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¿Qué tiene el cine de tiburones?

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124 minutos pueden cambiar muchas cosas. Pueden abrir nuestra mente y nuestro corazón, pueden contarnos una parte de la historia que desconocíamos, pueden generar en nosotros reflexiones profundas y pueden acabar con todo tipo de prejuicios. Hasta pueden cambiar la manera de entender y consumir el cine. Algo así pasó en 1975 con ‘Tiburón’, que ahora cumple 44 años. Una película que nos descubrió el fenómeno blockbuster y que, además, supuso el arranque de un subgénero cinematográfico que cuatro décadas más tarde sigue funcionando y contando con miles de apasionados seguidores. 

El cine de tiburones funciona. Por eso continúan apareciendo en cartelera innumerables títulos que giran en torno a los ataques de uno de estos temidos y admirados animales. Hemos tenido incluso versiones fantasmas y zombies. El cine nos permite perseguir y sobrepasar los límites de nuestra imaginación y, en un subgénero como este, es más fácil jugar con elementos inesperados y fuera de lo común. Lo curioso es que sigue convenciendo. Los espectadores siguen yendo a ver cómo un tiburón gigante prehistórico sube a la superficie, abandonando la zona abisal, para atacar a todo ser que se le ponga por delante. Aunque la fórmula sea conocida por todos, aunque sepamos por dónde va a ir la película, las cifras de taquilla continúan siendo sorprendentes.

¿Por qué? Es una pregunta muy amplia y algo complicada de comprender. Supongo que mucho de este éxito del subgénero se le debe a ‘Tiburón’. La de Steven Spielberg -que también ha cumplido años esta tercera semana de diciembre- es ya una cinta de culto, de esas de obligado visionado para aquellos que quieran dedicarse al mundo del cine o que simplemente lo amen. Una película que permitió que el subgénero arrancase con un prestigio que en cierta manera se mantiene, a pesar de que dentro de él nos podemos encontrar algunos largometrajes de calidad dudosa. Partiendo de un punto tan positivo como este y contando con una fórmula de éxito que incluye la tensión y el terror como principales ingredientes, tenemos la ecuación prácticamente resuelta. 

Tiburón

El cine de tiburones gusta principalmente porque al ser humano le gusta pasarlo un poco mal, sufrir dentro de la zona de confort, sabiendo que está a salvo, pero igualmente tenso. Todo lo que provoque una subida de adrenalina en nosotros, nos gusta. Y a esto apela este subgénero cinematográfico -al igual que ocurre, por ejemplo, con el terror-. Vamos al cine conscientes de que vamos a pasar un mal rato, de que vamos a asustarnos y de que vamos a ver mucha sangre. Todo eso que no nos gustaría ver en la realidad, en la pantalla, y cada vez mejor representado. 

Si a esto le sumamos la enorme fascinación que existe en torno al océano y a unos animales tan majestuosos como los tiburones… ¡Voilà! El cine de tiburones funciona porque tiene un espejo en el que mirarse insuperable y porque aúna numerosos elementos que le gustan al ser humano. No se sale de esta fórmula del éxito, no arriesga más allá de la zombieficación de un tiburón, va siempre a tiro hecho. Y el espectador continúa llenando las salas porque, a veces, también vamos al cine buscando simplemente entretenimiento, sin más pretensiones. Un objetivo que generalmente siempre se ve cumplido de manera holgada por este curioso y exitoso subgénero cinematográfico. 

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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