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‘Identidad borrada’, para conocer un sufrimiento oculto

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La religión y la homosexualidad son dos conceptos que no acostumbramos a ver relacionados. Al menos no cuando se trata de explorar historias a fondo. En ‘Identidad borrada’, película dirigida y guionizada por Joel Edgerton y basada en las memorias de Garrard Conley, buceamos en el choque que se produce entre ambos. A través de una historia dura, que nos presenta un conflicto y un sufrimiento que se mantienen notablemente ocultos desde tiempos inmemoriales.

Jared Eamons (Lucas Hedges) es hijo de un predicador baptista y vive junto a él y a su madre, ambos altamente católicos, en una pequeña ciudad estadounidense. En un entorno conservador y bastante cerrado, en el que es medianamente feliz, aunque no llega a conocerse del todo. Su vida cambia radicalmente cuando comienza a ir a la universidad y, sin forzarlo pero sin retenerlo, comienza a explorar su sexualidad. Una carambola termina con él confesando a sus padres que es homosexual y con estos obligándole a participar en un programa especial para curar su condición.

A partir de ese momento, inicia un descenso hacia los infiernos para Jared. Un Jared que ha crecido en un entorno católico y para el que Dios es una figura importante, paternal y orientadora. Y que se siente un fracaso por no entrar en lo que marcan las normas de su religión. Un Jared que intenta, por todos los medios, encajar en el programa, entender su utilidad y aplicar lo que en teoría debería estar aprendiendo. Pero que no tarda demasiado en caer presa de la incomprensión, de la angustia y del dolor que le provoca el rechazo de su familia, de su dios y de su entorno.

Una perspectiva diferente


Identidad borrada

‘Identidad borrada’ es una de esas cintas que no ha logrado generar unanimidad entre público y crítica. Y cuyo impacto ha sido quizá mayor en el primer grupo, en los espectadores. A nivel narrativo, no deja de ser un drama clásico, en el que los flashblacks nos ayudan a conocer los orígenes, la causa que ha dado pie a las consecuencias que observamos en el presente. Pero a nivel de historia, a nivel de trama, hay un aspecto que la diferencia de otras muchas historias y que puede ser la clave para comprender por qué ha gustado a nivel general mucho más de lo que quizá se esperaba.

Esa clave no es otra que la inocencia de su protagonista y su conexión con su dios y su religión. Cuando los conceptos de homosexualidad y religión aparecen en una misma imagen, suelen hacerlo enfrentados. Aquí, en cierta manera, también lo hacen. Pero en el personaje de Jared se encuentran, intentan dialogar y conviven o tratan de hacerlo durante un importante periodo de tiempo.

El joven protagonista hace frente a una revelación tan importante como es la de la sexualidad propia. Pero también tiene que revisitar todos sus ideales, su forma de vida y algunos de los pilares que soportan su moral. Tiene que tratar de comprender cómo estos pueden casar con eso que ha descubierto o que ha aceptado de sí mismo. Cómo la contradicción puede vivir en su interior. Y, sobre todo, tiene que, en medio de toda esa locura y del dolor que se va apoderando de él, encontrar su propio camino. La manera de convertir esa contradicción que grita desde lo más profundo de su ser en la armonía que todos perseguimos.

Ahí reside la complejidad de una película aparentemente sencilla. Y creo que ahí también reside la explicación de su aceptación por el gran público. Para quienes no se consideren cercanos a ninguna religión, puede que el conflicto de Jared quede demasiado lejos. Pero es un conflicto y un infierno compartido por miles de personas, que ven cómo no son aceptados por aquello en lo que se han criado desde niños. ‘Identidad borrada’ visibiliza una realidad que, como señalaba, continúa oculta. Y representa a una importante parte de la sociedad, condenada a fingir o a exiliarse. A sacrificarse a sí mismos o a sacrificar todo lo demás (su entorno, su familia, sus relaciones, su vida…).

Toda esta complejidad llega acompañada por un reparto que ofrece interpretaciones sobresalientes. El trío principal brilla. Están contenidos cuando deben estarlo y destruidos en los compases más críticos de la historia. Nicole Kidman, como cabría esperar, regala una de las escenas más intensas y devastadoras de la cinta. Pero la palma se la lleva un Lucas Hedges que es una delicia en cada uno de los personajes que toca. Pura humanidad y pura verdad, sin dejarse llevar por la emoción extrema, que podría haber convertido ‘Identidad borrada’ en el melodrama que nunca pretendió ser.

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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