La cocina de nuestro hogar puede ser un lugar inspirador y cómodo. Para muchos, este es el motivo que está llevando a un auge de la comida en casa y los platos caseros. Durante los últimos años, se ha visto un descenso del consumo de alimentos en bares y restaurantes. La población está optando por quedarse en casa para comer y cenar.

¿Por qué? Hay quienes lo achacan también a la economía y las subidas de precios. Pero quedarse ahí sería pasar por alto las otras grandes bondades de animarse con los fogones en casa.

Pero, ¿realmente es mejor cocinar y comer en casa?

Lo primero que debes saber es que cocinar es relajante. Para muchas personas, dejarse embriagar por los aromas de los alimentos mientras se preparan, escuchar el chisporroteo de un sofrito, o de la carne cuando entra en contacto con el aceite caliente, genera una serie de sensaciones que les hace sentirse más tranquilas. En ocasiones es algo que va ligado a la sensación de estar con su familia, de estar en la cocina con los padres esperando a la comida, a veces, en cambio, es el estímulo de saber que se está dando forma a algo de lo que se va a disfrutar enormemente.

Pero en realidad el motivo es algo que no importa, lo verdaderamente importante es el beneficio que causa. Porque, sí, cocinar y comer en casa es una costumbre de lo más antigua y lógica, pero también es una tendencia que se impone ya no solo por necesidad, sino por lo que nos genera. Ponerse delante de los fogones no solo sirve para que ahorremos en alimentación o para que controlemos al máximo qué comemos, es también una actividad que nos da carta blanca para experimentar y hacer lo que nos apetezca, para juguetear con la comida para dar forma a los platos más insospechados. La cocina puede ser un patio de recreo para los amantes de fogones, un lugar en el que jugar y pasarlo bien.

Y el juego es la preparación, es la búsqueda de esas innovaciones gastronómicas. El tener libertad para hacer lo que queramos y como queramos. Una de las grandes bondades de cocinar es esa, que no tienes que estar atado a la carta de un menú, ni tampoco a los tiempos ni a las dotes con los fogones de una cocina ajena. Todo está bajo tu control, todo lo llevas tú.

Debemos insistir en que cocinar ayuda a ahorrar. Siempre es más barato comer en casa que comer fuera y, viendo lo complicada que está la economía en todo el mundo, es lógico llegar a la conclusión de que se recurre más a los fogones propios por cuestiones de dinero. Pero también es innegable que ese aire juguetón, ese toque relajante e incluso saludable de la cocina juega un papel importante.

Se ha demostrado que aprender a cocinar desde jóvenes hace que gocemos de una mejor salud siendo adultos. Y el motivo es lógico, ya estamos familiarizados con la comida, ya conocemos mejor los alimentos y tenemos más experiencia tratándolos. Eso nos da una soltura que nos permite hacer platos más elaborados una vez somos adultos, pero también nos sirve para ser más responsables al construir una dieta sana y equilibrada. Somos lo que comemos.