‘El truco final’ también llegó antes que ‘Origen’ (2010), y bastante después que ‘Memento‘. En nuestro camino hacia ‘Tenet’, la repasamos como una segunda parada aun siendo conscientes de que nos estamos saltando títulos. Creemos, sin embargo, que ‘El truco final’ es una de esas cinco películas representativas de la filmografía de Christopher Nolan; una de esas películas que explican sus propuestas cinematográficas, y nos hablan del tipo de cine que quiere desarrollar.
‘El truco final’, que en su título original era simplemente ‘The Prestige’ -en castellano lo adoptamos como subtítulo: ‘El truco final (El prestigio)’-, es una historia de rivalidad, obsesión, venganza, magia y ciencia. Todo a la vez, bien mezclado. Con dos sólidos Hugh Jackman y Christian Bale, con secundarios de lujo como Scarlett Johansson y con un Christopher Nolan que seguía jugando con el espectador. Allá vamos.
Un resumen de ‘El truco final’
‘El truco final’ narra la historia de Alfred Borden (Christian Bale) y Robert Angier (Hugh Jackman), dos aspirantes a magos que siguen la tutela de John Cutter (Michael Caine) y que desde bien temprano desarrollan una rivalidad que se encrudece con los años. Sobre todo, a partir del fallecimiento de Julia McCullough (Piper Perabo), la esposa de Angier, después de que un truco saliera mal. Convencido de que fue culpa de Borden, los caminos de ambos magos se separan en cuanto a intereses comunes. Se vuelven más cercanos, sin embargo, en cuanto a la obsesión que desarrollan por el otro: quieren destruirse mutuamente, arruinar los trucos del otro, conocer sus secretos. Ser mejor que el otro. Sentirse mejor.
‘El truco final’ es una película entretenida que se desarrolla sobre todo en base a esa rivalidad, a ese tira y afloja. Supongo que el espectador puede llegar a ponerse de un lado o del otro, pero lo que sobre todo importa es que tanto las luces como las sombras de ambos están siempre presentes. Son personajes complejos y completos, y por eso resulta tan agradable de seguir como espectador externo. Espectador que puede, claro, escandalizarse. La guerra entre Angier y Borden se vuelve cruel, pero como nunca deja de resultar interesante, como incluso tiene sus momentos divertidos, es sobre todo entretenida.
Y queremos conocer sus secretos. Sospechamos que hay más de los que puede parecer en un principio; a medida que avanza la película, miramos la pantalla con recelo, comprendiendo que algo falla. Que algo falta. Vamos descubriendo cosas, detalles, pero hacia el final no podemos dejar de decir: de acuerdo, pero ¿cuál es realmente el truco? El de ambos. Cuál es realmente su secreto. Sus secretos. Porque sabemos que hay, lo intuimos, lo sospechamos. Lo vemos en el pasado, pero también lo vemos venir en el futuro. Entonces estamos inquietos, y siempre, siempre entretenidos.
¿Por qué funciona?
Funciona por lo ya comentado: ‘El truco final’ es entretenida de principio a fin, porque esa rivalidad entre ambos nunca deja de interesar a un espectador incapaz de decidir quién lleva razón, quién debe ganar, si alguien debe ganar siquiera. ¿Hay victoria posible, acaso? Y mientras nos enredamos con las personalidades de ambos, nos esforzamos por seguir el juego propuesto por el cineasta, que nos invita a esforzarnos un poco y descubrir ese secreto, el de verdad, el que importa. Porque sabemos que hay más de lo que vemos, y pocas cosas estimulan tanto a un espectador como la certeza de que quedan cosas por descubrir.
Estos dos personajes son dos personajes derrotados; lo vemos con más claridad en Angier, porque desde el principio su tortura se nos muestra clara. Los fantasmas de Borden son más difusos, y menos comprensibles en principio. Tienen que ver, claro, con el truco final, por eso puede costar más acercarse al personaje. Nolan nos vende la obsesión de Angier con su venganza, y la obsesión de Borden para con la magia. Cuando la película concluye no tenemos tan claro esto.
