Esta crítica de ‘El Cid’ no contiene spoilers. Realizada tras ver la primera temporada.
Ruy Díaz de Vivar es un joven paje. Así nos presenta Amazon Prime Video esta serie que toma la leyenda para explicarnos qué pasó antes de que fuera leyenda. Cómo era la vida del Cid Campeador, de dónde salen todos esos apodos legendarios. Qué anhelaba y temía antes de convertirse en uno de los grandes nombres históricos de nuestro país. Así nos la presenta: con la promesa de que, pese al título, simplemente ‘El Cid’, tendremos más del hombre y menos de la leyenda.
Dirigida por José Velasco y Adolfo Martínez Pérez, con un guion de Luis Arranz, ‘El Cid’ nos traslada directamente a las intrigas palaciegas de la Corte de Fernando I El Grande, que en la ficción es José Luis García Pérez. Junto a él, completando el conjunto de ambiguos adultos, ambiciosos y leales a sí mismos, Elia Galera como Sancha la Bella, su esposa; Carlos Bardem como el Conde de León; Juan Echanove como el gran Obispo; Ginés García Millán como Ramiro de Navarra, el hermano del Rey; Juan Fernández como Rodrigo, el abuelo de Ruy.
A este mundo de los adultos hacen algunas incursiones los jóvenes, pero se advierte una diferencia en cuanto a escenarios dramáticos. Por un lado, las intrigas palaciegas de los mayores. Frente a ellos, esos jóvenes encabezados por Ruy, en la ficción Jaime Lorente, que todavía están tratando de averiguar cuál es su sitio y quiénes son.
En Ruy lo vemos a la perfección, pero también en el que me ha parecido el personaje más interesante de todos: la Infanta Urraca, Alicia Sanz. Francisco Ortiz es Sancho VII el Fuerte, el hijo heredero del Rey; Jaime Olías es Alfonso VI, que vive a la sombra de su hermano; Pablo Álvarez es Orduño, el hijo del Conde de León. También podemos destacar a Lucía Guerrero como Jimena, el amor de la infancia de Ruy, o Adrián Salzedo como Alvar, el mejor amigo de Ruy.
Un reparto muy grande en el que hay pocas (muy pocas) mujeres, cuyas tramas además están ligadas, sobre todo en el caso de Jimena, a los pasos y los deseos (a veces literalmente) de los hombres. No esperaba ni podía esperar otra cosa, pues ‘El Cid’ es una serie histórica, que sólo puede existir en el siglo XI, y la historia está escrita por hombres. Algún que otro discurso, en cualquier caso, apunta a esta dirección injusta, y siempre se agradece verlo en pantalla.
Las virtudes y los defectos de ‘El Cid’
La principal virtud de ‘El Cid’ es que no se centra en hacer un retrato de este personaje. Conscientes, supongo, de que las personas somos un poco lo que son los escenarios y los tiempos en los que vivimos, se esfuerza por ir más allá y ofrecernos un retrato completo de la época. Con los porqués de quienes vivieron aquellos años, con sus contradicciones y la dificultad de hablar demasiado o callar cuando no tienes que hacerlo. Con personajes que inevitablemente se cruzan aunque no tengan horizontes similares y con escenas muy cuidadas (la batalla del cuarto episodio, por ejemplo).
El problema es que este esfuerzo no siempre concluye en algo positivo. Me gustaría poder decir que desde el principio te sientes en ese siglo XI, pero lo cierto es que el guion nos saca de ahí en más ocasiones de las que debería; a veces, sobre todo, el guion en boca de los intérpretes, que no siempre parecen estar cómodos con sus expresiones, su entonación y sus pausas.
La falta de ritmo es otro de los problemas de ‘El Cid’. Hacia el final de temporada puedes sentirte lo suficientemente cómodo en palacio, en los campos de lucha, como para disfrutar viendo la serie, pero los primeros compases no parecen encontrar el ritmo. Ni el equilibrio entre contar demasiado y desarrollar a los personajes que tienen que contarnos las cosas. Los primeros capítulos pueden ser confusos, y también tediosos. ‘El Cid’ tarda en arrancar, en un sentido narrativo y también en cuanto a que es una ficción que debe interesar y entretener, y no interesa ni entretiene al principio.
Si nos quedamos es por sus promesas, o porque nos gusta su estética medieval (mejor en exteriores que en interiores), o porque creemos que en esta historia de leyenda hay cosas que contar y queremos conocerlas. Pero, sobre todo en ese mundo de los jóvenes, a veces parece más un juego de niños sin importancia, un juego de disputas absurdas y genios insufribles, que algo que ha hecho y puede hacer historia.
Cuando llegas a este final, y repasas todo lo que has visto, y reflexionas sobre lo que uno puede llegar a ver en esta ficción, seguramente el balance caiga hacia el lado positivo, sobre todo porque esos dos últimos capítulos tienen por fin el tono y el ritmo que necesita ‘El Cid’ para vivir. Cuenta con todos los elementos necesarios para desarrollar una historia emocionante –las intrigas palaciegas, jóvenes buscando su lugar en un mundo en que los reyes pelean, las mujeres son invisibles, el pueblo pasa hambre pero un paje que no es nadie puede hacerse grande–, pero va a tener que explotar sus formas y sacarlas brillo si quiere ser una serie que se quede con los espectadores.
Sobre la segunda temporada
En esta primera temporada de ‘El Cid’, y ya centrándonos en el protagonista, en Ruy, vemos cómo el niño crece. Tras la muerte de su padre, marcha a la Corte con su abuelo, donde se convierte en el escudero del heredero del Rey. Vemos cómo va formando una personalidad fuerte que gusta a quien tiene cerca y desarrolla una serie de principios que le llevan a luchar por un Rey a quien, sin embargo, no tiene mucha estima. Esta primera temporada se centra en los primeros pasos de Ruy, todavía inseguros e indefinidos, aunque apuntando ya hacia una dirección que no busca. Que se encuentra por cómo es.
La segunda temporada, según lo visto hasta el momento, ampliará esta consolidación de su personalidad y de sus principios. También las ambigüedades que caracterizan a todos los adultos que existen en esa época peligrosa. Época de ambiciones, mentiras, deberes, honores y amores imposibles. Seguiremos explorando todo esto, y nos acercaremos a la leyenda. Pero, como ya ha demostrado ‘El Cid’, no interesan tanto las grandes batallas como las pequeñas que libró en su día a día. Esto, insisto, es un gran acierto.
De momento, podéis disfrutar de la primera temporada de ‘El Cid’ a partir del 18 de diciembre. En Amazon Prime Video.
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