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Luisita y Amelia, un amor que será eterno

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Luisita y Amelia se van para ser madres. Para iniciar una nueva aventura. Para intentar ser un poco más libres en un Manchester más avanzado que en esa España donde nació y creció su amor. Pero no se van dejando un vacío tras su estela. Nos dejan un cargamento de lecciones, de lucha, de aprendizaje, de superación y de lealtad. De una inmensa serenidad para contar una historia donde la sensibilidad ha fluido de forma inmensa. Donde el respeto y la visibilidad han sido el eje de su universo. Un universo único que no volverá a repetirse.



Un amor que nació de una forma dulce. En pequeños detalles. Con miradas furtivas y caricias inesperadas. A la luz de una luna de cartón. Con la esperanza de un futuro mejor como bandera. Una flor roja como cómplice furtivo. Con un dedo meñique como beso, como un ‘te amo’ o ‘te deseo’.

Un amor bonito. Uno que creció desde la amistad más sincera y desde la pasión más profunda. Dándolo todo sin esperar nada a cambio. Estando ahí. Siempre. Hasta en los silencios más dolorosos. 



Luisita y Amelia lucharon a contracorriente. Contra todo y contra todos. Contra esas voces que gritaban en señales, indirectas e insinuaciones que lo suyo no era ‘normal’. Con los que invitaban a vivirlo solo en la clandestinidad. Lucharon de frente. Contra el ensañamiento y la tortura. Defendiendo lo único importante en todo esto, el derecho a amar. Un derecho que es de todos y para todos. Un derecho que nadie puede restar a nadie. Ni prohibir. Ni señalar.

Luisita y Amelia nos enseñaron a ser valientes. A poder mirarnos al espejo y vernos de verdad. Sin esconder la realidad. Ser. Ser de corazón y de alma. Enfrentarnos. Querernos y abrazarnos. Nos enseñaron a respetar nuestros miedos y a darnos ese espacio para el entendimiento. Acariciar nuestras heridas y encajar las piezas de un puzzle destinado a vivir en libertad.

María y Nacho, unos ángeles de la guarda

María fue la guía de Luisita cuando más lo necesitó. La calma ante la tempestad. La esperanza ante la duda y la incertidumbre. La puerta abierta ante la huída. Fue ese ángel de la guarda que nos acuna cuando más temblorosas estamos.

Nacho se unió al carro de Luisita y Amelia sin pedirlo. Abrió las puertas de su casa para ser la guarida. Ese lugar seguro donde reír a carcajadas. Donde recibir los mejores consejos. Como lanzar una bufanda del ‘Atleti’ al suegro. 



Manolita y Marcelino, los padres más honestos

Manolita y Marcelino fueron esos padres cargados de miedo. Con cientos de dudas. No por su hija, ni por sus sentimientos, sino por lo que podrían hacerle a su hija. Y tuvieron que enfrentarse a todo ello. Tuvieron que mirar a los ojos, ver el amor de frente y comprender que en cualquier lucha lo importante es ir de la mano. Que amar no es ningún pecado. Y que las voces enemigas lo único que deben recibir es un muro repleto de abrazos. Unidos. De frente. Sin miedos. Y orgullosos.

Marcelino se convirtió en el capitán del barco al lado de su ‘yerna favorita’. Y Manolita fue la comprensión ante Luisita. Los cuatro formaron el mejor frente posible ante todos los enfrentamientos que llegaron y vencieron.



Pelayo, un ‘tabernícola’ con mucho corazón

Fue la templanza de la historia entre Luisita y Amelia. Ese abuelo comprensivo que nunca juzgó. Que se sentó dispuesto a comprender que el amor tiene todas las formas del mundo. Y puso su hombro para llorar. Para ser confidente. Anteponiendo la felicidad a cualquier norma legal. Buscando alternativas factibles hasta para los imposibles.

Pelayo fue su consejero perfecto. Y ese abrazo eterno.



Benigna, la perfecta celestina

¿Que hubiese sido del amor sin ella? Siempre en el medio del todo. Ese punto de inflexión para la sin razón. Esa carta furtiva entregada a tiempo. Ese beso alocado para mostrar que un beso es un beso. Y que no hay que darle más vueltas. La mano amiga de cada nueva oportunidad. Y la carcajada sincera ante cualquier tempestad.

La celestina perfecta. O la perfecta celestina.


Luisita y Amelia han sido LA HISTORIA DE AMOR. Pero también han sido, junto a sus mejores cómplices, LA FAMILIA.

Porque hay personajes que curan. Historias que sanan. Gracias infinitas y hasta siempre.

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2 Comments

  1. Waaaooo que bella.publicacion, el mejor adiós que he visto.para esta pareja de ficción y par de actrices maravillosas que supieron transmitir e interpretar desde el amor a los seres humanos que amamos diferente más allá de lo que se dice que es normal. Un enorme abrazo y aplausos desde mi México a @paulausero y #CarolRovira

  2. Hermosas palabras. Gracias por este artículo. Se las va a extrañar horrores. Han sido lo más inspirador de esta serie, su impacto durará muchísimo tiempo. Aplausos para ellas ❤ gracias, desde Argentina

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