algunas ocasiones quería que fuese casi un descanso y en otras una asfixia. Quería jugar con las palabras para que se adaptasen a las emociones de Marina o a la gravedad de ciertas escenas, sin que me limitasen. La crudeza también se puede definir a través de la belleza sin restarle severidad.
10. Ahora que miles de lectores hemos sentido esta historia tan dentro (si, miles, hay que proyectar) … ¿qué te gustaría decirnos a los que esperamos, con anhelo, tu próxima obra?
Llevo unos meses escribiendo una novela con la que estoy disfrutando mucho. La escribo desde cero, sin pensar en lo que está pasando con Comerás flores. Solo tengo en cuenta todo lo que he aprendido y lo que estoy aprendiendo, pero sin expectativas. Supongo que, en realidad, es así, con cada novela se empieza de cero y la anterior no garantiza nada.
Para quienes quieran adentrarse en sus páginas, Comerás flores está disponible en la editorial Libros del Asteroide y en librerías.
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