'La fiesta silenciosa'
Lo Mejor
- Escalada de tensión y de violencia
- Interpretaciones del reparto y fotografía
Lo Peor
- No aporta nada nuevo
Esta crítica no contiene spoilers de ‘La fiesta silenciosa’.
Cuando, de camino a tu boda, la conversación con tu pareja es un constante enfrentamiento, algo va mal. Un presagio que en el caso de ‘La fiesta silenciosa’ se ve cumplido e incluso sobrepasado. La película de Diego Fried nos encuentra con Laura y Daniel, una pareja que está a punto de contraer matrimonio en una finca en medio del campo. Allí viajan un día antes del enlace y se reúnen con el padre de ella, un hombre bastante peculiar con el que no termina de haber una relación del todo buena. La ceremonia está preparada, los invitados llegarán en unas horas, pero todo cambia a partir de un evento traumático que sufre Laura en primera persona. Un evento que desencadena una oleada de violencia que nos habla de la rabia y de las consecuencias del dolor.
La cinta está construida como un thriller en cierta manera arquetípico. Partimos de una situación de calma tensa, nos topamos con un hecho desestabilizador, aumenta la tensión y llegamos al clímax en los compases finales. En torno a una hora y media de suspense, que roza la ansiedad en según qué instantes, en la que se exploran las consecuencias de un evento traumático concreto. Que, y esto habla mucho de nuestra sociedad, no nos es para nada ajeno. Pese a la violencia que implica y que, como vemos, desata.
‘La fiesta silenciosa’ es todo lo contrario a lo que señala su título. Es ruidosa, es incómoda, es violenta y es hiperbólica, siempre en el buen sentido de la palabra. El director hurga en los instintos más básicos del ser humano, esos en los que reconocemos nuestra parte más ‘animal’, más visceral y, en cierto modo, más auténtica. Cuando nos olvidamos de los usos sociales y de las normas que nos rodean y actuamos empujados por el odio, la maldad, el dolor, la rabia o el amor. Esto lo vemos en todos los personajes, en la manera en la que reaccionan ante el hecho traumático. Y, tras ello, también se nos ofrece una imagen clara de las consecuencias. ¿Cuántas vidas se pueden romper con un solo acto malvado?
Funciona, pero no es nuevo

La historia funciona, está bien construida y nos invita a reflexionar acerca de un tema concreto que debería afrontarse más a menudo y de una manera más realista. Sin embargo, ‘La fiesta silenciosa’ no aporta nada nuevo. Es una propuesta que, con sus matices, ya conocemos. Ya hemos realizado ese camino hacia el precipicio que vemos en personajes como el de Laura o el de Daniel. Nos hemos encontrado de frente con los demonios del ser humano y hemos explorado nuestros límites. Por eso, no hay sorpresas en este largometraje. En todo momento se sigue el camino que vamos intuyendo conforme avanzamos en el visionado.
Ahora bien, sabiendo lo que vas a encontrarte, esta es una producción bastante redonda. En la que, sobre todo, se trabaja bien ese aumento de la tensión y esa relación evidente entre lo que ocurrió y lo que está ocurriendo. También hay un buen trabajo interpretativo por parte de un reparto capaz de moverse por la cuerda floja de las emociones sin caer hacia ningún lado. La historia que aquí se nos cuenta es oscura e intensa y, por tanto, también lo son las interpretaciones del equipo. Sin embargo, no se aprecia esa temida exageración que muchas veces encontramos en este tipo de relatos. Jazmín Stuart, Gerardo Romano, Esteban Bigliardi, Lautaro Bettoni y Gastón Cocchiarale saben acoger la intensidad de los sentimientos de sus personajes y transmitirla con acierto.
Personalmente, hubiera gustado de un estudio más exhaustivo del infierno de Laura y de la aceptación silenciosa de actos como el que sufre. De lo segundo, hay pinceladas interesantes, como una conversación concreta entre los personajes de Gabo y Maxi. Pero creo que el film habría ganado en profundidad, en impacto y en innovación si se hubiera atrevido a bucear un poco más en ello, fuera de la vorágine de violencia que se desata.
Dejando este anhelo a un lado, ‘La fiesta silenciosa’ responde a lo que se espera de ella. Y lo hace, además, con una buena dirección y con una mejor fotografía. Es perturbadora, es tensa, es intensa y llega a ser incluso desagradable, cumpliendo, entiendo, con la intención de su director. Se estrena en nuestro país en el marco del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, que se puede disfrutar a través de Filmin.
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