Puede que la capilla de Rosslyn os suene. Quizá estéis más habituados a “Rosslyn Chapel”, como es conocida en Escocia. Con el paso de los años, se ha convertido en uno de los lugares más populares del país. Tiene mucha culpa que Dan Brown la convirtiera en uno de sus escenarios clave de ‘El código da Vinci’, libro que terminó siendo película. Pero si el escritor estadounidense la escogió no fue para llenarla de magia. Fue porque ya tenía la magia suficiente como para convertirse en el escenario que nos propone y poder creérnoslo. Se cuentan muchas historias de la capilla de Rosslyn. Como todo lo que tiene que ver con la mágica Escocia y sus innumerables leyendas, está en manos de cada uno creer o no en esas historias. Yo siempre he preferido creer.
La capilla de Rosslyn se encuentra a 15 kilómetros de Edimburgo, la capital escocesa. Una visita a este lugar debe estar acompañada por un paseo por los bosques de Roslin, el pueblo más cercano a la capilla. También puede disfrutarse del Castillo de Rosslyn, el que fuera el hogar de la familia St. Clair, una de las familias más importantes de la Edad Media escocesa. Si uno decide pasar una noche en la zona, escuchará historias sobre el fantasma de un caballero que murió en batalla y sigue cabalgando por esos bosques, y también sobre un sabueso que aúlla por las noches entre los árboles.
Y aunque el edificio en cuestión, la capilla de Rosslyn, resultará más pequeño de lo que uno podía sospechar, tampoco es imaginable la historia y las historias que alberga en su interior. Si las gárgolas de su entrada nos dan permiso, sentiremos que estamos cruzando una puerta a otro mundo.
La historia de Rosslyn Chapel
Fue Guillermo St. Clair, conde de Caithness, quien mandó construir este edificio religioso. Escocia entraba en la segunda mitad del siglo XV, los clanes todavía eran la principal forma de reunión y administración del territorio, y las Tierras Bajas, los borders, se llenaban de Abadías que siguen sorprendiendo seis siglos más tarde. Guillermo St. Clair quería construir aquí un espacio sagrado para su familia, para su pueblo, pero nunca llegó a ver las obras terminadas. Se alargarían un total de cuatro décadas, y no concluirían siendo el gran edificio que deseaba el conde. Su familia no continuó con sus deseos. Fue, finalmente, una capilla y nada más.
Una capilla en la que, además, se paralizó el culto religioso unas décadas más tarde. En 1560, cuando Escocia decidió desligarse de la Iglesia católica, este lugar sagrado cayó en el olvido. Fue asaltada, empleada como refugio, puede que admirada, incluso, pero nunca cumplió la función pretendida. La naturaleza, siempre amiga de los edificios con historia, se plegó sobre las formas de la capilla de Rosslyn y logró que sobrevivieran, sin demasiados estragos, al paso del tiempo. Tres siglos más tarde, la actividad en la capilla se reanudó.
El impulso que le concedió ‘El código da Vinci’, que llenó el lugar de turistas inquietos buscando misterios, y también la dedicación que ha demostrado Escocia, en las últimas décadas, recuperando y conservando los lugares que han conformado su historia, han permitido que hoy en día disfrutemos de esta capilla de Rosslyn como si el tiempo no hubiera pasado (demasiado) por ella. Reformas incluidas, nos plantamos frente al edificio y nos sentimos en otro siglo.
La magia y el misterio del lugar
El entorno en el que se encuentra, como sucede, en realidad, con todos los entornos escoceses, es mágico, y uno se siente en perfecta comunión con la naturaleza y con el lugar en el momento en que pone un pie en sus alrededores. Pero la verdadera magia de la capilla de Rosslyn está en su interior. Y está prohibido fotografiarlo, así que, incluso aunque hayamos tenido oportunidad de ver alguna que otra foto prohibida antes de nuestra visita, jamás podremos llegar a imaginar lo que nos espera. No hay un solo rincón del interior de esta capilla que no esconda algo que descubrir.
El tiempo transcurre buscando, quizá interpretando, escenas bíblicas, un ángel tocando una gaita, una danza de esqueletos, un camello, un retrato de Lucifer boca abajo o el rostro de Robert the Bruce, héroe escocés. También contamos las veces que encontramos el llamado Green Man, un rostro rodeado de vegetación que, dicen, representa el ciclo de la vida, y nos damos cuenta de que llegamos hasta cien.
Y nos preguntamos cómo es posible que haya talladas mazorcas de maíz cuando éstas llegaron de América y en Europa, en los años de la construcción de la capilla, todavía no sabíamos nada de América. Escuchamos la historia del pilar del aprendiz, que cuenta que un aprendiz talló con tan buen gusto un pilar (decorado con ocho dragones) que su maestro, al descubrirlo, sintió tanta envidia que lo asesinó. Ambos rostros se tallaron en otro rincón, así el maestro tendrá que observar eternamente al joven que tanto envidió.
Y podemos seguir. Podemos descender a la pequeña cripta que, según creen algunos, es el lugar donde los templarios escondieron sus tesoros más preciados. La Orden del Temple desapareció un siglo antes de la construcción de la capilla de Rosslyn, pero, como se sabe, muchos templarios esquivaron a la justicia recién impuesta. Algunos piensan que huyeron a Escocia, a este lugar escondido en la naturaleza. Hay quien dice que las figuras talladas en su interior son de un significado inequívoco: nos están señalando la puerta de entrada a otro mundo.
Tranquilo: cuando abandones la capilla de Rosslyn seguirás estando con nosotros. Pero sentirás que has estado muy lejos las últimas horas. Ese es el poder de este lugar. Y el poder de este país.
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