La vida por delante
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'La vida por delante'

Lo Mejor
  • Sophia Loren
  • Su conexión con el pequeño Ibrahima
  • Todo el reparto, con una magnífica Abril Zamora
Lo Peor
  • Echo en falta una mayor profundización en temas sociales

Esta crítica no contiene spoilers de ‘La vida por delante’.

Qué bella es Italia y qué bello es su cine. También cuando refleja lo más oscuro de sus ciudades y de sus sociedades. Cuando deja a un lado el lujo y el glamour que tan bien representados hemos visto en numerosas ocasiones. Pienso, sin irme demasiado lejos, en la belleza que recoge en pequeñas pinceladas Luca Guadagnino en su serie ‘We Are Who We Are’. Una belleza que no he tardado en encontrar en ‘La vida por delante’, película dirigida por Edoardo Ponti y protagonizada por Sophia Loren. Regresa a las pantallas la gran diva del cine italiano y, con permiso de muchas otras, una de las grandes divas del cine a nivel global. Regresan su mirada profunda y esa fiereza que tan bien casa con su encanto natural. Y lo hacen por la puerta grande, con una interpretación a la que no le faltan la garra y la personalidad.

El largometraje nos cuenta la historia de Momo, un niño senegalés que, tras quedar huérfano, malvive entre las calles italianas. No en ellas, porque tiene la suerte de contar con alguien que vela por él y que le ofrece un techo. Pero sí entre ellas, entre su suciedad y su oscuridad. Así llega a los brazos de Madame Rosa, una superviviente del holocausto que se dedica a cuidar a los hijos de diferentes prostitutas. Y que acoge a Momo con alguna que otra reticencia. Así, lo que comienza como una relación complicada y repleta de crispación, termina desembocando en cariño, complicidad y cuidados mutuos.

La historia, dura y cruda, es la de miles de niños que viven la gran tragedia del siglo XXI, a la que no prestamos demasiada atención. Y también la de aquellos, ahora ancianos, que experimentaron el gran horror del siglo XX y que, de alguna manera, también están siendo privados de nuestro cuidado y de nuestra atención. Dos generaciones y dos realidades distintas que se encuentran, frente a frente, en medio del caos. Así he sentido ‘La vida por delante’, como una pequeña pausa en medio de la tormenta, como un rincón de paz en medio del caos. Y aunque la potencia y la profundidad de la historia se pierden medianamente, el mensaje es bello, pese a su crudeza. Y las interpretaciones son una delicia.

Sophia Loren y nada más


La vida por delante
Foto: REGINE DE LAZZARIS AKA GRETA / NETFLIX

No, no es que la película se resuma en ella. Es que con ella, nada más es necesario. Con su mirada en escena, todo lo que hay alrededor es accesorio, en ocasiones nimio. Después de años de retiro, sin ponerse delante de una cámara y sin meterse en la piel de un personaje, Sophia Loren nos entrega aquí la última prueba de su talento orgánico.

Con 86 años recién cumplidos, no ha perdido la forma y no ha perdido esa presencia monumental que siempre ha tenido. Ya en la primera secuencia en la que aparece, de espaldas, su fuerza y su elegancia se aprecian, casi se respiran. Y se mantienen a lo largo de toda la cinta, también cuando el alma de Madame Rosa se empieza a escapar por culpa de la edad. Su transformación física es otra muestra más del talento de la intérprete y de su eterna juventud profesional.

Podría haber pasado la hora y media de duración de la película disfrutando de la fuerza de Loren, pero he encontrado algo si cabe mejor. Y en cierto modo inesperado. Su conexión con Ibrahima Gueye, el joven que da vida a Momo y que nos entrega un trabajo muestra también de su talento orgánico, casi a la altura de la maestra. Cuando se juntan en la pantalla y sus miradas se encuentran, cargadas de necesidad, de irá, de miedo y de cariño, se produce un efecto casi mágico. Y los sentimientos que en ellos observamos saltan con facilidad hacia el espectador. Ponti podría haber caído en el sentimentalismo, de hecho lo roza, pero desde mi perspectiva lo salva gracias a la autenticidad de sus dos protagonistas.

Casi en el olvido


La vida por delante
Foto REGINE DE LAZZARIS AKA GRETA / NETFLIX

‘La vida por delante’ podría haber sido una película mucho más completa y más profunda si su director, así como el equipo de guion, no se hubieran olvidado de los muchos conflictos que en ella aparecen. Me corrijo a mí misma. No creo que se hayan olvidado, pero sí los han apartado a un papel secundario y, en algunos casos, terciario. Apostando más por la emoción que por una crítica social que, creo, le habría venido de perlas al largometraje.

Es lo que más echo en falta. Una mayor profundización en esas calles, de las que ya vemos algo. Pero también en el horror de los supervivientes del holocausto, en la tragedia de los inmigrantes que se juegan la vida, en el mar y lejos de él, en el drama de la prostitución y, en general, en la pobreza y en la exclusión. La belleza del film habría permanecido intacta, pero su impacto en el espectador habría sido mucho mayor.

Dicho esto, confieso que es una pega a medias. Pues he disfrutado del visionado y de las emociones que comparten con el espectador Momo y Madame Rosa. He reído con la sonrisa del pequeño y me he quedado sin respiración ante la fuerza de Loren -y cómo se echaba de menos-. Como ocurre en tantas ocasiones, no creo que esta película vaya a trascender demasiado, más allá de suponer el regreso de la actriz. Probablemente, tras el fin de la temporada de premios, quede en una estantería que ya acumula polvo. Pero es bella y es importante. Y merece la pena.

‘La vida por delante’ se estrena en Netflix este 13 de noviembre.

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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