· FICHA ·
Título: ‘Obscura. Diez relatos’
Autora: Sofía Rhei, Malenka Ramos, Rodolfo Martínez, Cristina Carro, Cristina Jurado, Eduardo Vaquerizo, David Jasso, Nieves Mories, Jesús Cañadas y Carlos Sisí
Editorial: Obscura Editorial
Fecha de publicación: 14 de mayo de 2020
Sinopsis: ‘Obscura. Diez relatos’ es una antología que pone en manos del lector diez aproximaciones a lo incierto, a lo que infunde temor, inseguridad o desconfianza. A aquello que nos es desconocido o misterioso. Algunas de las historias, aparentemente corrientes, toman un inesperado y terrorífico giro; otras sobrecogen desde la primera página, y en ocasiones nos recuerdan que la obscuridad también se encuentra en el lugar menos pensado: en nuestro interior.

En este libro encontrarás: Diez visiones diferentes, pero igualmente reveladoras, de la obscuridad y del terror.

¿Qué es el terror? Creo que, aquí, la definición de la RAE se nos queda un poco corta. Porque el terror está íntimamente ligado con nuestros sentimientos y, por lo tanto, es un ente subjetivo. Como también ocurre con la obscuridad. Cuando comencé a leer ‘Obscura. Diez relatos’, creía que el terror y la obscuridad estaban compuestos de sustos, de algún que otro grito enmudecido por la tensión y de fantasmas y criaturas extrañas. Y una parte de mí sigue pensando en payasos siniestros y almas errantes cuando hablo de estos conceptos. Pero esta antología ha abierto mi horizonte y me ha aterrorizado de una manera real y tangente.

Confieso que tardé un poco en entrar, quizá porque las expectativas me jugaron una mala pasada. Como suele ocurrir. Pero una vez lo hice, concretamente a partir de ‘Margot’, de Malenka Ramos, me fue imposible salir del torbellino de pensamientos cruzados que generan todos estos relatos. A partir de ese momento, no he conseguido sacar de mi mente una afirmación que es, por sí sola, puro terror: todos albergamos obscuridad en nuestro interior, aunque no llegue nunca a manifestarse.

En estos diez relatos que componen ‘Obscura. Diez relatos’, algunos de ellos con un estilo más personal y diferenciado, reconocemos el terror y la obscuridad a través de diferentes rostros. En algunos de ellos desde el más absoluto realismo. A veces casi desde el costumbrismo. Y en otros con algo de ciencia ficción de por medio, que nunca viene mal. Hablemos de ellos uno por uno:

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‘Los mil libros que hay que leer después de morir’, de Sofía Rhei

Si bien es cierto que me costó entrar un poco en el relato, reconozco que la construcción Sofía Rhei de un ambiente aséptico y angustioso es magistral. Esa ausencia de motivación, ese día de la marmota del que es imposible salir. Un callejón sin salida que perfectamente podría ser la vida de cualquiera de los lectores. Insulsa, sin una meta por la que merezca la pena esforzarse verdaderamente, sin ambición y siguiendo una rutina que, de tan repetitiva, se ha convertido en surrealista. Como cuando repetimos una palabra tantas veces que llega a perder el sentido.

« Lo obscuro es lo opuesto a la vida funcional, esa que requiere la disciplina de madrugar y dedicar la mayor parte del día a tareas que no alimentan el espíritu »

En este relato no he sentido la tensión o la intriga que sí se han apoderado de mí en otras. Pero he de reconocer que sí obscureció un poco mi alma, instalándome una especie de desasosiego en el pecho. No sé si este era el objetivo de la autora, pero no me parece un mal impacto para la historia.

‘Margot’, de Malenka Ramos

En ‘Margot’ encontré la conexión que buscaba y que necesitaba. Ese refugio para una amante del terror más clásico, como puedo llegar a considerarme. Un relato que emplea algunos de los recursos típicos del género: un camping apartado, un misterioso lago acompañado de un misterioso bosque, una mujer diferente, niños y más niños, una desaparición y esas pesadillas capaces de saltar de las páginas. Eso es precisamente lo que ocurre con la historia de Malenka Ramos, que salta de las páginas y se mete en el lector. A través de los flashbacks y de una descripción vívida de las visiones y las pesadillas, así como de una realidad que percibo como gris, obscura.

