El gusanillo por volver a ver ‘Crepúsculo’ esta cuarentena no me vino por casualidad. Los vídeos de Andrea Compton hablando sobre el papel de Robert Pattison como Edward Cullen en la saga y de Javier Ruescas hablando del fenómeno fan hicieron que no pudiera resistirme a hacer un revisionado.
No veía la primera película desde que tenía las paredes llenas de posters de vampiros y lobos. Y, de hecho, no era de mis favoritas. Posiblemente porque era la menos comercial de todas. Pero con los años mis gustos han cambiado y mis estudios ha hecho que valore detalles en los que antes ni reparaba viendo una película. Y la verdad, es que ‘Crepúsculo’ me ha sorprendido en muchos aspectos.
Es, cinematográficamente hablando, preciosa. Desde que comenzó me dejó hipnotizada por su fotografía y sobre todo el uso de los colores que usan en la película. Los tonos fríos reinan en ‘Crepúsculo’ pero en ningún momento se sienten pesados o que se abuse de ellos. Se encargan de dar una consistencia perfecta a la narrativa y tiene lógica. Forks es un pueblo frío y lluvioso, que, además, tiene a una familia de vampiros viviendo. Y estos vampiros son descritos como fríos y pálidos. Las tonalidades azules y grises que tiene la película surgen casi de forma natural. Y el espectador se acostumbra tanto a ellos que solo repara en su presencia cuando los personajes salen de Forks a Florida, donde desaparece ese filtro azulado y los colores son cálidos.
Solo con ese uso de los colores nos dejan claro que el pueblo de Forks es un lugar único… Y oscuro. Al menos en la primera película. A partir de ‘Luna Nueva’, este filtro desaparece y los colores son mucho más cálidos. En realidad, la calidad de las películas empeora significativamente desde la primera. La explicación es que ‘Crepúsculo’ tenía de directora a Catherine Hardwicke, una mujer que había trabajado en otras películas independientes como ‘Thirteen’. Su marca estás más que presente en la película y no solo por este juego de colores.
El montaje de los planos y los movimientos de cámara también tienen algo especial en ‘Crepúsculo’. A pesar de que la película está contada desde la perspectiva de Bella (Kristen Stewart), los giros bruscos de la cámara o los cambios de planos a toda velocidad consiguen ponernos en la mirada de Edward como vampiro.
‘Crepúsculo’ nos da ese aire de películas indies de la época gracias a todos ingredientes y su banda sonora, con grupos como Muse, Paramore o Radiohead. El propio Robert Pattison explicó que cuando se embarcó en la aventura de ‘Crepúsculo’ pensó que sería “un drama indie”.
Pero tras el rodaje de la primera película el boom de los libros llegó a Estados Unidos. Y ahí se acabó todo lo independiente que podía tener ‘Crepúsculo’ para convertirse en un fenómeno mundial. Hardwicker dejó de ser la directora y con ella se fue todo lo bueno que tenía esa primera película (menos la banda sonora). Solo se quedaron los momentos intensos de a historia en sí que necesitaban de actuaciones intensas, que, viéndolas ahora, solo pueden despertarte unas cuantas carcajadas. Es imposible no reírse en el momento en el que Edward y Bella se conocen por primera vez, donde él se está controlando para no matarla ahí mismo y ella se huele el pelo pensando que quizás no le gusta su champú. Eso no hay filtro azul ni momento de cámara que lo salve.
Ocho años después de que se estrenara la última película de la saga, ‘Amanecer, parte 2’, solo nos queda fantasear con cómo habría sido el resto de la saga si se hubiera mantenido la esencia de la primera.
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