Con la presencia de Arantxa Écija, directora de ficción de Mediaset, Mirta Drago, directora de comunicación de Mediaset, Aitor Gabilondo, creador de la ficción protagonista de la primera jornada del Festival MiM Series, y dos de las intérpretes de la misma, Carla Díaz y Aida Folch, hemos asistido a la presentación de ‘Madres. Amor y Vida’, la nueva apuesta de Mediaset.
Tras el visionado del primer episodio, el equipo de la ficción se ha dirigido a la prensa para explicar varios de los puntos claves de la ficción. ‘Madres. Amor y Vida’ no tiene fecha de estreno, pero la podemos esperar para el próximo 2020. Veremos un total de 26 episodios divididos en dos temporadas, las necesarias para abordar las historias que Aitor Gabilondo ha proyectado sobre esta serie. Con respecto a una posible tercera temporada, lo tiene claro: las historias que veremos empiezan y terminan con estos 26 episodios, y si Mediaset decide renovarla será en el mismo contexto, pero con personajes diferentes.
El equipo de ‘Madres. Amor y Vida’ está conformado casi en su totalidad por mujeres, algo que como ha explicado Aída Folch se ha notado, destacando la sensibilidad y sobre todo el entendimiento entre ellas sin apenas decir demasiado. Al fin y al cabo, qué mejor que un conjunto de mujeres para contar una historia de mujeres… Incluso aunque el creador sea un hombre, Aitor Gabilondo, y el equipo de guion, como él mismo ha tenido que reconocer, esté liderado por hombres. Es muy interesante, en cualquier caso, lo que ha señalado a este respecto: su primera opción siempre han sido los hombres, “por incercia, por cultura, por machismo”, pero es algo que está cambiando.
Volviendo a la ficción, ‘Madres. Amor y Vida’ es un drama emocional inspirado en hechos reales. Gabilondo pasó muchos años entrando y saliendo de hospitales, y ha entendido que ahí había una historia que contar, por las vivencias que se dan y el microclima que se genera en esas circunstancias. Lo que Gabilondo recuerda de aquellos años es, sobre todo, la presencia constante de las mujeres. Y reflexiona a este respecto: los hombres parecen vivir esta clase de situaciones de una forma más egoísta, mientras que las mujeres son más abnegadas. Cuando entran al hospital acompañando a quienes aman, dejan de ser mujeres para convertirse en madres. Incluso cuando es una madre quien está en una cama de hospital, a su lado está otra madre.
“No hay nada biográfico”, aclara, “la mayoría de las historias son reinterpretaciones”. Y en este intento se ha encontrado con que es difícil contar algo “a pecho descubierto”, sin recursos narrativos a los que haya podido recurrir en otras ficciones. Suyas son ‘El Príncipe’ o ‘Vivir sin permiso’, por mencionar dos de las que también se emitieron en Telecinco.
En ‘Madres. Amor y vida’ no hay espacio para escenas de acción: lo que importan son los sentimientos. Carla Díaz, que da vida a Elsa, explicaba que esta ficción habla de las relaciones entre madres e hijos, y que el contexto hospitalario solo sirve para intensificar emociones y situaciones con las que todos nos podremos sentir identificados. Aida Folch, que da vida a la implacable Olivia, también se decantaba por el carácter humano de la serie. “Es una historia entre mujeres”, y nos va a mostrar qué les pasa a estas mujeres, cómo y por qué sufren, qué sienten, qué desean. “Está llena de valores”, concluía a este respecto.
En ‘Madres. Amor y vida’, por ese contexto hospitalario al que hacíamos referencia, también veremos representadas enfermedades de las que sigue siendo importantísimo hablar, como la anorexia, y pasaremos unas horas en compañía de Sergio, un niño autista. Desde una perspectiva muy humana y, al menos por lo visto en este episodio, desde el conocimiento.
¿Peca la serie de recurrir a ciertos clichés de sobra vistos en ficción? Es posible, y algunos detalles no terminan de convencer, pero como ha explicado Aitor Gabilondo “el problema de las series no es partir de un cliché, sino llegar a uno”. Por el momento, ‘Madres. Amor y vida’ cuenta con nuestra atención, como todas las ficciones que se atreven con el duro reto de verbalizar emociones y construir relaciones.
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