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Elizabeth McCord, la voz de la lealtad

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La Secretaria de Estado de los Estados Unidos de América, Elizabeth McCord, no llega por voluntad propia a dicho puesto. Es una visita inesperada a su rancho, perdida entre vegetales y animales, la que la convence. Quizá interesada en huir un poco de esa tranquilidad. Tal vez incapaz de decirle un ‘no’ a un amigo y compañero. La realidad es que toda su familia se traslada a Washington. Con todo lo que supone una mudanza y un cambio de aires.

Elizabeth es el alma máter de todo lo que sucede a partir de su juramento. Y seguramente sea eso lo que le de tanta fuerza a la trama. Barbara Hall ha creado una mujer imperfecta, valiente, leal y honesta hasta la extenuación. Y por todos estos matices la hemos querido. Hemos aprendido a ser, a equivocarnos en reiteradas ocasiones, a darnos la libertad de temer y a tomar conciencia de qué significa querer.

Elizabeth abandona la CIA por remordimientos. Le pesan los recuerdos por el sufrimiento vivido. Por aquellos momentos necesarios en su trabajo pero imborrables para su mente. De ahí su necesidad de apartarse del mundo. Mantener las distancias con ese pasado abrupto. Hablamos de esa serenidad necesaria que solo se encuentra en momentos puntuales de nuestra vida. Cuando tenemos la capacidad suficiente para alejarnos del ruido y escuchar nuestro silencio.


Photo: David Needleman/CBS ©2017 CBS Broadcasting, Inc. All Rights Reserved

Elizabeth McCord en política

Se convierte en Secretaria de Estado tras la muerte del anterior ocupante del cargo. Muerte que pronto descubrirá que no ha sido un accidente. Entonces, se debatirá entre la necesidad de investigación, el cuidado de su familia y la omnipresencia que necesita su cargo. Un cargo que maneja a la perfección pero en el que descubre que también hay huecos para la decepción.

Junto a ella veremos que la política no es solo política. Que muchas veces el margen de error del que disponen es nulo. Que estar en medio es tan peligroso como decantarte desde el primer momento. Descubriremos que hablar y dialogar es algo que hacemos muy poco y que salvaría muchas vidas. Que nos hemos acostumbrado a vivir entre la violencia más descarnada. Además de que nuestra normalidad no es la normalidad de otras personas. Y que si de verdad quieres el trabajo no anula tu parte familiar.

Es fascinante ver como una persona puede dejar sus ideas, sus pensamientos y sus creencias a un lado por el bien común. Lo vemos en cada uno de los capítulos. Su capacidad de empatía y de escucha es admirable. Su necesidad por construir un mundo mejor siempre está por encima de cualquier incidencia que le haga dudar. Elizabeth es de esos personajes de los que aprendes.

Sus fortalezas

Destacaría principalmente su mente fría y calculadora. Viene de la CIA así que sabe como controlar sus emociones y dar el golpe final en el momento oportuno. Cuando crees que está flaqueando, témela. Dará rienda suelta a su ironía y te enviará el dardo más venenoso a tu mayor debilidad. Y todo esto es parte fundamental para ser Secretaria de Estado.

Valoraría su empatía absoluta y casi universal. Es capaz de estar sentada enfrente del dictador más sanguinario y dialogar. Ponerse, a nivel político, en su lugar. Buscar puntos comunes para poder terminar con la firma incrustada en un documento que salvará vidas.

Su capacidad para hacer equipo. Ver como trabaja con su tándem es admirable. Su disponibilidad y la forma de dejar el hueco que merece cada uno es a mencionar. No pierde detalle de sus compañeros y siempre está ahí para cuando necesitan, realmente, de ella. Sabe gestionar los tiempos hacia cada uno de ellos y en el momento en el que debe alzar una voz, es solemnemente directa. Todos se sienten escuchados, atendidos e importantes. Y lo mejor es que en cada victoria siempre los tendrá a su lado. En cada aplauso. En cada fotografía. En cada instante.


Photo: David Needleman/CBS ©2017 CBS Broadcasting, Inc. All Rights Reserved

Sus debilidades

Su familia. Es la peor y la mayor de sus debilidades. Por ellos pierde toda la estabilidad de la cual puede presumir. Ellos son su puerto. Los que sostienen su mirada cuando el día ha sido una auténtica pesadilla. Por los que daría su vida y hasta su propia carrera. Hasta pierde la capacidad de objetividad cuando se trata de ellos.

Resulta gracioso ver cómo le cuesta digerir que su marido pueda correr algún peligro mientras ella vive ‘amenazada’ día y noche. Asume su responsabilidad y lo que conlleva trabajar para el Estado. Y no se da cuenta que ella corre peligro todos los días. Eso sí, cuando se trata de su marido, lo encerraría entre candados. Y de aquí viene una de las escenas más tiernas. Cuando le esconde a su marido, previo a un viaje, sus gafas de lectura de noche. Con la posterior promesa de que regresará para devolvérselas.

Es la madre ausente que ha conseguido equilibrar, la maternidad y la paternidad, junto a su marido de la mejor de las formas. Donde sus hijos no encuentran vacíos de atención. Seguramente sea la batalla ganada que más conservará.

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