No fui al Coca-Cola Music Experience; me bastaron un par de audios (bastantes) de una buena amiga (no te perdono esto) para entregarme de nuevo al fenómeno. Pero si he vuelto a ver hasta el Carpool Karaoke con James Corden.
One Direction es un fenómeno. Lo fue desde el primer momento y lo sigue siendo ahora, tres años y ocho meses después de que lanzaran el videoclip de ‘History’, que fue una especie de despedida (y una especie de promesa de que volverían, pero no entremos a hablar de temas delicados). Y me da mucha rabia pensar en lo mal que nos han hecho sentir a los que hemos disfrutado de este fenómeno por formar parte de él, porque era «infantil» en el mejor de los casos y «para chicas adolescentes» en el peor; a mí que se utilice la etiqueta de «juvenil» o de «para chicas» para restar valor a algo me pone de muy mala leche, no sé a vosotros.
Lo digo con sinceridad: no me gustaba decir que me gustaba One Direction. No lo escondía, ni escondía que me he recorrido media Europa viéndoles de concierto en concierto, pero no me gustaba. Del mismo modo que siempre he presumido de conocer la discografía de David Bowie al dedillo o de reconocer un tema de Prince en la primera nota, cuando estaba con la gente de fuera del fenómeno no hablaba de One Direction. Lo pienso ahora y digo: pues qué tontería. Pues sí, es una tontería, pero las risas y los desprecios hacen mucho daño. Pensadlo antes de meteros con los gustos de nadie.
Ahora ya me da igual. Llevo cuatro días escuchando One Direction. Y llevo cuatro días pensando en el fenómeno que fueron y que son. Tiene mucho que ver con la música, aunque algunos piensen que no, con las emociones que uno puede experimentar a través de ella, con las experiencias que relaciona con determinadas canciones, con el consuelo que encuentra en ellas. Ya hablé hace tiempo de cómo la música de Ed Sheeran puede curar, y algo semejante sucedía (sucede) con One Direction. Estos chavales hablaban de asuntos propios de la edad y de la época en que vivimos, y en ellos te veías reflejado, representado y consolado cuando tocaba. Y te divertías y bailabas y canturreabas. No sabéis lo que os habéis perdido los que estáis fuera del fenómeno al renegar de esta gente para vuestras fiestas; no sabéis lo que os estáis perdiendo ahora en un día cualquiera, corred a escuchar ‘Harry Styles’.
Y está el hecho, claro, del carisma que tenían. Que son un grupo ideado para gustar, para enamorar, es evidente, no lo niego, ni creo que ellos tampoco lo hagan. Cinco chicos diferentes entre sí que podía atraer a diferentes sectores del público. Les salió muy bien en este sentido, y además se hicieron amigos. ¿Que ha habido problemas después? Bueno, eso se lo contáis a otra. Tampoco lo niego, pero no me interesa demasiado. Son adultos, solucionarán sus cosas. Y seguro que recuerdan, como recuerdo yo, como recordáis los del fenómeno, los buenos momentos que nos dieron, sobre los escenarios y lejos de éstos. De verdad: yo me he reído mucho con estos chavales. He disfrutado con sus canciones y me he reído con sus tonterías. No sé cómo alguien puede hacer sentir mal a otro alguien por algo tan bonito.
Hay quien nunca entenderá nada de esto de lo que hablo, ni tampoco de esto: estos chavales no solo ayudaron a que otros chavales se conocieran a sí mismos y se sintieran mejor consigo mismos, también ayudaron a que se relacionaran con los demás. Es importante tener una comunidad a tu alrededor con la que poder ser quien eres, y ante la soledad que a veces sentimos en esta sociedad injusta y llena de prejuicios, los chicos de One Direction crearon un espacio en común para mucha gente. Un espacio seguro y amable. No fue perfecto, claro que no. La etapa en la que los chicos se dedicaban a recorrerse el mundo tuvo también sus momentos malos, en todos los sentidos. Yo he visto conflictos en conciertos, hoteles y escenarios varios en los que se movían, como los hemos visto todos los que estábamos dentro. Pero ahora lo pienso y siento que seguía siendo un espacio seguro, porque incluso en esos conflictos eras tú mismo. Y si alguien no entiende lo importante que es tener algo así, música y libertad, diversión y emoción, cuando creces o cuando ya has crecido, no tengo nada más que hablar con ese alguien.
Larga vida a One Direction.
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