‘La valla‘, desde ese primer episodio que tuvimos oportunidad de ver la semana pasada, apunta a ser una de las ficciones que más darán que hablar en las próximas semanas. Ya lo hizo en su día, cuando se estrenó en ATRESplayer PREMIUM, pero la posibilidad de verla en abierto, cada jueves en el prime-time de Antena3, ha llevado la conversación a más hogares españoles. Además, puede verse también cada viernes en Netflix, lo que convierte esta conversación en principio nacional en una discusión internacional. Las preguntas: ¿estamos cerca de ese futuro que se nos muestra? ¿Vamos a convertirnos en una de esas distopías que tanto hemos disfrutado en la pantalla, en un libro? Y también: ¿es el momento para ver una serie así y sentirla solo como una serie?

Son preguntas, en fin, a las que tendremos que ir respondiendo con el paso del tiempo. Aunque obviamente nos inclinamos con la mayor de las esperanzas hacia la negativa con respecto a las dos primeras. Con respecto a la última… Es cierto que ‘La valla’ se nos antoja peligrosamente familiar en algunos aspectos, y amenazante en otros muchos. Algunas imágenes dan miedo, porque podemos imaginarlas implantadas en nuestra realidad sin esfuerzo. Otras muchas son ficción pura y dura. Y con esta ficción nos quedamos, porque, al margen de ese parecido o potencial parecido con la realidad, ‘La valla’ está generando conversaciones que apuntan a varios misterios que ya apetece resolver.

‘Mi hermana Sara’

En este segundo episodio de la ficción, hemos visto cómo Hugo (Unax Ugalde) convencía a Julia (Olivia Molina) para que se hiciera pasar por Sara, su hermana gemela ya fallecida, esposa de Hugo. El buen hombre necesita el trabajo para recuperar a Marta (Laura Quirós). No sospecha, claro, que ha quedado en manos del sucio negocio de la mujer que le ha ofrecido ese trabajo. Alma (Eleonora Wexler) ha decidido tomar a todos los niños y todas las niñas para experimentar con ellos… ¿El qué? Hemos escuchado hablar a los pequeños de vómitos y cansancio, y todo lo visto nos ha llevado directamente a comprender que prueban con ellos la vacuna para ese virus del que se contagian las personas. Por el que fallecen, por el que falleció Sara.

Ese virus no es lo único que preocupa a los protagonistas; de hecho, casi es lo de menos. En la Nueva España, viven sometidos a una dictadura y a una escasez de recursos que dividen la capital, todas las ciudades, en dos sectores: los ricos y los pobres. Separados por esa valla, los segundos viven marginados, carentes de recursos, echando en falta cosas que consideramos cotidianas como una ducha o una fuente en un parque. En esta Nueva España, son los ricos los que importan al gobierno, y son los pobres quienes son controlados y castigados. El personaje de Enrique (Manu Fullola), decidido a resolver el asesinato del primer episodio, es el principal rostro de este ejército que nos hace estremecernos. Y lo dice muy claro, hacia el final: el futuro es suyo.

Así que los misterios y los conflictos que surgen a partir de todo esto son los siguientes. Julia fue quien cometió ese asesinato por el que la persigue Enrique, por lo que tiene que esconderse y buscarse un futuro lejos del conflicto. Puede, en cualquier caso, hacerse pasar por su hermana y vivir junto a Hugo, pero entonces tendría que renunciar a Carlos (Juan Blanco). Y no quiere hacerlo, pero quiere recuperar a su sobrina, que se encuentra, como decimos, en manos de Alma, siendo el objeto experimental de los objetivos de la poderosa mujer.

Todo esto en dos episodios. Con planos ciertamente interesantes y un clima que ha mejorado incluso con respecto a su primer episodio, ‘La valla’ nos suena porque la hemos visto de muchas maneras en muchas otras ficciones, pero puede seguir interesando. Y en nuestro país, en este momento, va a generar muchas conversaciones. Ya lo está haciendo.