Creencias religiosas, interés cultural, un reto deportivo… No importa qué sea lo que te ha llevado al Camino de Santiago. Una vez que te adentras en el recorrido, se convierte en una experiencia vital difícil de olvidar y que puede marcar un antes y un después en tu vida. Además de ser una experiencia accesible, segura o económica, es una de las travesías más sencillas de hacer. Existen muchas rutas orientativas que pueden serte de gran utilidad, como por ejemplo el Camino Frances etapas.

¿Están pensando en pasar a la acción? A continuación compartimos contigo cinco consejos que harán de este trayecto una experiencia inolvidable. ¡Presta atención!

No optes por el famoso atajo de los 100 km

Durante los últimos años, el Camino de Santiago ha ganado especial popularidad. Cada vez son más las personas que se lanzan a la aventura. Sin embargo, muchas de ellas optan por un atajo y recorren sólo los últimos 100 kilómetros con el objetivo de conseguir la Compostela. Trata de evitar esta alternativa. Centrarte únicamente en la recta final supone renunciar a grandes experiencias y, en cierto modo, al verdadero significado que se esconde detrás del Camino. Además, este último trayecto es el más masificado porque en él confluyen diferentes rutas, desde el Camino Francés, hasta el Camino del Norte, el Primitivo…

¿Por qué empezar algo por el final? Si optas, por ejemplo, por el Camino Santiago Francés, lo más aconsejable es que partas desde Roncesvalles o desde Sant-Jean-Pied-de-Port.

Destina tiempo, merecerá la pena

El Camino de Santiago puede convertirse en una fantástica oportunidad para hacer un viaje al interior. Su efecto puede ser terapéutico y, de hecho, muchas personas lo utilizan como una vía de reconexión después de pasar por situaciones traumáticas o vivir períodos complicados condicionados por importantes cambios. Si deseas vivir esta experiencia en todo su esplendor, lo más recomendable es que destines al mes un mes, o incluso más. Puede que, a priori, no resulte sencillo encontrar un hueco. El ritmo frenético que caracteriza a nuestra sociedad puede convertirlo en una misión imposible. Pero merece la pena hacer una buena planificación y buscar el tiempo que el Camino merece. Una semana probablemente no sea suficiente.

No temas a la soledad

El Camino representa un verdadero desafío y, al mismo tiempo, una oportunidad para romper todos aquellos miedos que nos despierta el hecho de viajar en soledad. Hacer el Camino de Santiago en compañía puede suponer una limitación. La excesiva planificación y el hecho de que todo esté medido y organizado, hace que desaparezca el componente mágico e imprevisible. Optar por ello puede reducir el trayecto a simplemente caminar, comer y dormir, restándole todo su potencial. Atrévete a viajar sin demasiados planes, atrévete a perderte en soledad y descubrir la parte de ti que aún no has tenido la oportunidad de conocer.

Improvisa

La improvisación juega, por tanto, un papel fundamental. Al final de lo que se trata es de abandonarnos, de fluir y soltar el control. Cuando logramos abandonar nuestro espacio de confort y soltamos nuestras propias ataduras mentales, es cuando empiezan a suceder cosas realmente maravillosas. Concédete el lujo de improvisar, de marcar tus ritmos en función a lo que te dicta tu interior. Haz paradas donde consideres, quédate más tiempo en ese pueblo con el que, de alguna manera, has conectado de forma especial. 

Recorre tu propio Camino

La magia de el Camino reside en que no existe una ruta milimétricamente preestablecida. Al final, de lo que se trata es de encontrar tu propio camino. ¿Te has planteado la posibilidad de iniciar el trayecto dando los primeros pasos desde la puerta de casa? ¿Has pensado en hacer el Camino Inglés a la inversa? ¿Te gustaría iniciar la travesía desde algún enclave de Europa?

Sigue a tu voz interior y déjate guiar por aquello que te pida tu cuerpo aunque, en un principio, pueda resultar realmente descabellado. Crea tu propia aventura y olvídate de lo supuestamente estandarizado.