Hace menos de una semana, Bong Joon-ho subía hasta en cuatro ocasiones las escaleras que conducían al escenario del Dolby Theatre de Los Ángeles. ‘Parásitos’, la película de la que más se ha hablado en los últimos meses y, especialmente, en la temporada de premios cinematográficos, se hizo con cuatro Oscars: Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Guión Original y Mejor Película Internacional. Un hito para el cine coreano y, para muchos, la más absoluta justicia. El largometraje que cuenta la historia de las familias Kim y Park ha gustado de manera global, ha dado mucho que pensar y ha abierto fronteras, mostrando al mundo una realidad que muchos desconocían, por lejanía o por desinterés. Y es, además, toda una muestra de la maestría de su director y de su dominio del séptimo arte. 

Ya antes de que arrasara en los pasados Premios Oscar, sabíamos que ‘Parásitos’ tendría continuación. HBO ha apostado por dar más vida a la película de Bong Joon-ho en forma de serie, en la que veremos a Tilda Swinton como protagonista, y en los medios especializados no se habla de otra cosa. Absolutamente todo el planeta está emocionado ante esta noticia, en la que por suerte se aclara que la serie estará supervisada en todo momento por el propio Bong Joon-ho. En realidad, y hablando desde mi punto de vista como espectadora, creo que esta es la única buena nueva que hay detrás del anuncio. 

Lo creo firmemente porque no entiendo la imperiosa necesidad que tenemos los occidentales de hacer que todo sea nuestro. Incluso cuando no tiene sentido. Decía el director coreano que esta serie rellenará los huecos que han quedado vacíos en la película, dando una visión más global y ampliando ese mundo que nos ha presentado que no es otro que la sociedad de su país. Hasta aquí todo bien, aunque con los dedos cruzados pidiendo que no caigan en explicar aquello que no necesita ser explicado. También es bien que HBO apueste por dar más vida a esta historia -que tampoco me importaría que quedara como ha quedado-. ¿Pero por qué americanizarla? 

El gancho de tener a rostros internacionales y, sobre todo, de grabar en inglés es evidente. A nivel de espectadores, no creo que la serie pase por ningún tipo de apuro. Pero una de las grandes virtudes de ‘Parásitos’ es su autenticidad y el fiel reflejo que hace de una sociedad que entiendo va a ser sustituida por otra. En la norteamericana también hay parásitos, como en la española, en la argentina o en la sudafricana. Eso es evidente, es lo que hace que la cinta de Bong Joon-ho sea universal, pero que se haya construido tan bien la Corea del Sur actual y que se haya acercado con ella su realidad a tantos millones de personas de tantos lugares diferentes es lo que la hace especial y única. Y es lo que va a ser eliminado de raíz con la adaptación de HBO. 

¿Cómo vamos a llenar los huecos que quedan vacíos en la película si cambiamos la base de la misma? Nos trasladamos de una punta del planeta a otra y arrebatamos la autenticidad de ‘Parásitos’ es pos de la occidentalización que siempre acaba tragándoselo todo. No entiendo este intento de dar más vida a una historia arrancándola por completo de sus orígenes y sus por qués, borrando sus rostros y sus identidades y sustituyéndolos por algo que poco tiene que ver con lo que Bong Joon-ho creó. 

No me malinterpretes, no creo que el resultado vaya a ser malo. Pero sí creo que se ha tomado un camino equivocado por el que ya hemos caminado en demasiadas ocasiones. Otra de las mayores virtudes de ‘Parásitos’, si dejamos a un lado los aspectos puramente cinematográficos, es la capacidad que ha tenido para abrir una puerta que ha estado cerrada durante mucho tiempo. Una puerta que nos ha lanzado de lleno a la aventura de conocer Corea del Sur a través del cine, con sus propios códigos -también idiomáticos- y con total libertad. Si eliminamos esto, es como si le cortásemos la cabeza. Y aunque las cucarachas, también parásitos, son capaces de sobrevivir sin ella durante un corto periodo de tiempo, es una supervivencia con fecha de caducidad demasiado cercana.