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‘The Reichenbach Fall’, la cima de ‘Sherlock’

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‘The Reichenbach Fall’ comienza planteándonos el ascenso de Sherlock en la sociedad. Tras resolver un mediático caso, el detective está a un paso de hacerse famoso. Entonces aparece Moriarty recordándole, en pleno ascenso, que le debe una caída.

Esta caída, de hora y media de duración, casi como si fuera una película, está perfectamente planteada y desarrollada. Supongo que nos lanza preguntas que no termina de responder, pero no apetece reparar en ellas en un primer visionado y en los que siguen tampoco importan tanto. En general, el desarrollo es fantástico. Cuando llegas al final, incluso a medida que estás viéndolo, comprendes lo bien que han hilado y desarrollado Steve Thompson (guionista), Toby Haynes (director) y todo el equipo este capítulo.

Sobra decir que Benedict Cumberbatch, uno de los mejores intérpretes de los que podemos disfrutar hoy en día, está soberbio, con esa voz, esos ojos y esa presencia. A su lado, Martin Freeman, nuestro John Watson, también ofrece su mejor versión, y es una muy buena versión. Hacía tiempo que ambos habían empezado a funcionar de manera espléndida el uno al lado del otro, y para cuando este episodio llegó, el último de la segunda temporada, conocían bien a sus personajes y sabían cómo conducirlos a diferentes estadios que necesitábamos aquí. Creo que esto es imprescindible a la hora de hablar del éxito de ‘The Reichenbach Fall’.

No podemos decir que no nos preparen desde el inicio para los minutos frenéticos que se desarrollan a continuación. El capítulo empieza con John Watson sentado frente a su olvidada psicóloga, encogido de dolor, tratando de explicar que su mejor amigo, Sherlock Holmes, acababa de morir. A partir de ahí, la mente del espectador echa a volar, el pulso se revoluciona y nos sentamos un poco más cerca de la televisión, porque somos conscientes de que tratándose de esta serie puede suceder de todo. Pocas cosas hay más estimulantes que las infinitas posibilidades, y aquí nos las insinúan. «Sherlock Holmes ha muerto», nos dicen, pero queda hora y media para que recorramos ese camino. Y como hemos recorrido unos similares otras veces, sabemos que va a ser emocionante.

Es un camino similar al principio, con el Sherlock de siempre, alardeando, sabiéndose mejor, ignorando el circular de una sociedad que no le interesa, pero a la que no deja de ayudar. Es un camino similar, pero también vemos pronto cosas diferentes: a Sherlock descolocado, casi asustado, porque Moriarty es la única persona que puede hacer temblar su vida. En los primeros compases se nos presentan una consecución de imágenes atractivas en las que vemos el contraste entre la calma diaria de un trabajo rutinario (en la Torre de Londres, el Banco de Inglaterra y la Prisión de Pentonville), la calma diaria del trabajo rutinario de Moriarty, y la desesperación de la policía cuando todo comienza, concluyendo con la alarma final. Y la alarma en Sherlock. Entonces te sientas aún más cerca de la televisión. Estos primeros minutos, que no son en absoluto pausados, son los más tranquilos del episodio.

A partir de entonces, un frenesí que recorremos junto a Sherlock, impulsado por Moriarty, un villano espléndido interpretado por un Andrew Scott espléndido. Prácticamente cada escena es inolvidable: el juicio, el laboratorio con Molly, la sorpresa de Richard Brook (creo que la primera vez grité) el encuentro en casa de Sherlock con esa frase eterna, «en un mundo de puertas cerradas, el hombre con las llaves es el rey y, cariño, deberías verme con corona». Por cierto, de este episodio obtuve una reflexión que, precisamente, no se me ha olvidado desde entonces: no puedes matar una idea una vez que está en tu cabeza.

De esto va ‘The Reichenbach Fall’, de la idea que Moriarty se esfuerza por introducir en la cabeza de todos: Sherlock no es el héroe, Sherlock es un villano. Sherlock os ha engañado. Sherlock es ese psicópata que todos sospechabais que era, ¿a qué hora os sentís mucho mejor después de confirmarlo? Porque es una mentira que todos quieren creer. Y este juego (porque es un juego) está tan bien elaborado que si te dejas llevar un poco por él, puedes terminar dudando (yo no lo hice, porque soy sherlocked hasta que me muera y porque I believe in Sherlock Holmes, que era el mantra que se repetía por entonces). Si no dudas, puedes terminar desesperado, queriendo introducirte en el episodio y revertir las maldades de Moriarty, que están haciendo que Sherlock caiga de verdad.

Y todo parece más intenso en este capítulo que en los anteriores, también que en los que estaban por venir. Sherlock cerrando un libro, John juntando unos papeles sobre una mesa, los niños comiendo en la trampa de Moriarty… Casi podemos escuchar cada respiración. El sonido, los planos, todo juega un papel principal a la hora de crear ese clima envolvente por el que durante hora y media no existe nada más que tú mismo y la caída de Sherlock.

Que es, como decía al principio, la cima de ‘Sherlock’. El mejor capítulo de la ficción, que culmina con esa escena en la azotea en la que siguen jugando con nosotros, con la luz y con la magia de dos personajes que mantienen un duelo inteligente y emocionante. Después, esa caída final. Y al final del todo, esta conclusión: ‘The Reichenbach Fall’ es el capítulo inolvidable de ‘Sherlock’.

Y mientras disfrutaba de un nuevo visionado (no tengo ni idea de cuántos van a estas alturas, pero puedo confirmar que son muchos), recordaba que después de quedar conmocionada por primera vez con lo aquí desarrollado, aquel enero de 2012 en el que pasé un fin de semana entero viendo esta serie, ignorando mis responsabilidades estudiantiles y de cualquier otra índole, tuve que esperar dos años hasta el estreno del primer capítulo de la tercera temporada. Leyendo y desechando teorías. Muchas teorías. Teorías muy absurdas, algunas. En fin, solo aquel que lo ha vivido sabe lo que es. Mis pensamientos siempre están con todos vosotros, los sherlocked.

Judith Torquemada
Periodista, feminista, marvelita, Taylor Swiftista. Escribo sobre cine, libros y música. Se me da bien aprenderme letras de canciones y enamorarme de personajes ficticios. Aragorn dijo: por Frodo. Lo suscribo y lo amplío: por Ned Stark. Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa, desde aquí, desde mi casa. Tomorrow there'll be more of us.

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