No sé muy bien cómo definir la mirada de Russell Bufalino, sólo sé que no consigo apartarla de mi mente. Desde que vi ‘El Irlandés’, unos días después de su estreno, los ojos de Joe Pesci me persiguen. Lo hace la frialdad con la que da órdenes bajo los mandos de Martin Scorsese, pero también la calidez que transmite en sus escenas más amables. Su voz tampoco se ha alejado de mí, como tampoco lo ha hecho la fuerza con la que sigue llevándose toda la atención cuando está en pantalla. Llevaba casi 10 años sin actuar, sin ponerse delante de una cámara, pero el talento no se pierde, especialmente cuando se cuida. 

Lejos de los comentarios fuera de tono que hablan de ‘El Irlandés’ para burlarse de unos efectos especiales que, por otro lado, rozan la perfección, la última cinta de Martin Scorsese es para mí un homenaje al cine y al cine que ama. Y en él no podían faltar sus grandes amigos, un trío de ases -aunque con Al Pacino nunca había logrado trabajar- que sigue manteniendo la pasión y la energía de los noveles. Encuentro fascinante este detalle, especialmente en el caso de un Joe Pesci que llevaba una década completamente retirado del foco mediático y de la profesión a la que ha dedicado gran parte de su vida. Aunque tenue, la llama seguía brotando en su interior y sólo necesitó la llamada de un amigo para sumarse a un proyecto que, como era de esperar, ha vuelto a darle muchas alegrías. 

El bueno de Joe, que cumple 77 años este mismo domingo 9 de febrero, opta al Oscar a Mejor Actor de Reparto por su trabajo en ‘El Irlandés’. Y, aunque ya nadie alberga la esperanza de que suene su nombre en la voz de Regina King, la nominación sabe a homenaje merecido. Y también a algo de justicia divina. En un momento en el que la juventud cada vez dura menos y la sociedad gira la cara cuando se topa con personas mayores de 50 años, el triunfo de ‘El Irlandés’ sabe a gloria, y el de Joe Pesci también. Sabe a gloria ver cómo el público, joven y adulto, se rinde a los pies de este talento orgánico una vez más y cómo la Academia reconoce su magnífica interpretación en un año tan complejo como este. Estamos acostumbrados a ver rostros jóvenes en el cine, pero la vieja escuela sigue teniendo carrete para rato. Y esa es la mejor noticia que podrían recibir los amantes del séptimo arte. 

Esta no es una nominación por galones, por tradición o, aunque sea contradictorio, por justicia. Se ha hecho justicia con ella, sí, pero es una nominación merecida. De hecho, y posicionándome más de lo que debería, si por mí fuera la estatuilla sería suya. Lo que nos entrega Joe Pesci en ‘El Irlandés’ es un trabajo sublime, auténtico, orgánico y de una fuerza y una potencia incomparables. Es curioso, porque su personaje no cuenta con escenas tan estrambóticas como el de Al Pacino, pero tampoco lo necesita. Su mirada, a veces fogosa y a veces indiferente, lo dice todo. Y, con rejuvenecimiento facial o sin él, Joe Pesci se convierte en Russell Bufalino y vive toda una vida en tres horas. 

Mucho de lo que hay en la pantalla se lo debemos a Martin Scorsese, por supuesto, pero la construcción de los personajes principales recae en gran medida en los hombros del trío principal. Joe Pesci, una década después de alejarse de la profesión, es capaz de sostener ese peso y de elevarlo, elevando consigo a un personaje que bien podría haber pasado desapercibido entre Frank Sheeran y Jimmy Hoffa, pero que por momentos les roba el protagonismo. 

Como era de esperar, el actor no se está dejando ver demasiado en esta temporada de premios y ha regresado a su guarida, pero ahora para sacar nueva música. Quizá los 70 sean los nuevos 20, la edad perfecta para recuperar pasiones y explorarlas al máximo. Así lo debe ver Joe Pesci, quien nos está regalando a todos una segunda juventud que desearía fuera eterna.