Rojo, blanco y azul
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7.3

'Rojo, blanco y azul'

Lo Mejor
  • La crudeza y la verdad de la historia
  • El trabajo de John Boyega
Lo Peor
  • -

Esta crítica no contiene spoilers de ‘Small Axe: Rojo, blanco y azul’.

Cambiar el sistema desde dentro. Acabar con las injusticias, con la desigualdad y con el racismo a través de los instrumentos utilizados para perpetrarlos. Un deseo recurrente de quien es víctima de los anteriores, que se ha visitado y explorado en la ficción en alguna que otra ocasión, pero que sigue siendo enormemente efectivo. Porque es una narrativa atemporal, que sigue presente a día de hoy y que recoge un deseo real de millones de personas. Steve McQueen acude a él en ‘Rojo, blanco y azul’, la tercera entrega de su antología ‘Small Axe’. Una producción nuevamente impecable que reconfirma el altísimo nivel de esta antología, un trabajo que se sitúa indudablemente entre lo mejor que hemos visto en los últimos meses.

Aquí, McQueen se centra en la figura de Leroy Logan (John Boyega), un joven científico forense que recupera una vocación casi olvidada a partir de una importante tragedia. Tras conocer la brutal agresión sufrida por su padre por parte de unos agentes de la Policía Metropolitana, Leroy decide entrar en el cuerpo. Y lo hace con un claro objetivo: cambiarlo desde dentro. Acabar con el racismo que siempre había habitado dentro del cuerpo, sin encontrar prácticamente resistencia. Y ofrecer un servicio más justo e igualitario a los ciudadanos, sin diferenciar por procedencia, color de piel o religión. A partir de su decisión, Leroy comienza un camino complicado, en el que tiene que enfrentarse a compañeros, familiares y conocidos. Y en el que mira de frente a ese odio que siempre le ha perseguido.

Para explorar ese deseo recurrente y esa esperanza de cambio, el director británico utiliza la figura de un hombre bueno. De un joven que, pese a que ha vivido en su entorno y en su propia piel aquello con lo que quiere acabar, cree que su objetivo es posible. Y que, además, tiene que hacer algo real para alcanzarlo. Por ello, se entrega sin límites a esa meta, enfrentándose a su vez a la desesperación y la impotencia. Dos sentimientos que no tardan en aparecer, cuando comprende que todos los elementos están en su contra.

Cuando la historia deja de ser historia


Rojo, blanco y azul
Foto: Movistar+

En ‘Small Axe: El Mangrove’, nos sumergimos en un hecho histórico concreto. Y es fácil que encontremos similitudes entre algunos eventos o detalles concretos y la actualidad. Pero, en la base, viajamos en el tiempo para conocer un importante episodio de la historia. En ‘Rojo, blanco y azul’ también viajamos al pasado y conocemos una historia real. Pero lo cierto es que, a grandes rasgos, no importa demasiado la fecha concreta. Porque el infierno que vive Leroy Logan y que también experimentan su familia y su comunidad podría estar ambientado en 2021. Aquí las similitudes son mucho más evidentes y mucho más constantes, lo que genera un mayor impacto en el espectador.

A este impacto también ayuda la crudeza con la que recoge todo Steve McQueen. En ‘Rojo, blanco y azul’ no encontramos grandes momentos de felicidad plena, no hay adornos, no vemos la vida del color de rosa. Porque no existe. Presenciamos la lucha de un joven y la angustia de toda una comunidad, acompañada de la impotencia que va surgiendo conforme los pasos hacia delante llegan seguidos de empujones hacia atrás. La verdad que se respira en esta tercera entrega de ‘Small Axe’ es asfixiante. Y capta con certeza el sentir de una comunidad que lleva décadas gritando y viendo cómo sus gritos chocan contra un muro silenciador que aún no han podido derribar.

En esto, también ayuda mucho el enorme trabajo de John Boyega. De la misma manera que en la historia no encontramos grandes adornos, en la interpretación del británico no vemos esa hipérbole que muchas veces daña el resultado final. Al contrario, hay mucha contención en él. Y también mucho dolor que se refleja mayoritariamente en su mirada, a veces perdida y otras rota. A veces ardiente, y otras enormemente fría. Para quien no haya visto demasiado de Boyega, su trabajo aquí puede ser una de las grandes sorpresas del año. Y para quien sí lo haya hecho, una confirmación de su talento y, ante todo, de su entrega a los personajes y las historias que siente cerca.

‘Rojo, blanco y azul’ no se sale demasiado del molde porque no necesita hacerlo. Y apuesta por el reflejo de un anhelo conocido, de una angustia que ya hemos visto antes y de una impotencia que se ve venir. El guion de Steve McQueen y Courttia Newland está a la altura de lo esperado, como ocurre con la dirección del británico y con el trabajo de un reparto encabezado con maestría por John Boyega. De visionado amargo, pero satisfactorio, la tercera entrega de ‘Small Axe’ es otro de los títulos imprescindibles en este arranque de 2021.

‘Rojo, blanco y azul’ se estrena en exclusiva en Movistar+ el próximo jueves 21 de enero.

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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