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Sobre Simón (‘Madres’) y las decisiones que (no) tomamos

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Este artículo contiene spoilers de la primera temporada de ‘Madres’.

Me enfadó mucho el final de la primera temporada de ‘Madres’. Mejor dicho, me enfadaron las acciones de Simón en el final de la primera temporada de ‘Madres’. Desde que el personaje aparece en el episodio inicial, confié en la honestidad de su mirada. Incluso después de ver cómo engañaba a quien había confiado en él, seguí confiando. De ahí que me decepcionaran sus decisiones finales. En caliente, me recuerdo hablando sola con la televisión, un comportamiento que repito en no pocas ocasiones. Me recuerdo enfadada, casi incrédula. Unos sentimientos que, con la reflexión que conlleva el paso del tiempo, han desaparecido casi por completo. 



He querido esperar unas semanas para escribir sobre este personaje precisamente para digerir las emociones del momento y pensar en frío. Para enlazar esas últimas acciones y esas decisiones autodestructivas con todo lo que había visto anteriormente en el personaje. El de Simón es, junto con el de Olivia, el personaje que más me ha dicho durante la primera temporada. Tarea no demasiado sencilla teniendo en cuenta que ‘Madres’ es una serie coral, con historias muy potentes y que toca una enorme cantidad de temas. 

En Simón encuentro el quiero y no puedo, la falta de autoestima que merma a tantas y tantas personas, el inmovilismo impuesto tantas veces por la vida y el daño que nos hacen y que hacen los muros que construimos en torno a nosotros. Veo una buena persona que no siempre ha podido o ha decidido tomar el camino correcto. Y veo a un padre entregado, capaz de perderse a sí mismo con el objetivo de sacar adelante a su hijo, en quien vuelca toda su esperanza. La decepción ha dado paso, poco a poco, a la comprensión. Y también a la seguridad de que, detrás de sus bromas y de su humor, se encuentra uno de los personajes más complejos de la serie

Detrás de la sonrisa

Simón - Madres

Simón entra en ‘Madres’ como un aparente alivio a la tensión que acompaña todas las tramas. Es un hombre risueño, divertido, descarado, de esos a los que acompaña siempre una banda de música a cada paso que da. Un hombre que deja huella y que se hace notar. Al menos, eso es lo que aparenta de cara a la galería. Conforme pasan los capítulos, siento que tira de bromas y de desparpajo para cubrir la verdadera imagen que tiene de sí mismo. 

Sabe que no es una mala persona. Y también sabe que haría cualquier cosa por su hijo. Pero cree que es enormemente inferior a todos los que le rodean. Que no ha sabido tomar los caminos que debía tomar. Que es incapaz de, incluso con unas mejores condiciones, abandonar la delincuencia que le ha acompañado desde que dejó atrás su niñez. Un hombre perseguido por los fantasmas de los errores, del pasado y de la propia vida, que se impide a sí mismo avanzar

Creo que es una persona que realmente trata de ser honesta. Es lo que me dicen sus ojos, construidos por un Alain Hernández que le ha aportado la humanidad que necesitaba el personaje. Quiere ser honesto, quiere dejar atrás su etapa más oscura, pero a la vez se lo niega a sí mismo. Se prohíbe ser mejor porque no cree que pueda ni merezca serlo. Ahí la culpa la tiene el fantasma de la baja autoestima, que le acompaña a cada paso que da. ¿Realmente alguien cree que no quisiera un presente y un futuro con Olivia? Simplemente no cree que lo merezca, porque considera que todo lo que toca lo rompe. Considera que no solo no es suficiente, sino que es dañino. Un sentimiento que, sospecho, ha ido creciendo y apoderándose de él con el paso de los años. 

Las decisiones que (no) tomamos

Simón - Madres

A veces no es tan fácil como ese ‘querer es poder’ que en tantas ocasiones nos han repetido. A veces no somos nosotros los que tomamos las decisiones. La vida también las toma por nosotros. Incluso en un país que, en teoría, presume del estado de bienestar como es el nuestro, no existe la auténtica igualdad de oportunidades. No todo el mundo nace en el entorno ideal para crecer de manera sana. No todo el mundo puede ir a la universidad e invertir en sus estudios. No todo el mundo disfruta de una infancia y una adolescencia medianamente felices. A veces, la realidad se cruza en el camino demasiado pronto o en demasiadas ocasiones. 

No hace falta indagar mucho para comprender que Simón es un claro ejemplo de lo que nos pueden afectar las decisiones que no tomamos. De cómo podemos vernos empujados hacia el mal camino. O de cómo podemos ser presionados hasta rompernos por completo. Evidentemente, la última decisión siempre es nuestra. Pero nunca es fácil. Y menos cuando cargas un importante peso sobre tus hombros. 



No quiero quitarle responsabilidad a Simón en sus acciones. Ni se me ocurre hacerlo cuando hablamos de la traición que comete contra Olivia y contra sí mismo. Pero sí creo que no sirve de nada quedarnos en la superficie. Este personaje nos presenta ciertas contradicciones para que pensemos, para que analicemos, para que reflexionemos y, sobre todo, para que empaticemos. Sin empatía, estamos perdidos

Sí creo que Simón merece un mejor final. Merece que ‘Madres’ también vaya más allá, y nos introduzca en el interior de este hombre de ojos brillantes y sonrisa triste cuando se mira en el espejo. Merece que se estudie su tendencia autodestructiva y el contexto que siempre le ha acompañado. Y que no se nos olvide lo buen padre que es, lo mucho que se implica con todas las personas que pasan por su vida, para quedarse o para marcharse, la honestidad que siempre hay en sus palabras y la verdad que transmite. No tengo ni idea de cómo van a deshacer el nudo que se ha creado en la segunda temporada, pero estoy deseando verlo.  

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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