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Un año de ‘Beautiful Boy’, la historia eterna

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Los meses previos al arranque de la temporada de premios cinematográficos están siempre acompañados de una agónica ansiedad que nos empuja a ver el mayor número de títulos posibles. Así, cuando pasa febrero, nos damos cuenta de que hemos tachado todas las películas de la lista, pero sin profundizar en muchas de ellas. Esta interpretación de aquí es buena, este guión es interesante y esa cinematografía es especialmente bella. Un director destacado que pincha, una injusticia que nos duele y una sorpresa que nadie esperaba. Y con eso, ya hemos terminado la época más agobiante y bella del año para nos amantes del cine. Unos meses que vuelan, que avanzan a un ritmo vertiginoso y en los que nos introducimos en un torbellino que a veces no nos permite disfrutar verdaderamente de el séptimo arte. 

Por eso, desde hace unos años, vuelvo a ver algunas de esas películas unos meses más tarde, con distancia, para poder analizarlas a fondo y para estudiarlas con atención, sin esa ansia que está presente en los meses de premios. Y en ese revisionado me he vuelto a topar con ‘Beautiful Boy’, la cinta dirigida por Felix Van Groeningen, en la que acompañamos a Nic Sheff en su camino hacia la autodestrucción a través de la droga y a su padre, David Sheff, en su angustiosa carrera para tratar de salvarle. Una película que pasó algo desapercibida y que, ahora, después de haberla visto con calma, entiendo que quizá merecía mucho más. 

Es más que evidente que ‘Beautiful Boy’ apela en muchos instantes a nuestros sentimientos, que hace uso de la empatía del espectador para provocar una reacción que puede parecer también evidente, pero es mucho más que un melodrama. Hay quien en su día la definió como tal, quitándole cierto valor, como siempre ocurre cuando aparece esta palabra. Pero la película protagonizada por unos brillantes Steve Carell y Timothée Chalamet va mucho más lejos, y no se queda en la lágrima fácil y en el shock que produce la historia de Nic, que es la de otros tantos. 

'Beautiful Boy'

La importancia del cine

No voy a negar que ‘Beautiful Boy’ me emocionó en ciertos puntos, que durante las conversaciones entre Nic y David me resultó imposible contener las lágrimas y que la historia me encogió el corazón en más de una ocasión. Pero más allá de eso, que no es poco, la película de Felix Van Groeningen hizo que recordara la importancia del cine

Pese a que forma parte de nuestra sociedad, el consumo de drogas sigue siendo un tema estigmatizado, casi intocable. Acostumbramos a creer que aquellos que las consumen son personas marginales, probablemente sin educación, o grandes estrellas que no tienen nada mejor que hacer con su dinero. Sin embargo, esta enfermedad que es la drogadicción nos puede tocar a todos, incluso a aquellos que aparentemente son felices, que avanzan en la vida con paso firme y que están rodeados de un entorno inmejorable. 

En la cinta se nos presenta a Nic como un niño risueño, inteligente y cariñoso, cuya relación con su padre es cuanto menos especial. Un niño que se convierte en un joven con inquietudes y con un futuro brillante. Pero también un joven que no se siente completo y que busca ese complemento en las drogas, un desahogo para él al principio y un verdadero infierno que va creciendo según avanza el film. A través de su camino hacia la perdición, se nos muestra la realidad de las personas drogodependientes tal y como es, con su egoísmo y su pánico, con esos motivos a veces imposibles de explicar con palabras y con las idas y venidas que siempre son constantes en sus vidas. 

Contando la historia de Nic desde la óptica de la realidad, se da voz a todos aquellos que parecen invisibles para la sociedad, pero también se ayuda a las familias, que generalmente se sienten solas y perdidas en una lucha agotadora y en ocasiones inútil. Para eso está el cine, para contar historias que importan y que pueden marcar la diferencia también a nivel individual, para inspirar, para ser el apoyo que tantas veces nos falta, para provocar reacciones, reflexiones y, por supuesto, sentimientos. 

Beautiful Boy

Duelo de titanes 

La historia y la manera de contarla de Felix Van Groeningen me parecen el principal punto fuerte de ‘Beautiful Boy’, pese a que para otros vaya a la lágrima fácil. Pero detrás de esta hay un buen guión, que muchas veces hace uso del silencio para contar y para invitarnos a reflexionar, y dos actuaciones que bien podrían ser estudiadas en las escuelas de interpretación. Steve Carell y Timothée Chalamet están enormes, sostienen la película de principio a fin. Tanto es así que por momentos creo que podría ver dos horas seguidas de sus conversaciones en la cafetería, sin más aditivos. Sólo sus miradas, sus titubeos, sus miedos y sus ilusiones y ese amor que se palpa desde la primera escena. 

Son precisamente sus interpretaciones y la entrega total que se observa en ellas, las que humanizan la historia, las que le dan verdadera identidad a David y Nic y las que provocan que de verdad creamos que lo que estamos viendo en la pantalla es una historia real, una historia de dolor, de miedo, de egoísmo y de amor, de destrucción y de lucha. Una historia de vida

Sí, creo que podría definir así a ‘Beautiful Boy’. Ni melodrama, ni película que busca la emoción fácil: una historia de vida. Con sus momentos felices, con situaciones a las que uno no sabe como enfrentarse, con lágrimas y pánico, con una enfermedad que se está comiendo a muchas almas y que no podemos continuar obviando. Y es que, un año después, sin agobios y sin prisas, encuentro en la película de Felix Van Groeningen el mejor uso que se le puede dar al cine

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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