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Crítica: #Luimelia 3×01, el reflejo de lo que podríamos haber sido

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La tercera temporada de #Luimelia acaba de aterrizar. La vuelta de Luisita y Amelia es de esos estrenos que te reconcilian un poco con toda esta vorágine que estamos viviendo desde hace casi un año. Una vuelta que ha abierto la puerta a la comicidad. A esas escenas divertidas y delirantes que, solo la química que emanan ambas actrices, es capaz de fomentar. Amelia busca referentes del pasado a las cuales abrazar mientras Luisita debe mantener la serenidad. El equilibrio entre la locura y la compostura. Y todo ello dentro de la cotidianidad. Algo que parece fácil de crear pero que no suele resultar excesivamente sencillo. Porque, a veces, lo cotidiano se queda en lo simplón.

En este caso, observamos todo lo contrario. En las escenas del día a día, nos enamoramos mucho más. Y lo más probable es que esto suceda porque tanto sus creadores como las propias actrices tienen un absoluto control de Luisita y Amelia. Y se entregan con ojos cerrados.

Amelia, la vieja del visillo

“Pensé que, como son de otra generación, les vendría bien conocernos y abrirse un poquito…”. Puede que todo este primer capítulo se resuma a la perfección en esa sencilla frase que pronuncia Amelia. Una ‘pequeña obsesión’ que nace con el objetivo de mostrar, a tantas mujeres que no pudieron amar en libertad, que…sí, que, ahora, sí se puede. Que el paso del tiempo prestó más atención al amor y mucho menos a sin sentidos e imposiciones incomprensibles. Que las miradas furtivas ya solo son un juego más en la conquista y no el día a día de ese encierro emocional que se sufría.

Este primer capítulo tiene aire a inicio de homenaje. Homenaje a quienes no pudieron sentir en libertad. A quienes forjaron una familia, como Dolores, junto a un hombre porque era lo legal. O a esas mujeres que esperaron al lado, como Gabriela, en absoluto silencio. Porque era lo que había que hacer. Amar de la mano del miedo, sin alzar la voz. Por temor a ser señaladas o denunciadas. Homenaje a historias que dolieron, duelen y dolerán. Por todo aquello que les negaron. Porque la libertad es un derecho que nunca, bajo ningún concepto, debería ser arrebatado.

#Luimelia vuelve a reivindicar y, quizá, personalmente, es lo que más me gusta. Lo que me tiene pegada a la pantalla. Porque identifican los fallos cometidos en el pasado, los señala, los tumba y los reconstruye. Y como guías conductoras, Luisita y Amelia, forjando su destino.

“¿Quién es el padre? ¿Es también actor?”

Y en el transcurso de la historia que nos narran, volvemos a tropezarnos con un golpe a la realidad. Una llamada de atención. Un toque de esos que pueden pasar desapercibidos. Pero reales. Pegados a la actualidad mas descarnada. El hecho de seguir dando por sentado que una mujer solo puede estar con un hombre y mucho más si está embarazada. Esta escena me recuerda mucho a situaciones tales como dos mujeres, pareja, con su bebé, frenadas en su paseo diario por vecinas/os, siendo preguntadas abiertamente… ”¿Quién es la mamá de verdad?”

Identificar. Señalar. Tumbar. Y reconstruir. Para eso sirven ficciones como #Luimelia. Por eso es importante la visibilidad. Para dejar un mundo más tolerante.



Luisita, la perfecta acompañante

Para cualquier locura que se quiera cometer, lo mejor, es tener, siempre, una mano a la que aferrarse. Por eso me detengo a destacar cómo acompaña Luisita aunque no pueda entender la obsesión de su novia. Destaco como entra en el juego a base de piques. Cómo busca a Amelia para, entre bromas, hacerle entender que puede estar equivocada. Y cómo la abraza cuando es consciente de esa necesidad por parte de Amelia. La necesidad, inconsciente, de encontrar a esas Luisita y Amelia de los 70, en estos nuevos años 20, para ser confidentes, tomarse un café y abrazarse a la vida.

¿Cuántas Isabel y Cristina habrá? (‘Tierra de Lobos’) ¿Cuántas Ana y Teresa? (‘Amar en tiempos revueltos’) ¿Cuántas Luisita y Amelia? (‘Amar es para siempre’) ¿Cuántas Dolores y Gabriela? (‘#Luimelia’)…



Pequeñas conclusiones…

Este primer capítulo ha sido uno de esos abrazos necesarios y esperados. El comienzo de un arco que seguro nos plantará el corazón en la mano. Un viaje para crecer y para reivindicar por aquellos que no pudieron o no les dejaron hacer. Quizá, aunque el episodio ha estado en perfecto equilibrio entre la comedia y lo emocional, en esa parte final no he encajado bien el último minuto. Seguramente, porque venía de esa caricia, de esa mirada de Gabriela a Dolores y mi estado emocional no estaba listo para un salto tan radical. Hubiese apostado más por un breve recorrido por la juventud de esas vecinas con esos guiños permanentes a la historia del 77. Por soñar…

#Luimelia 3x01

8.5

LO MEJOR
  • Lo cotidiano bien contado siempre es un sí.
  • La química que no cese nunca.
  • Identificar. Señalar. Tumbar. Y reconstruir.
  • Me gusta quedarme con el corazón encogido, perdida en la caricia de Gabriela a Dolores.
LO PEOR
  • El último minuto, el de los créditos, me ha sacado de forma brusca de esa caricia que confirmaba las sospechas de Amelia.
  • Siempre será el dichoso tiempo...

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