« He asumido con el tiempo que los misterio del otro lado jamás nos serán revelados por muy cerca que estemos de ellos en vida; que la locura es una paradoja repleta de significados; que la muerte no es tan novelesca como siempre hemos creído; y que el alma, como una huérfana errante que vaga sin rumbo fijo, no llega a descansar del todo. No hay nada más obscuro que esa incertidumbre »

Me hubiera gustado, como quizá también cabía esperar, que la historia se prolongara algo más. Que tuviera más desarrollo, conocer algo más de Margot y su pasado, de los veranos en el camping y del infierno de los otros niños. No me ha ocurrido sólo con este relato, pero quizá este es uno de los que más sufrí al llegar a sus últimos compases. Daba para mucho más, pero la autora lo resuelve con acierto y sin que las acciones se sientan precipitadas o atropelladas.

‘El espejismo’, de Rodolfo Martínez

Me ha sorprendido saber que esta historia está inspirada por la canción ‘Hotel California’ de Eagles. Pero en seguida ha dejado de sorprenderme. Y es que estoy convencida de que si volviera a leer el relato de Rodolfo Martínez, escucharía la canción una y otra vez. En esa realidad sin tiempo, esa realidad inmaterial que tan bien ha concebido y construido el autor. Aunque nuevo, también es un escenario conocido, pero que siempre es un placer volver a recorrer o visitar. Eso sí, un placer doloroso en el que la angustia y la ansiedad del protagonista también son nuestras. Como su incertidumbre e incluso su placer.

« Lo que da miedo de verdad es la incertidumbre. La obscuridad en la que se agazapan sombras que entrevemos, pero no podemos identificar »

La descripción minuciosa de las escenas clave es uno de los principales puntos fuertes de una historia que se lee con facilidad y en un suspiro. El atractivo del espejismo tiene parte de la culpa, aunque sería injusto no mencionar la extraña atracción existente entre el protagonista e Irene, esa mujer poderosa que no es más que la representación de sus deseos más profundos, secretos y obscuros.

‘El faro’, de Cristina Carro

He aquí uno de los relatos que más me han atrapado de ‘Obscura. Diez relatos’. Y también uno de los que más huella han dejado en mí. Porque en él, la autora relaciona de manera directa la obscuridad de nuestro interior con la locura y la violencia. Habla de la ausencia de humanidad en una sociedad podrida, que termina contagiando a todos sus miembros del mal del odio, el egoísmo y la falta de empatía. No se me ocurre un mejor y más terrorífico retrato de la realidad que nos rodea que la historia de Pedro. Con clichés y tópicos incluidos, como el de esa mujer de barrio bajo que, tras una apariencia amenazante, acoge la bondad que le falta al resto de la sociedad.

« La violencia nos da miedo. El miedo nos vuelve violentos. Y en la obscuridad de este círculo vicioso, poco a poco, se gesta la locura »

Me gusta la unión de pasado y presente que presenta la autora, porque en un inicio desconcierta en el buen sentido de la palabra. Una vez cerrada la primera parte del relato, es imposible dejar de leer. Al igual que es imposible dejar de teorizar. En ‘El faro’ encuentro también una de las narraciones más sencillas y directas, en la que no se escatima en ningún tipo de detalle, pero siempre valiéndose de un lenguaje accesible y, por ello, atractivo para cualquier lector.