Sí tenemos claro que esta historia es sobre todo un duelo de personalidades opuestas, atractivas, que confluyen en un mismo punto: el dolor. El dolor por vivir una vida sólo a medias, cada uno por sus razones, y la culpa que extienden sobre el otro por la cobardía de no mirar dentro de sí mismos. Por lo que supone hacerlo. Angier culpa a Borden del asesinato de su esposa, y persigue vencerlo y vengarse, siempre con la magia como escenario principal. Siente que ha vivido una vida a medias porque se la arrebataron. Borden, por su parte, nunca llega a vivir una vida plena, porque su sacrificio para abrazar la magia y el éxito le arrebata media vida. Está determinado a cumplirlo hasta el final, pero vive igualmente insatisfecho, y vuelca su ira contra un Angier que, siente, no se sacrifica. Y aun sin sacrificarse, es considerado mejor que él.
Las obsesiones de uno y otro chocan, se alimentan mutuamente, crecen juntas y se vuelven incontrolables. Esto lo vemos en cada escena, y la película también funciona porque nos sentimos atraídos por esos personajes derrotados desde el principio. Incluso aunque no lleguemos a comprenderlos hasta el final.
Lo que vemos de Christopher Nolan en ‘El truco final’
Llego a pensar, durante este último visionado, que la película se cuece a fuego lento, pero en seguida concluyo que en realidad todo se está cociendo de manera intensa hasta llegar al final, sólo que no podemos verlo todo. Ese es el truco de Nolan. Nos lo enseña entre líneas, entre escenas, con un guion bueno que escribió junto a su hermano, Jonathan Nolan.
Cuentan que tardaron años en concluirlo, y también sabemos que Christopher Priest, el autor de la novela, eligió a Nolan para adaptar su historia. Por entonces, Nolan no había montado más que tres películas, pero imaginamos que Priest había visto en él esa capacidad para jugar con los tiempos narrativos sin que el conjunto pierda sentido. De hecho: lo dota de sentido con mucha facilidad. ‘El truco final’ nunca resulta confusa aunque la línea narrativa no siga un orden. Nolan mezcla tiempos, acontecimientos, escenas, pero nunca nos perdemos.
Personalmente, el cine de Nolan me gusta porque adoro los segundos visionados (y los décimos) en los que se aprecian esos detalles imprescindibles para el sentido final de una historia. ‘El truco final’ está lleno de esos pequeños detalles, por eso es mejor con un segundo visionado. Resulta igual de entretenida, comprendes mejor aunque pierdas el factor sorpresa, pero sobre todo ves las cosas. Porque Nolan deja pistas constantemente de lo que está sucediendo en realidad, solo que un espectador que se limita a ver la película como un entretenimiento (evidentemente, más que lícito) no las ve. Es lógico que no las vea. No se presenta con música de misterio ni tras largas pausas: están en los diálogos aparentemente insignificantes de los personajes. Están ahí, en el día a día, en la cocción a fuego lento, en la narración tranquila, en los momentos más pausados.
Por ejemplo (¡muchos spoilers!), la confianza total de Borden en Fallon. Ese “confiar en mí es confiar en él”. Cada uno de los momentos entre ambos; los comprendes todos al final. También las dudas de Sarah (Rebecca Hall), la esposa de Borden; las achacamos a la obsesión del mago por su magia, pero que en realidad sólo son una consecuencia de esa doble vida, de esa vida a la mitad. Y, hacia el final, la soberbia de Angier rompiendo el secreto de Borden; podría haber salvado su vida, pero sus ganas de quedar por encima de Borden pudieron más que cualquier otra cosa. Son unos cuantos ejemplos, pero hay muchos más.
Advirtiendo a un futuro espectador de todo esto, seguramente lo vería. “Hay truco en toda la película, búscalo. Toda la película es un truco. El truco que buscas te lo dicen pronto, está ahí, búscalo”, puedes decirle. Entonces seguramente lo encuentre, porque seguramente se fije en todos estos detalles. Si no sabes dónde buscar, si ni siquiera sabes que hay que buscar, la verdad, es un buen truco. Es completamente Nolan.
En el camino hacia ‘Tenet’
‘El truco final’ es importante para entender el cine de Christopher Nolan porque observas, aprecias, el manejo de los tiempos y de las imágenes. Con ‘El truco final’ llegué a pensar por primera vez que lo que hace el cineasta es, precisamente, tomar un truco de magia y construir una historia en torno a ello. Dar la vuelta a los acontecimientos, enredarlos, construir caminos, bifurcaciones, distracciones, y hacer que todo concluya en ese truco. Eso hace Nolan. En esta ocasión la historia no es suya, aunque esta película sí es completamente suya, pero me lo confirmó más adelante. La siguiente es ‘Origen’.
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