Esto no tiene que ver únicamente con ‘Cuentos Asombrosos’; la nueva ficción de Apple TV ha sido el detonante definitivo de una indignación que viene de lejos. Porque todo esto viene de lejos. Y es cierto que hemos avanzado, sobre todo en cuestiones de prohibiciones inhumanas, pero todavía nos queda mucho por recorrer viendo lo visto; o sea, viendo lo mismo de siempre.
El primer episodio de ‘Cuentos Asombrosos’, y solo hablaré de ello con los detalles imprescindibles para evitar spoilers a quien quiera verlo, nos narra una historia de amor entre tiempos con Dylan O’Brien y Victoria Pedretti como protagonistas. El chico, Sam, se encuentra reformando una casa antigua cuando, durante el estallido de una tormenta, es trasportado al pasado. En 1919 conoce a la chica, Evelyn, de la que se enamora. Juntos tendrán que luchar contra las barreras temporales y también contra la sospecha de estar viviendo en un tiempo que no les corresponde.
Jake Taylor, a quien da vida Micah Stock, es el hermano de Sam. Es (aparentemente*) gay. Está casado con un hombre y acaban de adoptar a una preciosa niña; la fotografía de la familia se nos muestra en una escena y yo sonrío como una estúpida. Y al instante me digo: no, a ver, es que es otra vez lo mismo. Es otra vez la pareja de heterosexuales protagonizando la historia principal y la pareja de gays siendo la fotografía de atrás. No me digáis, señores creadores de ‘Cuentos Asombrosos’, que esta historia no la podrían haber protagonizado dos personas que no fueran cisheteros. No porque tenga nada en contra de las personas cisheteros (ya nos vale que tenga que estar aclarando esto), es que creo que ya hemos tenido suficientes romances entre un hombre blanco (aparentemente) heterosexual y una mujer blanca (aparentemente) heterosexual.
Y creo que a todos nos gusta vernos representados de verdad en la pantalla, a todos nos gusta sentir y saber que podemos ser protagonistas de una historia de ciencia ficción y también de una comedia romántica, y aunque se nos llene la boca hablando de representación lo cierto es que ésta sigue siendo poco más que la decoración de los protagonistas. Está ahí puesta para completar un cupo o para que sonriamos como estúpidos por el detalle, no para protagonizar nada. Y esto es así excepto en contadas excepciones, la mayoría además en proyectos considerados LGTB; es decir, no para un público general como este ‘Cuentos Asombrosos’.
Otro ejemplo cercano lo tuvimos en ‘Star Wars: El ascenso de Skywalker’, cuando la pareja de lesbianas se dieron un beso de un segundo y medio de duración en un plano sin importancia. También me acuerdo de la última trilogía de ‘Stark Trek’ (que me encanta, porque una cosa no quita la otra), porque Hikaru Sulu es gay y nos lo dejan bien claro, pero los protagonistas siguen siendo los de siempre. Él solo es un secundario, y mientras el romance entre Spock y Uhura tiene peso en la trama, el de Hikaru es solo un detalle. Un detalle que demuestra que, sí, por supuesto que quieren representación, pero mejor en los secundarios.
Quiero decir: que normalizar que un hombre pueda casarse con otro hombre y adoptar una niña está muy bien, pero si de verdad buscamos representación real lo que tenemos que empezar a hacer (vosotros, cineastas, no yo) es dar a todo tipo de personas, con todo tipo de orientaciones e identidades, historias que protagonizar. Que no vale con la foto enmarcada en el salón, hombre. Que no es suficiente.
* Su sexualidad nunca está aclarada (que recuerde), así que no invisibilizaré yo también la posibilidad de que en realidad sean bisexuales. Creo que el punto de mi texto, en cualquier caso, se entiende. Lo que esta historia refleja es: chico heterosexual + chica heterosexual se enamoran y viven una historia de amor y aventuras, mientras el hermano gay del chico heterosexual sale en la fotografía del salón.
* Disculpas si mi vocabulario no está a la altura de la complejidad de todo esto, sigo aprendiendo.
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