‘Limítrofes’, de Cristina Jurado

Probablemente, el relato más intrigante de la antología. De nuevo, aquí la autora apuesta por una visión de la obscuridad que tiene más que ver con nosotros mismos y con nuestro subconsciente que con fantasmas o niños endemoniados. Para ello se vale de unos superhéroes casi más cercanos a los mutantes que a la visión clásica que tenemos de estas figuras. Unos seres humanos, a los que se les ha arrebatado su humanidad otorgándoles un don que es más una maldición que otra cosa. Así, nos movemos en un mundo obscuro, frío y húmedo, en el que las vidas -de unos y de otros-, no valen nada. Unas son el objetivo y las otras un simple medio para llegar al fin.

« Para mí, obscuro es aquella parte de nuestra subjetividad que intuimos pero que acallamos porque conecta con nuestro yo primario, a medio camino entre lo animal y lo humano, un ser variable y resbaladizo y, por tanto, socialmente inaceptable »

En el relato, Cristina Jurado va combinando la narración de unas y otras historias, hasta entrecruzarlas y confundirlas de cara a un final que, personalmente, me sorprendió. Tanto como para empujarme a una segunda lectura mucho más enriquecedora y, si cabe, angustiosa.

‘Obscura’, de Eduardo Vaquerizo

Magnífica unión de realidad y ficción, de realidad y pesadilla. De dos mundos, de dos dimensiones en continua lucha por hacerse con nosotros. Esta historia comparte nombre con ‘Obscura. Diez relatos’ y, desde mi punto de vista como lectora, es la que mejor recoge esa obscuridad en torno a la que gira todo. Esa obscuridad que está dentro de nosotros y que, el día menos pensado, nos atrapa. En forma de paranoia, de locura, de pesadilla o de nueva realidad. Y, sobre todo, acompañada de la angustia que generalmente va unida a la pérdida de uno mismo, física y psicológica. Junto a Mario, el protagonista de este relato, nos perdemos por el camino, hasta confundir realidad y ficción.

« La obscuridad es lo que queda cuando se pone el sol, cuando se apaga la luz, cuando las cosas claras y sencillas, cotidianas, desaparecen. Cuando las certezas se consumen y se hacen humo y la seguridad se convierte en la sombra de una sombra, una entelequia sin sentido en un universo lleno de dientes y garras. La obscuridad es el abismo del que venimos y en el que nos zambulliremos tras un breve lapso en el que creeremos vivir bañados en luz, amados y a salvo de peligros. La luz es un deseo, la obscuridad la brutal realidad »

La combinación de primera y tercera persona ayuda a esa sensación, a ese entremezclar de realidades, hasta el punto de no saber quién habla, desde dónde, qué ha vivido y qué ha soñado. La lectura es adictiva, pero es complicado librarse de la angustia de un Mario al que ni siquiera somos capaces de reconocer después de tanto tumbo.

‘El huevo’, de David Jasso

La obscuridad también puede aparecer un día cualquier, regresando del trabajo tras una jornada anodina más. Puede ser desencadenada por algo tan banal como el lanzamiento de huevo por un balcón. Una trastada de un niño que necesita cariño y atención. Esta ha sido la historia en la que más fácilmente nos he visto retratados, a todos. A esa obscuridad que, a veces, amenaza con colarse por cualquier rendija. Que amenaza con convertirnos en aquello que siempre hemos despreciado y que, sin embargo, puede formar parte de nosotros mismos.

« La obscuridad no habita solo en las sombras o en la noche. También reside en nuestras almas y a veces escapa de su jaula de luz »

Las dos realidades y narraciones contrapuestas, la del hombre y el adolescente, se complementan y construyen un relato adictivo y enormemente entretenido. Aunque la anécdota pase a ser casi una caza, un ejemplo claro de acoso y derribo, desde nuestra faceta más morbosa no podremos evitar disfrutarlo. Incluso cuando anticipamos el final catastrófico del que David Jasso ya nos advierte en los primeros compases del relato. Junto a este entretenimiento, una muy buena reflexión de los límites de nuestra cordura y de esa obscuridad interior que todos poseemos.

