Esto de los premios es un asunto delicado y muy subjetivo. Yo, por ejemplo, no me he entendido nunca con la poderosa Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos. Por poner un ejemplo, en relación a todo esto: hace unos meses hubiera premiado a Viggo Mortensen por ‘Green Book’, o a Willem Dafoe por ‘Van Gogh: a las puertas de la eternidad’. Ya veis qué bien se me dio y cómo nos pusimos de acuerdo los académicos y yo. Año tras año, he aprendido a no tomármelos tan en serio. Así que, por resumir: esto de los premios es algo muy personal y no hay que tomárselo muy en serio.

Con estos dos mantras, en este caso pienso lo siguiente: si un actor es capaz de poner en pie a salas de cine al completo, en todos los rincones del mundo; si un actor es capaz de emocionar hasta las lágrimas a salas de cine al completo (o casi al completo, porque no todos somos igual de sentimentales); si un actor es capaz de conseguir que millones de personas sientan exactamente lo que la historia y el personaje reclaman… No es descabellado decir que ese actor merece un gran reconocimiento.

Ese actor es Robert Downey Jr., quien durante más de diez años se ha puesto en la vida de Tony Stark, Iron Man, en el Universo Cinematográfico de Marvel. Una opinión semejante a la mía tienen los hermanos Russo, los encargados de dirigir las últimas películas de los Vengadores, ‘Endgame’ incluida.

Hace unos días, comentaron con ‘Daily Beast’ que la Academia tiene tendencia a premiar a las películas pequeñas en detrimento de las que han sido un éxito en taquilla; no voy a entrar a debatir esto, lo dejo para otro día. Joe Russo sí lo debatió un poco, pero sobre todo centró su opinión y su análisis en Robert Downey Jr. «No sé si alguna vez he visto, en la historia del cine, a una audiencia global reaccionar ante una actuación como lo hicieron con Robert Downey Jr», explicó, haciendo referencia a’Avengers: Endgame’. «Es una actuación profunda cuando puedes conmover a público de todo el mundo a ese nivel. Nunca hemos visto algo así y si eso no merece un Oscar, no sé qué lo merece». Pues eso.

Y voy a ir más lejos: si un actor es capaz de interpretar durante diez años a un mismo personaje, sin perderlo en ningún momento, haciéndolo evolucionar, llenándolo de matices, detalles, gestos naturales, gestos que reconocemos, que repite, que funcionan, que añaden realidad a las escenas; si ese mismo actor es capaz de darle emociones tan reales y transmitirlas con tanta verdad, con tanta naturalidad, tan bien que ni nos planteamos que es un actor, y así película tras película, con una dificultad cada vez mayor porque el tono de la saga ha ido oscureciéndose y llenándose de ambiciones… No sé, creo que merece algún tipo de reconocimiento. ¿Un Oscar? Vale, dadle el Oscar.

Un par de apuntes más.

Claro que Robert Downey Jr. se ha mimetizado en cierto modo con Tony Stark. Claro que en ocasiones lo ha hecho suyo. Claro que lo sentimos casi como un solo individuo. Y claro que esto no hubiera sido posible si Robert no fuera un buen actor capaz de llenar de esa clase de vida a un personaje de ficción.

Claro que esas reacciones vienen en parte dadas por el cariño que sentimos por el personaje y por el shock emocional de Esa Escena, y claro que esto tampoco hubiera sido así si la interpretación de Robert no hubiera estado a la altura del momento en cuestión (momento por el que sobre todo se pide el Oscar, pero que podemos extender a toda la saga). Sigo teniendo pesadillas con su cara. En esa cara hay de todo: determinación y tristeza, valentía y miedo, dolor y responsabilidad. La trayectoria que hemos seguido influye a la hora de sentir esto como lo sentimos, pero no se trata solo de eso. Tengo desde hace tiempo la sensación de que estamos tan acostumbrados a que Robert lo haga siempre bien que no nos damos cuenta de lo bien que lo ha hecho siempre. Podríamos valorarlo, aunque fuera un poco.

Así que, sí. Claro que merece un Oscar. Que lo merezca más que otros, eso no lo sé. No he visto a Joaquin Phoenix en ‘Joker’, ni a la dupla protagonista de ‘The Lighthouse’, ni a otros que espero con ganas. Pero sin necesidad de hacerlo, porque lo que he dicho en estas líneas no es excluyente de nada, por mi parte podéis convertir la pregunta del principio en una afirmación. Estoy en este carro.