He visto dos veces ‘Star Wars: El ascenso de Skywalker‘. La última, con dos de mis primas pequeñas, de 12 y 11 años respectivamente. Fue un gusto compartir con ellas la emoción tras la película, y me reservé cualquier opinión negativa que pudiera tener de esta porque entendí que su ilusión valía mucho más que mis quejas (aunque mis quejas fueran justificadas). A su lado, volví a pensar lo que tantas veces he dicho: me hubiera gustado crecer con un personaje como Rey (Daisy Ridley) en la gran pantalla. Me hubiera gustado tenerla como referencia y como ejemplo, y me hubiera gustado simplemente disfrutarla. Creo que en lugar de haberme dedicado a recorrer las esquinas de mi pueblo creyéndome Legolas, hubiera cambiado el arco y las flechas por una espada láser y hubiera jugado a ser Rey. Lo hemos intentado explicar muchas veces desde que esta trilogía comenzó y los cafres de turno protestaron por tener un personaje femenino como líder: es importante que las niñas tengan mujeres en las que fijarse, aunque al principio solo sea para jugar a ser ellas. Es importante crecer con una creencia que yo no tuve del todo: que no importa que seas chica, puedes llegar a ser quien quieras, desde una heroína espacial hasta una elfa, igual que Luke Skywalker o Legolas, igual que ellos. Creo que se me entiende. Hecha la reivindicación, paso a reivindicar a Rey, la gran protagonista de la última trilogía de los Skywalker.

En un momento determinado de la película, Rey se enfrenta a Finn (John Boyega) sumida en una gran confusión y le espeta una especie de reproche, que es también una reivindicación y al mismo tiempo una carencia: nadie la conoce realmente. Se me ha quedado grabada esta frase, y no he hecho más que darle vueltas desde ese último visionado. Creo que en estas sencillas palabras está la clave de quien es Rey, la clave de cómo ha llegado a nosotros y de cómo precisamente hemos llegado a conocerla.

Porque hemos tenido muchas visiones de Rey, desde perspectivas muy diferentes. Y podemos analizar al personaje desde cada una de ellas. Empezando por Finn, a través de sus ojos hemos visto a Rey como una persona valiente, decidida y dispuesta a luchar por lo que quiere; una persona de la que cuidar, amiga de sus amigos, pero también independiente. Los ojos de Finn nos transmiten admiración y cariño por el buen corazón que tiene Rey, que se convierte así en un ejemplo a seguir. Un ejemplo de libertad, de una persona hecha a sí misma que sin embargo no deja de buscar sus orígenes, porque, como el propio Finn, se encuentra sin embargo perdida. Esta conexión que se establece entre ellos, la necesidad de encontrar un punto de amarre que nunca han tenido, nos hace ver a Rey como una persona en la que se puede confiar, como un apoyo y casi un seguro de vida. También a través de Finn, más tarde a través de Poe (Oscar Isaac), apreciamos sus habilidades, su sensibilidad y su poder.

Rey es todo esto, pero también es algo más. Desde el principio, con Han Solo (Harrison Ford), y a pesar de que no comparten demasiadas escenas, entendemos que hay algo más en ella. A través de los ojos de Han vemos un misterio sin resolver, y esas habilidades y esa fuerza cobran otro sentido. Han Solo nos dio otra visión de Rey, una visión que ampliaron Leia (Carrie Fisher) y Luke (Mark Hamill). En ella vieron una alumna, alguien a quien debían enseñar y guiar, alguien a quien debían proteger, alguien de quien estar pendiente. Por esa fuerza, por ese poder. A través de Luke sobre todo supimos que teníamos que tomarnos en serio sus habilidades, dudamos incluso de lo que podía hacer con ella el lado oscuro, y eso también nos dio otra perspectiva de quien era. A través de Leia, confiamos en sus buenas intenciones y en su capacidad para mantener vivo el mejor legado de los Jedi. Sobre todo a través de nuestros tres protagonistas de siempre, la vimos como una Jedi; como alguien que recoge un testigo para hacerlo suyo. Rey es inteligente, resolutiva y responsable; trabajadora y luchadora; entregada y abnegada. Y por todo esto todos ellos también vieron alguien a quien querer como si fuera de la familia.

Rey es todo esto, pero también es algo más. Existe otra mirada, quizá la más emocional. La mirada de un Ben Solo (Adam Driver) que podría haberse perdido por completo sin ella. Decía con Finn que en Rey podemos amarrarnos para salvarnos, y también con Ben Solo lo hemos visto pero de nuevo desde otro lugar. Ben Solo no quería ceder ante lo bueno que había en él; Rey lo vio, lo comprendió y luchó por recuperarlo desde su primer encuentro. Rey es esperanza y lucha, pero también es conflicto y pérdida. La hemos visto flaquear con Kylo Ren, y esto es tan importante como todo lo demás, porque también es quien es, aunque no solo sea eso. Con Ben Solo / Kylo Ren, hemos visto lo más intangible de nuestro personaje, aquello que solo puede llegarnos a través de las emociones.

Rey le dice a Finn que nadie la conoce realmente. Yo creo que todos lo hacen, porque todo esto se retroalimenta y existe siempre, a la vez, aunque sea expuesto desde diferentes miradas. Y también creo que faltaba la visión que completase las visiones de todos los demás, la visión más importante: la suya propia. Faltaba que ella misma se mirara y se atreviera a conocerse, a aceptar lo bueno que tiene dentro y a no temer lo malo que también puede surgir. Faltaba que se atreviera a descubrir su nombre, y que se atreviera a hacer con ese nombre lo que nacía de ella. Sin presiones, sin juicios, sin miedo. Todos hemos conocido a Rey desde el principio, todos hemos visto todo esto en este fantástico personaje desde aquel nuevo despertar de la fuerza, y ha sido precioso seguir el camino de su propio descubrimiento. Ahora ella también se conoce, y seguro que no le importaría afirmar que todos los demás lo hacen.