‘Tsirah’, de Nieves Mories

La obscuridad también puede llegar en forma de obsesión. Un concepto que tenemos muy interiorizado, pero en el que no nos paramos a pensar. Una reflexión a la que nos empuja Nieves Mories en ‘Obscura. Diez relatos’, mostrándonos hasta qué punto puede transformarnos una obsesión. Del tipo que sea. En esta ocasión, la autora tira del misterio de unas notas escritas con una prosa delicada y que desprenden un aire melancólico y casi depresivo que es, en sí mismo, adictivo.

« Obscura. Lo mítico y trascendente, donde confluyen la astucia y el peligro, la sabiduría ancestral que nos otorga la comunicación con el universo y sus divinidades. La materia primigenia con la que se construyen símbolos y mitos, incluso los más engañosos y embusteros. El reino donde moran las madres de los dioses »

Unas notas que terminan siendo el centro en torno al que gira la vida de una mujer aparentemente normal, que se pierde a sí misma en la búsqueda de otra persona. Una mujer que termina confundiendo todo por esa obsesión, que se apodera de su ser y lo rodea de esa obscuridad de la que hablábamos. Quizá, como me ocurría con ‘Margot’, la historia se me haya quedado algo corta. Pero esto no tiene por qué ser algo necesariamente negativo. Simplemente refleja el potencial de ‘Tsirah’, de la que me gustaría saber y leer mucho más.

 ‘La penúltima’, de Jesús Cañadas

Sin duda, el relato más original en cuanto a estilo narrativo. Jesús Cañadas apuesta aquí por un monólogo ‘divertido’, con un ritmo constante e intenso y de lectura entretenida, pero de nuevo angustiosa. Llegando al final de la lectura, se agradece la incorporación de un relato diferente, arriesgado en cuanto a forma. Y, aunque el contenido no sea del todo novedoso, no deja de ser terrorífico por ello. De nuevo, esta historia gira en torno a esa obscuridad que nos rodea y que albergamos en nuestro interior, protegiéndola con coletillas dañinas como ese ‘son cosas de chavales’.

« No importa cuánto te esfuerces ni durante cuánto tiempo, no importa hasta qué punto luches por convertirte en un ser de luz. Vayas donde vayas, hay una obscuridad que siempre va contigo, una obscuridad que reside en el lugar donde ninguna luz ha brillado jamás: en tu interior. Y te está esperando »

A través de este monólogo de bar, entre cañas y paseos imaginarios por Valencia, repasamos nuestra propia infancia o quizá la infancia de otros, que observamos en silencio. Una de las muchas caras de nuestra obscuridad, esa que negamos detrás de eufemismos con los que solo tratamos de protegernos, mientras condenamos al resto. Magnífico retrato de nuestra sociedad, una vez más.

‘David contra Goliat’, de Carlos Sisí

A nadie le sorprendería que la última historia de ‘Obscura. Diez relatos’ fuera una historia real. Pese a la crudeza de la misma. La gran sorpresa de esta historia reside precisamente en lo realista que puede resultar. Y se ubica en el mismo instante en el que, en silencio, nos planteamos si lo que leemos en sus últimos compases podría haber ocurrido antes. Y en cuántas ocasiones. ¿Cuántas veces ha aplastado Goliat a David? ¿Cuántas veces los poderes han protegido a ese Goliat, que no es más que un reflejo de lo que ellos mismos son?

« Al fin y al cabo, ¿quién si no nosotros ha creado todos los horrores y monstruos que pululan por las páginas de la literatura universal? ¿Qué otra cosa, más que el corazón humano, puede contener tan poca luz, o carecer del todo de ella? »

La obscuridad de un mundo en el que el dinero pesa más que las vidas humanas. Muchísimo más. Y la obscuridad de una sociedad que hace mucho tiempo perdió su rumbo y se olvidó de la humanidad que, en teoría, debería caracterizarnos. Que nos ha convertido en seres autómatas, presas del desconocimiento, del miedo o de las redes de poder, que no valen absolutamente nada para los grandes. Un relato impactante, que deja un sabor amargo de boca. Y obscurece notablemente nuestro mundo. El cierre perfecto.