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‘Mujercitas’, desde siempre

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La Navidad, si pienso en mi infancia, recoge muchos recuerdos felices. Las tardes de 5 de enero en la cabalgata y el posterior roscón con nata. Las huellas que dejaban Papá Noel y los Reyes Magos en mi casa, tras dos noches ajetreadas. Cenas y comidas familiares en las que había risas, villancicos y todos mis platos favoritos. Vacaciones, por supuesto. Algunas veces, si había suerte, nieve. Y, por último pero no por ello menos importante, ‘Mujercitas’.

Creo, porque confieso que hace mucho que no consumo televisión convencional, que la tradición de emitir la película basada en la novela de Louisa May Alcott se ha perdido. Pero cuando era pequeña, no había Navidad en la que no emitieran, al menos, una de sus versiones. Así fue como descubrí la historia de Jo y sus hermanas, que enseguida me cautivaron con su inocencia y su generosidad sin límites. Lo hice a través de la versión de 1949, esa en la que una jovencísima Elizabeth Taylor da vida a la coqueta Amy. Y la película no tardó en convertirse en una de las tradiciones que mi familia seguía año tras año.

He perdido la cuenta de las veces que he visto la versión de ‘Mujercitas’ dirigida por Mervyn Leroy. Y nunca he llegado a cansarme. Tampoco lo he hecho de sus otras versiones, especialmente de la de 1994 y de su estelar reparto. En mi primer contacto con la historia, toda mi atención fue a parar a las chicas, a su fuerza y a su capacidad de soñar desde una posición nada cómoda. Pero ya con esta versión, lo confieso, comencé a comprender el atractivo de Laurie. Puede que parte de la culpa la tuviera Christian Bale, quien años más tarde de ese encuentro terminaría convirtiéndose en mi actor predilecto.

La última en llegar, la versión de Greta Gerwig, consiguió rescatar ese amor profundo que guardo para la familia March. También consiguió que, después de muchos visionados diferentes, terminara de enamorarme del alocado Laurie. Y que conociera profundamente a las hermanas de Jo, hasta el punto de virar medianamente mi foco desde esta última hasta una Amy que ha terminado siendo mi rincón favorito dentro de ese hogar que supone para mí ‘Mujercitas’.

Lo que siempre he encontrado


'Mujercitas'

Creo que una parte de mí gusta de volver a ‘Mujercitas’ porque supone un regreso a la infancia. A ese tiempo en el que no albergaba grandes preocupaciones y en el que me sentía siempre protegida y abrazada. Esa nostalgia continúa adherida a la historia de Louisa May Alcott, sin importar demasiado quiénes sean los vehículos de la misma. Y quizá fue una de las culpables de mis lágrimas en la sala de cine, durante los últimos compases de la versión de Gerwig. No eran lágrimas de tristeza, sino de emoción. Y es que eso es lo que siempre encuentro en este relato.

Creo que el personaje de Jo fue mi primer referente en la pantalla. La primera vez que encontré a una joven íntegra, valiente, soñadora y generosa. Claro que había visto otros personajes femeninos, pero no respondían a la imagen de mí misma que me gustaba proyectar en el futuro. Eso, cuando eres una niña, es emocionante. En el sentido de que te permite continuar soñando. Si Jo pudo, yo puedo. Pero cuando creces y pierdes parte de la inocencia infantil, es emocionante de otras muchas maneras. Por lo que significa, por el momento en el que ese personaje fue creado y por el alma que esconde. Y que también esconden sus hermanas.

Han pasado muchos años desde la primera vez que me introduje en las vidas de las March. Desde que reí con sus ocurrencias y con sus obras teatrales y desde que lloré con sus desgracias por primera vez. Y continúo haciéndolo, porque siento que su historia es la nuestra. La de todas esas mujeres que hemos soñado grande y continuamos haciéndolo. La de quienes optamos por un camino diferente y no somos comprendidas y también la de quienes optan por el tradicional y tampoco son aceptadas. Es la historia de una comunidad, con sus matices, por supuesto, pero capaz de recoger la esencia de todas nosotras y convertirla en personajes. Por eso no me canso, porque me veo en ellas y me gusta hacerlo. Supongo que esto último responde también a la falta de costumbre.

Se acerca la Navidad y todos empiezan a ver películas navideñas. Las nuevas y las clásicas. Yo caeré en el mítico visionado de ‘Solo en casa’ y en alguna de las novedades que llegan de la mano de plataformas. Pero la primera parada, como ha sido desde siempre y sospecho que continuará siéndolo para siempre, será ‘Mujercitas’. Te invito a que la compartas conmigo.

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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