La sencillez hecha persona es Nil Moliner. Su primer disco ‘Bailando en la Batalla’ es su seña de identidad y en él no hay nada impostado. Es un disco perfecto lo mires por donde lo mires. Solo hay que ver la repercusión mediática que ha conseguido en tan poco tiempo, metiendo su nombre en la lista de grandes éxitos.

Es su primera gira en solitario y su ilusión ha estado presente en todo momento. La felicidad de ver cumplido un sueño después de luchar contra viento y marea en mundo lleno de tiburones y evitando cantos de sirena. La bondad no la ha perdido pese a convertirse en un artista de primera fila. Nil no ha cambiado, su esencia sigue siendo la misma. La única diferencia es que ahora se ha convertido en un personaje público.

Carisma sin fronteras en directo

Pocos artistas son capaces de emocionar con solo su voz y una guitarra como lo hace Nil Moliner. Su personalidad es de esas que atrapan pero tiene los pies en la tierra. Eso se ha notado desde el inicio del concierto acústico antes de su primera firma de disco.

Nil Moliner no es fachada ni impostado. Tiene al público siempre presente y eso se ha notado en el concierto con una cercanía que pocos artistas tienen y toda esa dedicación se ha visto recompensada. El cantante entonaba las primeras notas de ‘hijos de la tierra’ cuando las 50 personas que tuvieron el privilegio de verle actuar, pese a estar desde las 11.30 haciendo cola, se mostraban entregados y entusiasmados cantando su canción. Eso le sorprendió y emocionó por partes iguales, haciéndose evidente con su brillo en los ojos y expresión facial donde la felicidad era la protagonista.

La última canción fue ‘Mi religión‘ y la sala en la que se realizó el concierto se convirtió en pura magia. El público cantó prácticamente toda la canción entregándose desde el inicio y fue la mejor manera de agradecer a Nil su contribución a la música pero sobre todo a la sociedad.

Nil Moliner en estado puro

Era su primera firma y él mismo admitía que estaba nervioso, eso se notaba en su manera de actuar, siendo “más introvertido” de lo habitual. Sin embargo, una vez empezó a actuar los nervios desaparecieron y volvió a recuperar esa esencia que tanto le caracteriza.

Nil Moliner no dudaba en interactuar y bromear con los asistentes y eso se pudo ver en las firmas. El catalán se paraba a prestar atención más tiempo del habitual al público. Escuchaba sus historias, esas en la que su música estaba siempre presente y habían marcado a sus seguidores.

El punto fuerte de Nil Moliner es que no miente. Las canciones las siente y las hace suyas, se nota que es el compositor, esa verdad es innata. Barcelona solo ha sido el principio de una larga gira con la que recorrerá diversos puntos de la geografía española en la que actuará pero sobre todo, repartirá un poco de su esencia en cada rincón del país.


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