Esta crítica no contiene spoilers de ‘Physical’. 

Dice el refrán que quien no arriesga, no gana. Y habrá quien considere que es mejor conformarse. Que, como bien señala otro refrán, es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. Pero si hablamos de ficciones televisivas, lo de quedarse con algo típico y ya conocido ya no funciona como antes. No lo hace porque ahora tenemos un enorme catálogo en el que bucear y hemos perdido la paciencia. Si algo no nos gusta, cambiamos automáticamente de plataforma, de canal y de historia. Ya no nos conformamos, nos hemos convertido en espectadores exigentes y eso no hace otra cosa que generar productos cada vez mejores. 

Pero, como en todo, hay algunas historias que salen perjudicadas. Y una de ellas es la de ‘Physical’. En la nueva serie de Apple TV+ conocemos a Sheila, una mujer que camina por la vida sin fuerza y con la angustia que acompaña a la monotonía que la rodea. No le gusta su vida, se siente atrapada en ella y no logra encontrar el equilibrio y la paz mentales que necesita. Es entonces cuando se topa de frente con el aeróbic y su vida y su forma de ser cambian por completo.

La serie nos traslada a los orígenes de la nueva Sheila, una estrella que, parece, ha alcanzado la autonomía y la independencia que buscaba. De esta manera, recorremos junto a ella el camino y comprendemos sus angustias, sus dilemas y, sobre todo, la enorme soledad que la rodeaba y la rodea. Unos sentimientos y unos problemas que conocemos a la perfección. En algunos casos porque, probablemente, los hayamos vivido en primera persona. Y en otros, quizá los más, porque ya los hemos contemplado con una pantalla de por medio. 

El personaje de Sheila no es nuevo para nadie. Y sólo destaca por el enorme trabajo de Rose Byrne, la verdadera estrella del show. Y posiblemente lo único realmente destacable del mismo. La australiana conecta directamente con el público y con su propio personaje desde el arranque. Y se deja llevar por los extremos de Sheila, ofreciéndonos escenas en las que, independientemente de todo lo demás, es imposible no disfrutar. 

Pero el disfrute termina cuando terminan esas escenas y cuando la promesa de una buena historia se termina viendo empañada por una historia típica y conocida. Personalmente, me gusta el reflejo de los complejos que se nos imponen a las mujeres desde la sociedad. Y también cómo se representa la casi obligación de vivir una vida anodina si eras mujer en esa época. El machismo, el patriarcado y la sociedad prehistórica que, aún a día de hoy, sigue haciendo acto de presencia en muy diversos rincones del globo. Pero todo esto, el telón de fondo, se queda en una promesa que no se ve cumplida. 

La historia no se desarrolla todo lo que debería, ni siquiera lo hace el personaje de Sheila. Nos limitamos a verla dar dos pasos hacia delante y uno hacia atrás. A ir de un momento de subidón a una de sus muchas caídas al precipicio. Y sí, vamos contemplando cómo se reconstruye y va encontrando su nuevo camino, pero no con la profundidad deseada o merecida. Al fin y al cabo, vemos a una mujer perdida, que se cae y se levanta, pero no tenemos ese análisis y esa introspección que requiere un supuesto renacer como el de este personaje. 

Los capítulos de ‘Physical’ son cortos, sí. Y eso hace que se sientan ligeros y que, incluso cuando la trama y su desarrollo no nos están convenciendo, se pasen rápido. Pero creo que, en esta ocasión, lo hacen en el mal sentido de la palabra. Creo que hay veces en las que el espectador suspira de alivio cuando aparecen los créditos, sin ganas de volver a ver a Sheila tropezar con la misma piedra y sufrir desde la superficie. Podría haber sido una serie de notable, pero se queda en un suficiente raspado, logrado principalmente por la interpretación de una Rose Byrne por la que merece la pena introducirse en la anodina vida de Sheila. 

Los primeros episodios de ‘Physical’ ya están disponibles en Apple TV+.