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Lo importante de ‘Parásitos’ está en el subtexto

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La historia de la familia Kim es hipnótica. Desde los primeros compases de ‘Parásitos’, Bong Joon-ho nos introduce en el torbellino en el que se convierte su escalada hacia lo que creen que va a ser el éxito y nos convierte en cómplices de sus acciones. Vemos a la familia tomar decisiones dudosas con el único objetivo de mejorar su vida, transformarse en parásitos o mostrarse como lo que siempre han sido, empujados por la situación y por la ‘estanqueidad’ de la sociedad coreana. Y, mientras tanto, también vemos como la familia Park ni siquiera conoce la realidad de los estratos inferiores al suyo. Una realidad que tampoco les interesa. A su manera, también ellos son parásitos, aprovechándose de una pobreza generalizada que no hace más que mejorar su estilo y nivel de vida. 

Esto es lo que nos cuenta la trama principal de la película, una de las más alabadas del año cinéfilo. Su guión es una de las maravillas de la temporada. En él, Bong Joon-ho nos regala perlas, como las conversaciones de la familia Kim o el momento en el que padre e hijo ensayan su engaño, como si de una escena de cine se tratara. Juegos de palabras, reflexiones y metáforas que hiptonizan a un espectador que podría pasarse horas observando el comportamiento de estos personajes y conociendo sus inquietudes. 

Sin embargo, aunque le otorgaría el Oscar a Mejor Guión Original sin pensármelo dos veces, creo que el gran punto fuerte de ‘Parásitos’, lo que de verdad importa, se encuentra precisamente en lo que no nos dicen, en lo que no escuchamos y en lo que prácticamente tampoco vemos. El director juega durante todo el largometraje con las líneas, con el simbolismo y con los escenarios, que por momentos tiene mucho más poder que las palabras. Una serie de detalles que muchos creerán que han pasado desapercibidos y que, sin embargo, son fundamentales en la construcción mental que hacemos de la red de relaciones que nos presenta Bong Joon-ho. 

Parásitos

Líneas no tan invisibles

Supongo que nadie se atrevería a negar la calidad y la belleza de la fotografía de ‘Parásitos’. Incluso a aquellos a los que la historia no termine de entusiasmarles, les merecería la pena verla para disfrutar de este aspecto. Es, de nuevo, hipnótica y cuenta mucho más de lo que a priori puede parecer. Como mencionaba, encuentro lo más importante de la película en su subtexto, en pequeños detalles que forman el mapa mental que construimos en nuestra cabeza y que recogen todos los mensajes que quería transmitir el director. 

En todo momento, las líneas son protagonistas. Unas líneas que, en realidad, no vemos si no prestamos atención, pero que hacen mella en nosotros. El señor Park menciona en numerosas ocasiones que sus empleados no deben cruzar la línea y que, precisamente, el señor Kim siempre está cerca de hacerlo. Un concepto que no está colocado ahí al azar, sino que es precisamente en el que se apoya toda la trama: la separación entre los estratos sociales en Corea del Sur

Además de esta línea de la que habla el señor Park, si nos fijamos, las familias siempre aparecen separadas en las escenas que comparten. Incluso en aquellos momentos en los que están más cerca, hay algo que las separa, un línea colocada de manera maestra por el director y que, sin que el espectador sea consciente de ello, transmite esa lejanía que existe entre los ricos y los pobres en la sociedad coreana. 

En ocasiones, vemos una separación horizontal, pero con lo que también juega el director continuamente es con la verticalidad. La familia Park siempre está por encima de la familia Kim, siempre van por delante y les miran desde un nivel superior. Incluso viven en una zona alta de la ciudad, en contraposición a los barrios bajos en los que los Kim poseen su semi-sótano (más abajo aún). Sin que nos lo diga directamente, Bong Joon-ho nos está dejando claro con estos detalles que unos están por encima de otros y que esa separación es profunda e insalvable. No importa la estrategia o el plan, no importan los pasos que den unos en pos de mejorar su situación, siempre serán quienes son, siempre serán pobres y siempre estarán más abajo en la escalera. Un retrato inteligente y realista de una sociedad que nos es desconocida y lejana, pero que en realidad no está tan lejos de nosotros. 

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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